Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada
Google, parte de la llamada Gafaty, ha sido criticado por la
proclividad mostrada hacia Hillary Clinton
en las campañas para la presidencia
de Estados UnidosFoto Afp
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Los multimedia
de Estados Unidos (EU) y las redes sociales –bautizadas como Gafaty:
Google, Apple, Facebook, Amazon, Twitter y You Tube– han sido motivo de
feroces críticas por su flagrante, inicua y antidemocrática proclividad a
la derrotada Hillary Clinton.
¿Cómo habría sido la magnitud del triunfo tectónico de Donald Trump si los multimedia hubieran sido menos parciales (https://goo.gl/QIndBv)?
Trump se reunió a puerta cerrada con los dueños y comentaristas de los multimedia, a quienes criticó de
mentirososy
deshonestos(https://goo.gl/Y6Q23M). A Barack Obama le benefició el uso de las redes sociales, mientras Trump se adueñó de Twitter.
Los supremacistas/populistas del WASP no se cansaron en señalar la
censura y el boicot de Gafaty a los mensajes del hoy presidente electo.
Todos los multimedia controlados en forma masiva por la triada de
Wall Street –los Rothschild/Soros/Goldman Sachs– culpabilizan a las
redes sociales de Silicon Valley de haber contribuido a la
creaciónde Trump, sin tomar en consideración el paralelo movimiento genuino de protesta contra la globalización financierista, dentro del Partido Demócrata, que sigue a Bernie Sanders.
Con antelación detecté la revuelta antiestablishment contra
las dos dinastías aniquiladas de los Bush y los Clinton, tanto por el
trumpismo como por el movimiento contestatario de Sanders: ambos
comparten insólitamente la misma agenda contra Wall Street (https://goo.gl/3N8BJv).
El israelí-estadunidense Noam Cohen, en el ya muy desacreditado New York Times ( NYT), fustiga a las
trasnacionales tecnológicas como Facebook, Twitter y Google de haber magnificado (sic) la rabia y la desinformación de los votantes que impulsaron a Trump(https://goo.gl/MZYLy4).
La derrotada Hillary (https://goo.gl/POrCKH) y el humillado Obama (https://goo.gl/CjqlDs) increpan las
falsas noticias, las cuales, a juicio de Cohen, eran
incendiarias frecuentemente, en artículos que fueron muy compartidos por los usuarios en Facebook y Google; agrega a Twitter, que se convirtió en
un campo de batalla afíny permitió que
proliferaran las falsas noticias, donde los grupos de odio (sic) de extrema derecha se organizaban y reclutaban, con el frecuente objetivo de mujeres (sic) y minorías.
Cohen rumia la clásica
técnica Hasbaradel Mossad sobre el
odio ajeno, siempre y cuando no provenga de Israel. ¿Son, entonces, masoquistas el 53 por ciento de mujeres
blancasque votaron por Trump, pese a sus misóginos desvaríos eróticos?
Cohen reconoce que existe
una enorme desconexión (sic) entre Silicon Valley y la gente que allí labora, lo que fue
explotadopor Trump al atacar a Amazon (por evasión de impuestos) y a Apple (por la maquila laboral de sus productos). Apple ya anunció que empezará a fabricar sus celulares en EU.
Lo que no escudriña Cohen es que, si bien las trasnacionales
digitálicas de Silicon Valley del Gafaty cotizan como nunca en la Bolsa,
tienen en su contra la disminución de empleos debido a su alta
automatización/robotización, lo cual contrasta con las añejas empresas
manufactureras de los
Generales: GM, GE, GD, etcétera.
Más allá de que Google se encuentre en la picota en Europa por sus
manejos totalitarios y/o monopólicos, no se diga por sus presuntos
vínculos con la CIA –como alude Julian Assange, patriarca de Wikileaks (https://goo.gl/0zDP3u)–,
muchos países afectados empiezan a combatir la nueva ciberdictadura de
los servidores oligopólicos de las redes sociales de Gafaty, que cuentan
con más de 3 mil millones de usuarios.
Assange arremete que Google juega el
papel de mano oscura al fomentar el imperialismo de EU y su agenda de política exterior.
Bueno: esto es normal, porque Internet fue producto de DARPA, invento
fascinante del Pentágono. Ahora habrá que liberarse de sus cadenas
cibernéticas, que penetran hasta la intimidad del ADN de los ciudadanos:
“La muerte de la privacidad ciudadana por el ‘orwelliano Estado
Google”’ (https://goo.gl/GynZvG).
Assange comenta que
Google no es lo que parece, sino que hace
las cosas que la CIA no puede hacer.
Según la polémica Freedom House –vinculada a la NED/CIA–, se ha
incrementado la censura en Internet y cada día abundan las restricciones
cuando hoy
67 por ciento de la población mundial vive bajo alguna clase de censura institucional de la red(https://goo.gl/VWf8DL).
Rusia acaba de censurar a LinkedIn, por intromisión soberana; China,
que cuenta con sus propias versiones, censura a Gafaty, a la que considera caballo de Troya del Pentágono/NSA/CIA mediante sus ciberguerras; y Brasil ya bloqueó a Whatsapp (vendida a Facebook en 19 mil millones de dólares) cuando
no dio datos para investigaciones criminales. ¿Protección del crimen?
Según House: “La censura de las imágenes –a diferencia de la palabra
escrita– se ha intensificado, probablemente debido a la facilidad con la
que los usuarios pueden ahora compartirlas, y el hecho de que a menudo
sirven de pruebas convincentes de la mala conducta oficial”.
Agrega House que, “además de restringir el acceso a los medios de
comunicación social y las aplicaciones de comunicación, las autoridades
estatales con frecuencia encarcelan a los usuarios por sus mensajes y su
contenido (…) Los usuarios de algunos países fueron puestos tras las
rejas por un simple ‘Me gusta’ a material ofensivo en Facebook, o por no
denunciar los mensajes críticos que les enviaron otros”.
El consagrado investigador Robert Parry arremete contra el editorial del mancillado NYT –que se empinó con la derrotada Hillary–, el cual pregona
un sistema de censura de Internet para bloquearlo que llama
noticias falsas, cuando “el propio NYT ignora su propio historial de publicar falsas noticias” (https://goo.gl/v298R4).
Debka, portal del Mossad, arremete con justa razón contra los
monitores sin rostro que juzgan las falsas noticias en las redes sociales(https://goo.gl/p8LTyC), en referencia al reciente anuncio de Google y Facebook que han tomado medidas
contra sitios que difunden falsas noticias y en contra de las páginas de medios sociales que publican contenido engañoso, lo cual pone en tela de juicio la
libertad de expresión.
¿Cómo pueden ser juez y parte Google y Facebook? ¿Quién define lo
falsoy lo
engañoso? ¿Cuál es su metodología para clasificar nolens volens?
A mi juicio, lo peor que contienen las redes sociales –donde abunda la plenitud de anónimos clandestinos y bots
gubernamentales de todo género– es la ausencia de identidad, porque
inmuniza al perpetrador de ser enjuiciado por sus libelos contra los
afectados.
Muchas leyes de los países no se han adaptado con una legislación que
proteja tanto la inalienable libertad de expresión como la inimputable
honorabilidad del calumniado.
Las redes sociales, tecnológicamente
neutrales, son de doble filo: derecho humano global que debe ser respetuoso de las leyes, usos y costumbres de cada país, en lugar de servir de instrumento de desestabilización deliberada y de
propaganda negracontra los enemigos de sus dueños y los controladores de los servidores.
Ya es tiempo de acabar con la insoportable ciberdictadura de Gafaty, cuya propiedad debe ser de los ciudadanos universales.
Twitter: @AlfredoJalifeR_
Facebook: AlfredoJalife
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