DESDE LA LUNA DE VALENCIA
Por: Teresa Mollá Castells*
El próximo viernes 25, conmemoraremos el Día Internacional para la
Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Como cada año,
instituciones y asociaciones, organizarán actos de todo tipo para
realizar un trabajo de sensibilización y prevención de las violencias
machistas.
Estas actividades son absolutamente necesarias para concienciar
socialmente de lo que está ocurriendo y deberían celebrarse durante todo
el año y no sólo concentrarse en estas semanas. Pero mejor así que de
ninguna manera.
Cada año, afortunadamente, se suman nuevas y acertadas iniciativas para
sensibilizar contra este fenómeno que nos maltrata y asesina a las
mujeres, por el simple hecho de serlo.
Entre esas nuevas iniciativas este año podemos encontrar la de Caixa
Ontinyent que convocó a un concurso de hashtags y que está abierto a la
participación hasta mañana a medianoche. Se pueden consultar las bases y
los premios en su espacio de Facebook.
Utilizarán el que resulte elegido en sus redes sociales en la campaña
que llevarán a cabo alrededor del 25 de noviembre. No está nada mal si
tenemos en cuenta que es la primera entidad financiera que se implica en
un tema tan sangrante como éste. Y desde aquí quiero hacerles llegar mi
felicitación sincera por haber dado este paso, porque con iniciativas
como estas nos demuestran que, al menos en esa entidad, el negocio, no
siempre es lo primero.
Esperemos que hayan abierto la puerta y que el próximo año sean más las
entidades financieras que se sumen de una forma efectiva a la lucha
contra todas las violencias que sufrimos las mujeres y las niñas.
Este tipo de iniciativas, aparte de sensibilizar y condenar, dan
visibilidad a algo que en demasiados casos permanece oculto tras las
paredes de algunas habitaciones.
Y es que hemos de recordar que las mujeres asesinadas son la punta del
iceberg de lo que en realidad ocurre cada día. Son muchas, muchísimas
más las que siguen atrapadas en su particular cárcel de las violencias
de todo tipo que sufren cotidianamente. Ellas, al igual que las que han
sido asesinadas, en demasiados casos han llegado a perder la voz por su
propia situación.
Las sobrevivientes, las que todavía no han sido asesinadas, son también
víctimas y necesitan todo el apoyo posible para salir de ese infierno y
recuperarse. Pero se las anima a denunciar y cuando por fin lo hacen,
pueden llegar a entrar en una espiral de otro tipo de violencia: la
institucional.
La falta de formación de parte de los agentes jurídicos implicados, así
como de parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, así como
del personal sanitario que las pueda atender en caso de agresiones,
conlleva que en demasiadas ocasiones, su verdad, la de su sufrimiento y
su realidad, sea cuestionada. Y esto me parece de una crueldad infinita.
Si le sumamos el boicot que desde demasiadas instancias jurídicas se
sigue manteniendo contra la Ley Orgánica 1/2004 sobre Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de Género, así como toda la
batería de recortes realizados desde todos los presupuestos públicos
para ayudar y acompañar a estas mujeres víctimas sobrevivientes, nos
haremos una idea de la situación que pueden estar atravesando en estos
mismos momentos.
Y es que sigue habiendo una tendencia naturalizada a minimizar este tipo
de agresiones. E incluso una necesidad a justificar al agresor para no
alterar el orden de las cosas. Justificaciones tan variopintas como
imaginables. Desde corrientes de simpatía a la negación de que un
"hombre tan culto y agradable no puede hacer este tipo de cosas". Y las
hace y son cosas terribles, claro que las hace. Y mientras ellas, las
víctimas sobrevivientes son cuestionadas.
El patriarcado acude siempre al rescate de los agresores y con una
parafernalia difícil de imaginar, pero muy eficaz. Les protege y cobija.
Les justifica y les da argumentos para cuestionar cualquier voz que
dude de su verdad. Una verdad asesina pero que les resulta eficaz para
mantenerse en sus privilegios que, para ellos son incuestionables.
La búsqueda de la naturalización de las violencias machistas y la
victimización de los agresores es una de las piedras filosofales sobre
las que se asienta el patriarcado para seguir manteniendo el orden de
las cosas.
Y de hecho un ejemplo de lo que digo, son los propios recortes
realizados en los recursos destinados a la prevención, sensibilización y
actuación en los casos de violencias machistas. Partidas destinadas a
salvar las vidas de las mujeres o a ayudar en su recuperación integral
después del infierno de una vida de violencias, son recortadas desde una
visión patriarcal para destinarlas a temas que esta misma visión
considera más importantes. Así funciona esto. Y así deja a las víctimas
sobrevivientes.
De ahí que sea importante, muy importante cada una de las actividades,
campañas e incluso cada palabra de condena explícita a todas las formas
de violencias machistas, que son muchas, para ir desmontando al
patriarcado. Ese sistema opresor y asesino que se ceba en los cuerpos y
en las vidas de las mujeres y las niñas condenándolas en demasiadas
ocasiones a situaciones extremas que pueden estar ocurriendo en la
puerta de al lado de casa.
Esperemos que la iniciativa aprobada por unanimidad en el Congreso de
Diputados y Diputadas la pasada semana sobre un Pacto de Estado contra
las violencias machistas sea algo más que papel mojado y se convierta,
de verdad, en recursos destinados a combatirlas y a dar espacios de
recuperación y vida digna a las víctimas sobrevivientes y a sus hijas e
hijos.
Y esperemos asimismo que se convierta en una potente herramienta que
obligue a una formación específica y obligatoria para todos los agentes
implicados en este tema que afecta a tantas mujeres para, de ese modo
remover no sólo conciencias, sino también elementos que sigan
justificando a los agresores impunemente.
Quiero pensar que este pacto, que no dudo que será muy duro de negociar,
pueda ser una pieza fundamental sobre la que construir el principio del
fin de, al menos, los asesinatos de mujeres e infancia, a manos del
patriarcado más feroz.
* Corresponsal, España. Comunicadora de Ontinyent.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | España.-
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