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En 2010 la revista The Economist lanzaba una portada dónde se podía leer "We did it!" (¡Lo hemos conseguido!). Las mujeres habían superado a los hombres y se convertían en mayoría en el total de los licenciados universitarios en los países de la OCDE. En esos países ya había más mujeres que nunca en el mercado de trabajo, ocupando además puestos directivos. |
“No existe algo parecido a un problema sin una persona (o un grupo de personas) que tiene ese problema"
(Sandra Harding)
Sin
embargo, tener una carrera profesional a tiempo completo y ascender de
forma exitosa, se debe apoyar, en muchos casos, en un servicio doméstico
de tiempo completo. Pero ¿quién puede permitirse esa ayuda? Es más,
¿quién limpia en la casa de la limpiadora?
Cuando la economía
analiza el mundo laboral, se estudia el mercado, el trabajo remunerado.
Pero éste es sólo una parte en el universo de los trabajos, el resto es
una caja negra que no se analiza. Los cuidados, el trabajo doméstico, es
la cara oculta, la que no se estudia.
Se debe rescatar e
incorporar al análisis, ya que es un condicionante económico, su
objetivo es, nada más y nada menos que sostener la vida. No se podrá
comprender completamente el mundo de la producción si no se entiende la
forma en la que se reproduce la mano de obra.
La especialización
en el cultivo exclusivamente para el comercio de exportación convierte a
muchos países africanos en vulnerables, ya que se encuentran sujetos a
las fluctuaciones de precios, al clima y a las plagas. Los hombres
suelen controlar los ingresos de la casa mientras que las mujeres son
las encargadas de proveer comida y ropa para el hogar, siendo éste su
rol tradicional, pero teniendo que trabajar al mismo tiempo en el
cultivo. Por tanto, estas mujeres sufren doblemente de la transición de
un cultivo de subsistencia a un cultivo de especialización y comercio.
Un
libro muy recomendable, ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?, de
Katrine Marçal, cuenta que Adam Smith, famoso economista clásico,
escribía que podíamos cenar cada noche, no por la benevolencia del
panadero y carnicero, sino por su propio interés. Lo que Adam Smith no
se planteaba es cómo llegaba el filete hecho a su plato. La cena la
preparaba todas las noches Margaret Douglas, su madre, con la que vivía.
Ella no lo hacía por ánimo de lucro.
Los procesos económicos y
las políticas que se llevan a cabo no son neutras al género e impactan
de diferente manera. La Economía Feminista surge para formular, analizar
y dar respuesta a estas y otras muchas cuestiones.
Los cambios
sociales e históricos acaecidos en los últimos tiempos (los nuevos
modelos de familia, la incorporación en masa de las mujeres al mundo
laboral, el mantenimiento de las desigualdades entre mujeres y hombres
en múltiples esferas de la vida y la sociedad, la feminización de las
crisis económicas, etc.), han incentivado una contestación teórica que
surge como una fuente crítica al sesgo androcéntrico de paradigmas
imperantes en la economía.
El feminismo contemporáneo ha sido
testigo del desarrollo de los enfoques de Economía Feminista como
escuela de pensamiento propia y con un corpus teórico específico. Se
reivindicó fundamentalmente la visibilización de las tareas realizadas
por las mujeres en el ámbito doméstico, haciendo hincapié en la
importancia de la reproducción de la fuerza de trabajo. Los roles de las
mujeres en los países industrializados se cuestionan políticamente, así
como la especialización considerada natural -e incluso divina- en el
trabajo doméstico y de cuidados.
La Economía Feminista quiere
introducir el género como categoría fundamental de análisis,
cuestionando los principios que rigen el pensamiento económico
imperante, además de prestar atención a las desigualdades económicas
entre mujeres y hombres.
Forma parte de una apuesta política clara
con el objetivo de la transformación radical de una realidad que se
considera injusta. Se reclama un cambio en el análisis realizado en la
economía, pero de una manera propositiva y comprometida con el tipo de
sociedad que se desea.
Se habla de enfoques de Economía Feminista
porque el debate está vivo y en constante evolución, se estudia el
trabajo de cuidados, la ecología y conservación de recursos
(ecofeminismo), la discriminación laboral de las mujeres, los problemas
de género y desarrollo o la invisibilización de las mujeres en los
modelos macroeconómicos. Asimismo, se busca un diálogo activo con otras
escuelas de pensamiento económico para intentar construir e ir uniendo
ideas.
Por tanto, para la Economía Feminista lo importante son los
procesos que generan bienestar, la interacción entre el mundo de
producción mercantil y de sostenibilidad de la vida, dos esferas de la
vida (monetizadas y no monetizadas), tanto a nivel de análisis como a
nivel político.
Cuando observamos un árbol crecer. Cuando
recolectamos y comemos la fruta que da este árbol, no nos planteamos
cómo ha llegado hasta nuestras manos porque lo que no se ve no se
valora. Pero las raíces del manzano son imprescindibles para poder comer
una manzana. No olvidemos la cara oculta.
Mercedes de Luis López, experta en Economía Internacional y Desarrollo.
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