Conforme va quedando en el pasado la campaña electoral, se caen las sábanas de los fantasmas creados. Después de meses de repetir, cual oración, que los inversores se irían y que la economía caería en picada si ganara Andrés Manuel López Obrador (AMLO) las elecciones presidenciales en México, se presentan algunos indicadores y datos que desnudan al fantasma.

Según El Financiero, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores, principal indicador de rendimiento del mercado accionario mexicano, creció un 5,7% al día siguiente de las elecciones. Este aumento sostuvo su nivel, alcanzando un precio promedio que no se registraba desde fines del año pasado[1]. Esta reacción permite considerar que el resultado de las elecciones presidenciales fue tomado positivamente por el mercado de valores[2].

Por su parte, el Consejo Coordinador Empresarial acordó la creación de 12 mesas de diálogo con el equipo encargado de coordinar la transición del gobierno de AMLO, dejando clara la voluntad de trabajo coordinado y conjunto entre el sector privado y el público. Estos hechos se ven reflejados en los Indicadores de Confianza Empresarial[3] que mostraron mejorías con respecto a los primeros meses del año y a julio del año pasado, distinguiéndose los sectores de construcción y comercio[4]. En este sentido también se expresó el consejero delegado del BBVA afirmando que se prevé un panorama positivo para el futuro Gobierno[5].

Asimismo, el Banco de México elabora una Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado que revisa mensualmente expectativas de crecimiento, inflación, tipo de cambio y tasa de fondeo interbancario. La misma explicita que en el mes de julio aumentó la cantidad de analistas que consideran que el clima de negocios mejorará en un 17% y la cantidad de analistas que consideran que es un buen momento para invertir comparado con el mes anterior -a pesar de que la mayoría afirma lo contrario por lo menos desde el año pasado[6]-.

Otro indicador elaborado por el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) y el Banco de México, es el Índice de Confianza del Consumidor que aumentó un 14,8% en julio respecto al mes anterior[7], y un 17,8% con respecto al pasado año, confirmando una expectativa favorable para el próximo Gobierno.

Asimismo, el tipo de cambio -cuya sensibilidad ante las expectativas económicas es alta y que venía registrando devaluaciones continuas desde principios de año- recuperó su valor un 7,2% después de la elección y hasta el 8 de agosto, dejando demostrado que el presidente electo cuenta con la confianza necesaria para avanzar con su plan económico.

Al respecto, debe mencionarse que los últimos dos días de la semana pasada el peso mexicano mostró nuevas caídas debido al impacto que están teniendo en los mercados emergentes las relaciones conflictivas de Estados Unidos con Turquía, y la consecuente crisis financiera que se desató en este último país. Al mismo tiempo, el aumento programado de la tasa de interés de Estados Unidos sigue haciendo presión para que la devaluación del peso mexicano continúe, independientemente de quién sea el presidente, al igual que en gran parte de los países de la región.

El TLCAN

Además de estos indicadores que muestran cómo el “mercado” mira el futuro económico, uno de los principales temas para seguir de cerca y  que mueven el amperímetro de las expectativas económicas en México es la renegociación del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte).

Actualmente, las sesiones de trabajo avanzan de forma bilateral con Estados Unidos para alcanzar un acuerdo en aquellos temas pendientes entre ambas naciones para actualizar el tratado. Se  incorporó al equipo de negociación Jesús Seade como responsable de la negociación del tratado desde el Gobierno de transición. Ante la tercera reunión bilateral, las negociaciones se encuentran -según ambas partes- en el mejor momento desde que comenzaron las rondas entre los tres países. Hubo acuerdo en uno de los temas centrales: la protección de los trabajadores de la industria automotriz que provoca que la competitividad no sea a costa del salario de los trabajadores del sector sino de su modernización. Tanto aquellos que conducen las negociaciones por parte de Estados Unidos, como el propio Trump, han expresado su respeto y expectativa positiva ante el nuevo presidente de México.

Una vez allanados los desacuerdos bilaterales, se retomará la negociación con Canadá, con intención de que a fines de agosto se llegue a un acuerdo total y pueda firmarse en noviembre.  Sin embargo, para no aflojar la cuerda, las amenazas de Estados Unidos de imponer un arancel a las importaciones de autos por considerar el sector como un asunto de seguridad nacional se mantienen presentes.

A modo de cierre puede mencionarse que AMLO y su equipo lograron revertir la imagen negativa que se instaló durante la campaña electoral sobre su relación con el empresariado de México y el manejo económico. Al mismo tiempo, mantiene la prioridad en los ejes de transparencia y austeridad en el Estado y un claro compromiso con mejorar las condiciones sociales de los mexicanos.

[3] Elaborado por el INEGI y el Banco de México