Miguel Concha
Una de las ventajas que
permite el adelanto de los tiempos de la transición del gobierno en
funciones al gobierno electo, es que permite la expresión de la opinión
pública sobre temas de interés de la ciudadanía. Tal es el caso del
próximo gobierno de Ciudad de México (CDMX) y la anunciada desaparición
de la Secretaría del Trabajo y Fomento del Empleo, y la absorción de sus
funciones por la Secretaría de Economía. Se ha anunciado al respecto un
proceso de diálogo entre la Jefa de Gobierno electa y diversos actores
del mundo del trabajo. Con el ánimo de aportar a ese importante proceso,
propongo algunas ideas.
El punto de partida de todo diálogo debe de ser el derecho humano al
trabajo en sus dos dimensiones, tanto el derecho a trabajar, como el
derecho a condiciones adecuadas en el desempeño laboral. Como todo
derecho humano, tiene contenidos esenciales. Entre los principales, que
el trabajo debe ser a) Disponible, es decir, con la existencia de
servicios especializados para asistir y apoyar a las personas en la
identificación y obtención de empleos; b) Accesible, lo que significa
que debe existir un mercado de trabajo abierto a todas las personas, y
c) Aceptable y de Calidad, lo que implica condiciones favorables y
justas de trabajo, especialmente en lo relativo a las condiciones de
seguridad, al derecho a formar sindicatos y a elegir y aceptar
libremente el empleo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT)
adiciona a estos contenidos otros fundamentales bajo el concepto de
Trabajo Digno, el cual añade políticas de fomento de empleo de calidad.
Además, el Diálogo Social incluye, de acuerdo a la OIT,
todo tipo de negociación, consulta o simple intercambio de informaciones entre representantes de gobiernos, empleadores y trabajadores sobre cuestiones de interés común relacionadas con la política económica y social. (http://www.ilo.org/public/spanish/ dialogue/themes/sd.htm).
De lo anterior se sigue, a) que el derecho al trabajo no es un asunto
sólo jurisdiccional, sino que incorpora múltiples dimensiones; entre
ellas b) la política económica, sin que se reduzcan a ella, puesto que
el trabajo digno va más allá de la creación de ocupación y empleo; c) la
capacitación y asesoría para la obtención de empleos; d) la política
social como redistribución de recursos y protección social, y e) la
gobernanza, teniendo en cuenta que el diálogo social es entre gobierno y
actores del mundo del trabajo. Una relación tan compleja como la del
trabajo es a toda luz merecedora, no de acciones puntuales, sino de toda
una política pública impulsada y ejecutada por una agencia de gobierno
especializada y capaz de tener interlocución en plano de igualdad con
las demás agencias, a fin de poder lograr una política transversal en
materia laboral. Tarea que sería imposible por una instancia que esté
subordinada a otra, como ocurre con las subsecretarías.
Frente a lo anterior, es claro que resulta del todo plausible la
preocupación del gobierno electo por la austeridad en el uso de los
recursos públicos, misma que tiene una doble dimensión, por un lado
evitar el desperdicio en obras o consumo suntuario, y por otro optimizar
los rendimientos de cada peso que la sociedad le otorgue al gobierno.
En el primer sentido, no parece mucho lo que se podría ahorrar con la
supresión de la Secretaría del Trabajo, toda vez que hay recursos, como
los de la inspección laboral, o la capacitación para la ocupación y el
empleo, que son una parte importante de su presupuesto, y que en
cualquier hipótesis de reorganización administrativa continuarán
ejerciéndose. Por el lado de la optimización de recursos no parece una
mala inversión aumentar incluso el presupuesto para cumplir, tanto las
obligaciones que establece la modificación del artículo 123 de la CPEUM,
como las nuevas obligaciones que en materia laboral impone la
Constitución de CDMX.
En consecuencia, el anunciado proceso de diálogo entre la Jefa de
Gobierno electa y las organizaciones del mundo del trabajo debe ser la
gran oportunidad para que de él surja una secretaría del trabajo
fortalecida que se encargue tanto de la promoción de los aspectos
jurídicos, como de la capacitación, la elaboración de estrategias para
el fomento del trabajo digno, la protección de los derechos laborales y
el diálogo social. Así como de aquellas acciones que la adaptación del
trabajo al cambio tecnológico demanda, y las estrategias para la mejor
vinculación de las y los jóvenes al trabajo y la igualdad de género en
el ámbito laboral para la construcción de la cohesión social. Capaz de
diseñar y ejecutar una amplia política laboral en todas las líneas de
acción que el tiempo actual demanda.
Desde hace dos décadas las innovaciones realizadas por los gobiernos
de esta entidad han servido para impulsar cambios a escala nacional.
Hoy, cuando la sociedad ha ordenado avanzar en el cambio, es de
esperarse que la ciudad sea innovadora en la garantía del derecho humano
al trabajo.
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