Jorge Eduardo Navarrete
En estos meses aciagos se
ha tornado imperioso rastrear, día a día de ser posible, dos fenómenos
globales: la actividad económica y la pandemia. Las influencias
entrambas se revelan cada vez más extendidas e intrincadas. Una
formidable visión de conjunto de sus manifestaciones en la primera parte
del año, en México y en el mundo, quedó recogida en los 40 breves
ensayos que David Ibarra reunió en el número 51 (septiembre-diciembre de
2020) de ECONOMÍAunam, que ha empezado a circular, en línea (www.revistaeconomia.unam.mx) e impresa. Contribuí con un texto,
Pandemia: impactos inmediatos, secuelas por venir(pp 204-213), que puede leerse como una primera entrega que éste lleva adelante, aunque de ninguna manera complementa o concluye. Por alentadoras que en conjunto sean las noticias de semanas recientes sobre los avances en el diseño, prueba e incluso fabricación de diversas vacunas, pienso que apenas se atraviesa, penosamente por cierto, por las primeras fases de uno y otro fenómenos: pandemia y recesión.
La información de amplia disponibilidad sobre la primera se halla,
actualizada cada día, en el portal de la Organización Mundial de la
Salud (OMS). La segunda es más elusiva y mucho menos oportuna, lo que
fuerza a acudir a muy diversas fuentes y empaña la validez de algunas
comparaciones. Hacia el final de la primavera boreal prevaleció la
noción de que se había logrado controlar la expansión de la pandemia, a
un costo muy alto en términos de producción y empleo, por lo que
resultaba imperioso reanudar la actividad, aliviar el confinamiento y
otras restricciones para recuperar la normalidad –una nueva normalidad–.
En menos de tres meses, se ha tornado evidente cuán ilusoria era esa
visión.
Tras llegar a cerca de 90 mil diarios a principios de abril pasado,
los nuevos casos de Covid-19 reportados se mantuvieron por debajo de 100
mil hasta los tres últimos días de mayo. La cota de los 200 mil se
rebasó a principios de julio y en ocho de los primeros 16 días de agosto
el registró superó los 270 mil. En forma similar, hacia mediados de
abril el número diario de decesos alcanzó máximos por encima de 8 mil
para, en el curso de mayo y la primera mitad de junio, mantenerse
alrededor de la cota de 5 mil. El repunte lo ha retornado, entre finales
de julio y mediados de agosto, a cifras muy próximas a aquellos
máximos. Entre otros, estos indicadores hablan de una pandemia aún en
expansión que invade otros países y territorios y afecta a otros
estratos demográficos. Han menudeado las informaciones de retornos,
delimitados sectorial o territorialmente, a las medidas de suspensión de
actividad, confinamiento y restricción de viajes internacionales.
La OMS informa sobre la evolución de la pandemia en más de 200
naciones y territorios; la más oportuna de las informaciones sobre la
marcha económica, comercial, financiera y laboral se encuentra en la
sección estadística de The Economist, para las 43 economías
mayores. En su edición del 15 de agosto, informa sobre la actividad
económica en el segundo trimestre, medida a tasa anual, de 15 de ellas.
En todas –excepto China (+3.2 por ciento)– hubo contracción, con caídas
entre un mínimo de 0.7 por ciento en Taiwán y máximos de 15 a 23 por
ciento en seis países: España (22.1), Reino Unido (21.7), Francia (19),
México (18.9), Italia (17.3) y Filipinas (16.5). Para 23 economías la
información sólo llega al primer trimestre, lapso en que 12 de ellas se
contrajeron: entre 0.1 por ciento (Sudáfrica) y 5.4 por ciento
(Argentina), mientras que las restantes 11 aún crecieron, con tasa anual
máxima de 5 por ciento en Turquía. Al generalizarse la contracción, ha
desaparecido la expectativa de una vuelta rápida al crecimiento.
La tasa de desocupación en alguno de los dos o tres meses o en el
trimestre más reciente, alcanzó los dos dígitos en 11 de las 43
naciones, con máximo de 30 por ciento en Sudáfrica, y se situó entre 5 y
10 por ciento en 18 más. La Organización Internacional del Trabajo
estima que en el segundo trimestre, el número de horas en que dejó de
trabajarse para contener la pandemia equivalió a la pérdida de 305
millones de puestos de empleo. Los trabajadores informales fueron los
más afectados y, por género y edad, las mujeres y los jóvenes han
resentido los mayores impactos.
Han proliferado los vislumbres de muy diversos aspectos de un futuro
–o de diversos futuros– pospandemia, que nadie sabe cuándo empezará a
correr. He tenido oportunidad de asomarme a los recopilados por El País y, más recientemente, por Finance & Development,
la revista del Fondo Monetario Internacional. Concluyo con una breve
formulación de Arundhati Roy, citada por una de las autoras:
a lo largo de la historia, las pandemias han forzado a los humanos a romper con el pasado y a imaginar de nuevo el mundo. Esta no es diferente. Es un portal, un pasaje entre un mundo y el siguiente.
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