Pantalla Nómada
Alan Rodríguez
▲ Fotograma del filme Retrato de una mujer en llamas
Fue en los lejanos
años 70 a.C. (antes del Covid-19) cuando las ideas de Laura Mulvey
sacudieron la forma de apreciar el cine, sobre todo el clásico de
Hollywood. En su célebre ensayo
Placer visual y cine narrativolanzaba su crítica contra la mirada, determinada por la cámara, que proyecta la fantasía masculina en el cuerpo femenino estilizado. Un cuerpo femenino muchas veces dispuesto como espectáculo erótico, cumpliendo la norma de una narrativa patriarcal.
Un filme como Retrato de una mujer en llamas (2018), que
llegó a las salas comerciales esta semana, nos hace ver lo diferente que
hoy pueden contarse las películas con mujeres como protagonistas.
Escrita y dirigida por Céline Sciamma, la cinta estuvo en casi todos los
listados del mejor cine visto en 2019.
El relato se sitúa en 1770, cuando la joven pintora Marianne (Noémie
Merlant) llega con esfuerzo a un lugar apartado de la Bretaña francesa
para retratar a Héloïse (Adéle Haenel), recién salida del convento y
próxima a casarse contra su voluntad. El reto está en que el retrato de
bodas de la prometida renegada tiene que pintarse sin que ella lo sepa, y
con no muchos días para tan comprometida tarea.
Merlant, a quien vimos derrochando cachondez como esposa adúltera en Curiosa (Lou
Jeunet, 2019), aquí se sume en un abismo de desconcierto. Mientras
Adéle Haenel brilla como doncella imantada, irradiando su gracia
misteriosa.
Es notorio el cuidadoso tratamiento de la luz natural que se traduce en una admirable cinefotografía de Claire Mathon ( El extraño del lago,
2013), celebrada por la crítica internacional. La película se rodó en
8K porque Sciamma quiso capturar una amplia y dinámica gama de colores.
El resultado es un velo constante y tenue en las imágenes. Especie de
atmósfera diáfana y sobria.
La directora quiso romper con la perspectiva histórica que desestima el lesbianismo, apartándolo de los hechos importantes.
Las lesbianas no tenemos pasado: carecemos de historia. He querido otorgarnos uno. El papel de la mujer ha sido sistemáticamente excluido de la historia del arte, dijo a los medios. Con su filme, habla a favor de una historia y tradición repudiadas, a favor de aquellas y aquellos artistas subversivos e ignorados.
Sciamma consigue un bello fresco de intimidad y deseo femenino. Un
trabajo desprovisto del convencional espectáculo visual sobre los
cuerpos. Como Marianne debe retratar soterradamente a Héloïse, será
sobre todo el ojo de la pintora el que ejerza la mirada anti narrativa
clásica, al observarla con escrutinio, primero estético y luego amoroso.
En Retrato de una mujer en llamas hay prácticamente ausencia de
personajes masculinos. Es, en sí, un tratado sutil sobre la mujer porque
su historia gira en la órbita de las preocupaciones femeninas.
Evidencia la importancia de temas fundamentales del género, además del
lésbico, el embarazo, el matrimonio y el valioso arte creado por ellas.
Twitter: @kromafilm
No hay comentarios.:
Publicar un comentario