Editorial La Jornada
La Organización Mundial de
Comercio (OMC) presentó ayer los resultados del Barómetro sobre el
Comercio de Mercancías correspondientes al segundo trimestre del año. De
acuerdo con dicho estudio, que permite observar las modificaciones en
el intercambio mundial de productos con mayor antelación que otros
ejercicios estadísticos, entre abril y junio se mostró un retroceso de
18.5 por ciento con respecto al mismo periodo de 2019, la caída más
pronunciada desde que se inició el seguimiento en 2007. Asimismo, el
informe da cuenta de niveles de comercio alejados de las tendencias
anteriores al estallido de la pandemia de Covid-19, y señala al
transporte aéreo y los automóviles como los sectores más afectados,
mientras las materias primas y los componentes electrónicos habrían
resistido relativamente bien, hasta ahora.
Podría hablarse de una noticia buena y una mala a partir de los datos
del Barómetro. Por una parte, la evolución del comercio en el segundo
trimestre del año, el de mayor afectación económica por los efectos de
la crisis sanitaria, permite prever que la caída anual de los
intercambios internacionales será de 13 por ciento, cifra alejada de las
proyecciones más pesimistas. Sin embargo, el panorama se ve
ensombrecido por las señales de que la recuperación en lo que resta del
presente año y a lo largo de 2021 será más lenta de lo que se estimaba.
En buena medida, el escenario descrito no constituye una novedad,
pues desde hace meses los agentes económicos y la ciudadanía en general
han considerado que las secuelas del coronavirus en la economía serán
profundas y duraderas. También estaba claro que el crecimiento meteórico
de sectores como las entregas a domicilio, los servicios a distancia y
el comercio electrónico (el cual experimentó un aumento de 94 por ciento
en su volumen sólo en los primeros meses de la pandemia) no alcanzaría a
compensar las caídas sufridas por la mayor parte de los
establecimientos comerciales.
El hecho ineludible es que, en el corto y mediano plazos, habrá grave
afectación al comercio mundial, y que México resentirá de manera
significativa este fenómeno, debido, entre otros factores, a la
particular relevancia concedida a ese rubro en el marco del recién
puesto en marcha Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Esta realidad obliga a repensar el futuro de la economía nacional en un
entorno en el que el comercio mundial experimenta un enrarecimiento y
los sectores ostentan un comportamiento mucho menos previsible que antes
de la pandemia.
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