¿Hacia dónde va el PRI?
Es crónica de una muerte anunciada, sentencia Francisco Labastida Ochoa, ex candidato presidencial de este partido en el cual militan –o fueron expulsados– gobernadores y funcionarios del sexenio de Enrique Peña Nieto, ahora acusados de cometer delitos graves.
Para el político sinaloense, el ex mandatario “es el peor presidente emanado del tricolor”, mientras los símbolos del sexenio pasado son
frivolidad y corrupción, salvo honrosas excepciones, comenta en entrevista el ex secretario de Gobernación en la administración de Ernesto Zedillo (1994-2000), quien se afilió al PRI en 1964.
Con más de medio siglo de militancia, Labastida Ochoa hoy está
alejado de la vida partidista, no por la sana distancia que impone la
pandemia, sino porque es crítico del actual dirigente, Alejandro Moreno.
“Y lo digo con tanta tranquilidad porque cuando llegó a la actual dirigencia Alito,
yo dije que el futuro del PRI era muy sombrío y que estaba en riesgo su
sobrevivencia. Sigo pensando lo mismo y lo confirmo ahora con esas
decisiones que concentran poderes en una sola persona”.
Vista desde la barrera
Labastida se refiere a la sesión del consejo político
priísta del pasado 3 de agosto, en la cual se aprobaron reformas a su
estatuto para dar, entre otros aspectos, amplias facultades al
presidente del Comité Ejecutivo Nacional.
–¿De dónde surgió esa reforma?
–Estoy mal informado, lo tengo que reconocer, no estoy participando
en la vida del partido por la sencilla razón de que no le tengo respeto a
la dirigencia, tengo muy mala opinión de ella. Cuando Humberto Moreira
fue presidente del partido dije públicamente, cuando Peña estaba en la
candidatura, que yo no me paraba en el partido mientras Moreira fuera
presidente y lo cumplí. Ahora también, obviamente porque es gente a
quien no respeto y están haciendo mucho daño al partido.
–¿Qué tipo de daño?
–No es más que la continuación de lo que ocurrió en los años
anteriores. Cuando un partido está en el gobierno corre la suerte del
aprecio que al presidente o al gobierno le tienen ¿Por qué perdió
simpatía, popularidad y preferencia el partido entre la militancia y la
ciudadanía? Simplemente porque se lo ganaron con la corrupción que
imperó en el sexenio pasado.
▲ Francisco Labastida Ochoa, aspirante del PRI a la Presidencia de la República en el año 2000.Foto La Jornada
–Hay un señalamiento constante de hechos de corrupción hacia priístas
y ex priístas, algunos están ya en prisión y otros tienen procesos ¿Es
parte de lo que usted señala como crónica de una muerte anunciada?
–Todos los partidos tienen gente buena, regular y mala, nada más que
hay que saber escoger y hay que saber con quién unirse. A mí me
invitaron a ser secretario en el gobierno de Peña Nieto. No acepté. No
es la primera vez que declino.
Impopularidad, por corrupción
–Hay muchos funcionarios del sexenio pasado involucrados en presuntos actos ilegales…
–Sí, sí. Lamentable y dolorosamente. Yo llegué a afirmar que el presidente Peña era el peor que había tenido el partido.
–¿Ahora lo confirma?
–Sí, claro. Hay múltiples evidencias: la mala selección de candidatos
a gobernadores, de los funcionarios de su gobierno, con muy honrosas
excepciones; la frivolidad con la cual se manejó el gobierno, la
superficialidad, la falta de diagnóstico y de seriedad para manejar las
cosas. Puedo hablar muy largo al respecto y no quiero extenderme.
–¿Frivolidad y avaricia?
–Eso no es avaricia, es corrupción.
–¿La marca corrupción del PRI?
–No. A veces los gobiernos toman decisiones impopulares y su partido
va a la baja, por ejemplo, para arreglar una crisis económica, pero eso
es muy diferente a que se embolsen el dinero y se lo lleven a su casa.
Entonces, no está asociado. El partido ha tenido presidentes muy buenos
desde López Mateos, Ruiz Cortines, Cárdenas, De la Madrid, etcétera, y
también ha tenido algunos que son fatales, terribles.
–¿Es entonces imposible que el PRI remonte?
–Pues sí, sobre todo si va por el camino equivocado.
Fabiola Martínez
Periódico La Jornada
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