Tuxtla Gutiérrez, Chis. La colonia Yuquis se ubica
al lado oriente norte de Tuxtla Gutiérrez. Es parte de una zona que es
considerada como foco rojo por la violencia que se vive y también por la
situación de vulnerabilidad en la que se encuentran la mayoría de sus
habitantes. En este lugar vive Banessa Paola Gómez Aguilar, de 25 años
de edad, quien es licenciada en Criminología y Criminalística, y trabaja
para un programa de cultura comunitaria.
Durante la pandemia, a Banessa le ha tocado ver cómo dos de sus
conocidas de 18 años decidieron migrar a Tijuana para trabajar en las
maquiladoras, también tuvo que organizar una rifa para que otra de sus
vecinas pudiera pagar la inscripción de la universidad. Esa es la
realidad que viven las personas jóvenes en la periferia de una ciudad, y
cuando son mujeres hay que sumarle las desigualdades de género, dice.
Le molesta que el discurso oficial sobre las juventudes lo encabecen
las personas adultas, que además lo hacen sin tomar en cuenta las
diversas juventudes.
“Acaba de pasar el día de la juventud y veo foros donde solo hay una
persona joven, todos los demás son adultos, que hablan desde sus
privilegios y sin entender siquiera que no es lo mismo lo que pasa una
joven en el centro del estado que en la costa o las zonas indígenas.
Aquí mismo en la ciudad se vive diferente desde la periferia, en donde,
por ejemplo, con esta pandemia se toma clases desde los “ciber” o el
celular y la señal es muy mala. No hay acceso a tener una computadora en
casa o tener servicio de internet”.
Para Banessa los principales problemas que viven las juventudes en
Chiapas son: el acceso a la educación, el derecho a un trabajo digno y
la violencia, que actualmente ha alcanzado cifras históricas.
“Cuando hablo al acceso a la educación no solo me refiero a poder
entrar a una preparatoria o universidad, sino permanecer en ella y tener
las condiciones para tener un proceso de aprendizaje. Otro problema es
el poder tener nuestro primer empleo o un empleo digno, con salario y
horarios que no sean esclavizantes” detalló la joven.
Las mujeres jóvenes, dice, se enfrentan a los mismos retos, pero hay
que agregarle el acoso sexual en las escuelas, la calle y el trabajo,
además de la falta de garantías para decidir sobre su propio cuerpo.
Banessa habla de estos problemas que le ha tocado padecer, desde
tener que aceptar trabajos precarizados para pagar sus estudios hasta
sufrir acoso sexual laboral. Estas situaciones que la atraviesan y ha
vivido en experiencia propia es la que hizo acercarse al activismo
feminista.
A Banessa le gusta la música: los tigres del norte, el reggaetón y el
jazz. Un abanico diverso como lo son las juventudes. Le esperanza ver a
niñas y adolescentes que se están organizando bajo una conciencia
feminista, que quieren un cambio y trabajan en ello. No se trata de
romantizar la juventud ni de repetir que son el futuro porque ellos y
ellas son también presente.
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