1/28/2011

Don Samuel: modelo eclesial


Emilio Álvarez Icaza L.

La vida tiene ciclos, se abren y cierran simultáneamente. El caso de don Samuel Ruiz es uno de ellos, pues para los funerales y ceremonias luctuosas su cuerpo regresó a su amada diócesis el día que cumpliría 51 años de ser consagrado último obispo de Chiapas y primer obispo de San Cristóbal de las Casas. A lo largo de su fructífero caminar también se pueden ver distintas etapas y ciclos.

El don Samuel que llegó a Chiapas en 1960 realmente era otra persona, él mismo narró: "Al principio, cuando iniciamos nuestra labor pastoral, pensaba... lo primero que debíamos hacer era enseñar ‘castellano' a los pueblos y comunidades indígenas... También, como había mucha pobreza, la gran mayoría andaba sin zapatos; entonces pensaba que nuestra labor debería orientarse para conseguirles zapatos y ropa... después me dí cuenta que era una posición bastante ingenua. Luego entendimos que el principal problema no era el idioma o los zapatos, sino la profunda miseria y desigualad en la que se tenían oprimidos a estos pueblos".

La dura e injusta realidad de los pueblos indígenas lo transformaron. También contribuyeron a su evolución el Concilio Ecuménico Vaticano II y las sesiones de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Celam) realizadas en Medellín, Colombia (1968), y Puebla, México (1979). Es este proceso eclesial y social el que lo lleva a entender a las y los indígenas no como objetos, sino como sujetos y protagonistas de su propia historia.

Un sello de su trabajo pastoral fue precisamente entender que para enfrentar las desigualdades estructurales se tiene que trabajar por los derechos humanos, sobre todo acompañando a las víctimas. Su trabajo por la paz, la justicia y la dignidad fue largo y profundo, los ejemplos son múltiples, cabe resaltar que fundó el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, coadyuvó a la atención de miles de refugiados guatemaltecos, condujo las trabajos de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) y coordinó de los trabajos del Secretariado Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina (SICSAL).

Por supuesto que recibió amenazas y ataques por su labor y entendimiento del evangelio, y muchas veces provinieron desde las altas jerarquías del poder civil y religioso. Ahí están los fallidos intentos de Ernesto Zedillo por procesarlo penalmente, como él mismo le hizo saber a Ruiz en la reunión sostenida en Los Pinos el 11 de febrero de 1995, o las vergonzosas acciones de Girolamo Prigione (encargado de Negocios y luego nuncio apostólico del Vaticano en México entre 1978 y 1997), para limitar su trabajo, llegando incluso al extremo de actuar como personero gubernamental y manipular información para intentar obligar a don Samuel a renunciar.

También sufrió descalificaciones y calumnias, hubo hasta quienes decían que tenía armas ocultas en la Catedral de San Cristóbal. Tampoco faltaron quienes intentaron culparlo a él y a su equipo diocesano del levantamiento zapatista, sin reparar que "es la violencia estructural lo que originó el descontento".

El modelo eclesial promovido por Samuel Ruiz partió del entendimiento de que la Iglesia católica es medio y no fin, de que debe ser sencilla, humilde y comprometida con las y los pobres. Este modelo forma parte de su gran legado y se hace más grande aún al ver la pequeñez y mediocridad de los nuevos liderazgos episcopales, sobre todo en un momento en que México enfrenta tantos riesgos. Salvo contadas excepciones, cabe preguntarse ¿dónde están los arzobispos y obispos que defienden a las víctimas de los abusos de integrantes de las Fuerzas Armadas o a los migrantes o a los jóvenes o a las mujeres o a los homosexuales y lesbianas o a las víctimas de los pederastas? Con dolor hay que contestar que no se ven o se ven muy poco.

La vida y el testimonio de don Samuel representan uno de los más claros ejemplos del compromiso evangélico con las y los desposeídos, excluidos, discriminados y pobres. Su fidelidad a Jesús y modelo eclesial dejan un grande ejemplo para la sociedad y las iglesias de México, América Latina y el mundo. Se abren nuevos ciclos.

PARÉNTESIS:

Mañana sábado se cumple un año de la masacre de Salvárcar, Ciudad Juárez. Para no olvidar este acontecimiento se realizará una jornada ciudadana de ayuno y reflexión, que se llevará a cabo en el Monumento a Juárez (Av. Vicente Guerrero y Constitución en esa ciudad) del sábado 29 de enero a las 9:00 am al domingo 30 a las 12:00 del mediodía. Para obtener información y sumarse a la iniciativa se puede consultar www.estudiosecuménicos.org o al correo electrónico: cdhpasodelnorte@hotmail.com.
Defensor de los derechos humanos

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