Detrás de la Noticia | Ricardo Rocha
Y es que la larga pelea que tiene su culminación en julio del 2012 comienza desde esta misma semana. Porque aunque obviamente no se trata de una sumatoria, cada uno de los resultados subsecuentes de aquí a entonces irán modificando la percepción de los electores, influyendo en el ánimo de partidos y candidatos y obligándolos a replantear estrategias y campañas. Así ocurrirá también con Baja California, Coahuila, Estado de México, Hidalgo, Nayarit y Michoacán en lo que resta de este 2011, ya en la víspera de la grande, la elección presidencial del domingo primero de julio del año que viene pero que ya está aquí.
Por lo pronto, por los caminos del sur la cosa está que arde. Y sin exageración alguna, son cientos los personajes multipartidistas de muy diversos calibres los que se han dado cita sobre todo en el municipio de Acapulco donde —además de que mataron a Simón Blanco— se concentra un tercio del padrón de 2 millones de guerrerenses de los que se espera que más o menos la mitad acuda a las urnas. Por eso la meta anhelada para cualquiera de los candidatos es llegar a los 500 mil votos que les garanticen el triunfo en lo que ha sido una feroz disputa por la gubernatura. Un objetivo que aseguran haber alcanzado ya los dos principales contendientes porque, parafraseando al maestro Basurto, cada quien su encuesta.
A propósito, las dos muy confiables de EL UNIVERSAL anticipan que será Ángel Heladio Aguirre Rivero, candidato de la coalición Guerrero nos Une —que conforman PRD, PT y Convergencia— quien se imponga a Manuel Añorve Baños, candidato de la coalición Tiempos Mejores para Guerrero, donde suman PRI, Verde y Panal. En el sondeo del 13 de enero la ventaja de Aguirre era de seis puntos (51-45) y en la encuesta de apenas este lunes la distancia creció a siete puntos (50-43) después del debate donde el candidato sin posibilidades Marcos Efrén Parra del PAN creció de cuatro a siete puntos arrancándole uno a Aguirre pero dos a Añorve. Falta ahora ver qué efectos produce en las preferencias la declinación ayer del panista a favor de Aguirre. Además, las secuelas contra Ángel Heladio por la platiquita sostenida con la senadora Corichi donde ésta le ofrece 100 pinches locos zacatecanos, así como dulces, libros y algo más. Los propios perredistas en corto, me aseguraron que tal vez les arranque uno o dos puntitos, pero no más. Quién sabe. Lo único previsible por ahora es que si no hay un resultado contundente, de cinco o más puntos de diferencia, todo anticipa un conflicto postelectoral que ha de resolverse en los tribunales, con el alto riesgo de dirimirse también en enfrentamientos abiertos en ciudades y pueblos de Guerrero.
Mientras tanto, entre la golpiza criminal al perredista Guillermo Sánchez Nava y la cilindreada a él o ella para balconearlos en su cándida conversación, todo apunta a una contienda violenta y rabiosa como suele ocurrir entre familiares y que aún no ha terminado.
Porque, ¿para qué más que la verdad?, se trata de adversarios del mismo origen no sólo consanguíneo sino partidista. Aguirre y Añorve no únicamente son primos sino que el segundo fue secretario de finanzas del primero cuando, a la caída del cacique Figueroa II por el caso Aguas Blancas, Aguirre Rivero llegó a la gubernatura interna por el PRI, partido al que renunció para hacerse flamante candidato de perredistas, petistas y convergentes. Sobre todo después del desastre del impresentable gobernador seudoperredista Torreblanca y el crimen —todavía sin castigo— del candidato natural Armando Chavarría que dejó a la izquierda guerrerense sin futuro inmediato.
Pero hay mucho más: Guerrero es también la primera prueba muscular entre los que desde el centro juegan a las vencidas y han estado apoyando a sus candidatos no sólo por filiación partidista sino para demostrar quién es quién. De ahí la señal inquietante para el PRI de la ausencia en los cierres añorvistas de un Enrique Peña Nieto que habiendo estado ahí y aportado recursos ahora se guarda en la recta final. En contraste, un exultante Marcelo Ebrard le levanta la mano a Aguirre para simbolizar una victoria política que él siente segura.
Total que Guerrero será el primer round de una guamiza que, si sigue como arrancó, se anticipa muy ruda entre los que se suban al ring. Por lo pronto, se tiene a un PAN desaparecido del mapa, una coalición de izquierda con un relativo triunfo inicial —para paliar lo que viene— y un PRI que, hasta el momento, tendrá que eliminar de su diccionario el precipitado y mamerto calificativo de “invencible”.
P.D. Luego de algunos devaneos, esta columna se establece ya los miércoles. Gracias siempre.
ddn_rocha @hotmail.comFacebook: Ricardo Rocha-Detrás de la Noticia Twitter: @RicardoRocha_MX
Por lo pronto, por los caminos del sur la cosa está que arde. Y sin exageración alguna, son cientos los personajes multipartidistas de muy diversos calibres los que se han dado cita sobre todo en el municipio de Acapulco donde —además de que mataron a Simón Blanco— se concentra un tercio del padrón de 2 millones de guerrerenses de los que se espera que más o menos la mitad acuda a las urnas. Por eso la meta anhelada para cualquiera de los candidatos es llegar a los 500 mil votos que les garanticen el triunfo en lo que ha sido una feroz disputa por la gubernatura. Un objetivo que aseguran haber alcanzado ya los dos principales contendientes porque, parafraseando al maestro Basurto, cada quien su encuesta.
A propósito, las dos muy confiables de EL UNIVERSAL anticipan que será Ángel Heladio Aguirre Rivero, candidato de la coalición Guerrero nos Une —que conforman PRD, PT y Convergencia— quien se imponga a Manuel Añorve Baños, candidato de la coalición Tiempos Mejores para Guerrero, donde suman PRI, Verde y Panal. En el sondeo del 13 de enero la ventaja de Aguirre era de seis puntos (51-45) y en la encuesta de apenas este lunes la distancia creció a siete puntos (50-43) después del debate donde el candidato sin posibilidades Marcos Efrén Parra del PAN creció de cuatro a siete puntos arrancándole uno a Aguirre pero dos a Añorve. Falta ahora ver qué efectos produce en las preferencias la declinación ayer del panista a favor de Aguirre. Además, las secuelas contra Ángel Heladio por la platiquita sostenida con la senadora Corichi donde ésta le ofrece 100 pinches locos zacatecanos, así como dulces, libros y algo más. Los propios perredistas en corto, me aseguraron que tal vez les arranque uno o dos puntitos, pero no más. Quién sabe. Lo único previsible por ahora es que si no hay un resultado contundente, de cinco o más puntos de diferencia, todo anticipa un conflicto postelectoral que ha de resolverse en los tribunales, con el alto riesgo de dirimirse también en enfrentamientos abiertos en ciudades y pueblos de Guerrero.
Mientras tanto, entre la golpiza criminal al perredista Guillermo Sánchez Nava y la cilindreada a él o ella para balconearlos en su cándida conversación, todo apunta a una contienda violenta y rabiosa como suele ocurrir entre familiares y que aún no ha terminado.
Porque, ¿para qué más que la verdad?, se trata de adversarios del mismo origen no sólo consanguíneo sino partidista. Aguirre y Añorve no únicamente son primos sino que el segundo fue secretario de finanzas del primero cuando, a la caída del cacique Figueroa II por el caso Aguas Blancas, Aguirre Rivero llegó a la gubernatura interna por el PRI, partido al que renunció para hacerse flamante candidato de perredistas, petistas y convergentes. Sobre todo después del desastre del impresentable gobernador seudoperredista Torreblanca y el crimen —todavía sin castigo— del candidato natural Armando Chavarría que dejó a la izquierda guerrerense sin futuro inmediato.
Pero hay mucho más: Guerrero es también la primera prueba muscular entre los que desde el centro juegan a las vencidas y han estado apoyando a sus candidatos no sólo por filiación partidista sino para demostrar quién es quién. De ahí la señal inquietante para el PRI de la ausencia en los cierres añorvistas de un Enrique Peña Nieto que habiendo estado ahí y aportado recursos ahora se guarda en la recta final. En contraste, un exultante Marcelo Ebrard le levanta la mano a Aguirre para simbolizar una victoria política que él siente segura.
Total que Guerrero será el primer round de una guamiza que, si sigue como arrancó, se anticipa muy ruda entre los que se suban al ring. Por lo pronto, se tiene a un PAN desaparecido del mapa, una coalición de izquierda con un relativo triunfo inicial —para paliar lo que viene— y un PRI que, hasta el momento, tendrá que eliminar de su diccionario el precipitado y mamerto calificativo de “invencible”.
P.D. Luego de algunos devaneos, esta columna se establece ya los miércoles. Gracias siempre.
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