Madrid, 22 jul. 14. AmecoPress. Próximos/as
al 22 de julio, Día Internacional del Trabajo Doméstico, las presentes
Notas tienen la intención de instalar algunas conjeturas -no sin
preocupación- en torno a las nuevas servidumbres feminizadas en nuestras
sociedades a partir de un sector laboral paradigmático: el del trabajo
doméstico remunerado. Todo con la intención de continuar profundizando
en una crítica radical a la domesticidad.
a- Marcos
A nivel
mundial, el empleo doméstico (entendiendo por domus casa), también
llamado empleo en casas particulares, en casas de familia, en el hogar o
trabajo doméstico remunerado (que incluye tareas domésticas y/o de
cuidados), posee en general regulaciones específicas de carácter
discriminatorio respecto del resto de empleos. A su vez, se trata de uno
de los sectores con mayores índices de informalidad e invisibilidad. El
95% de los/las trabajadores/as domésticos/as remunerados son mujeres,
variando muy levemente el porcentaje según el lugar. Además, dependiendo
de la localización, quienes trabajan en este sector poseen «marcas»
etnorraciales, de clases y de estatus migratorio que conectan a esta
labor con antiguas modalidades de servidumbre.
En dicho
contexto, vemos que en los últimos años hay un gran interés tanto desde
los sectores académicos, activistas feministas como sindicales por
visibilizar este trabajo en sus dimensiones remuneradas y no
remuneradas, dando cuenta de la multiplicidad de factores que lo traman y
lo producen como un trabajo infravalorado, razón por la cual se han
activado diversas estrategias de reconocimiento, de redistribución y de
transformación radical.
En el plano
internacional, específicamente en materia de trabajo doméstico
remunerado, es de destacar el Convenio 189/2011 (OIT - Convenio sobre el
trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos) y
la recomendación 201/2011, instrumentos jurídicos que han sido
fundamentales para crear un marco jurídico global. No sin dificultades,
varios países van ratificándolos y asumiendo los compromisos que ello
acarrea. En este clima jurídico, se están produciendo nuevas
regulaciones estatales que, sea vía la inclusión de este sector en los
códigos de trabajo (por ejemplo en Costa Rica), sea vía regímenes
especiales más garantistas y próximos a las regulaciones laborales
comunes (por ejemplo, en Argentina), presentan cambios sustanciales en
la materia que se traducen en mejores condiciones de trabajo. Sin
embargo, las nuevas normativas tanto internacionales como estatales, que
no obstante celebramos, no significan necesariamente cambios en las
significaciones y prácticas de este empleo, sino que habrá que activar
otros sentidos tanto en los dispositivos jurídicos como en las
discursividades sociales en sentido amplio para disputar y modificar las
matrices que lo producen como tal.
b- Feminización, precariedad, nuevas servidumbres
Uno de los
sectores laborales paradigmáticos que se observan dentro de los procesos
de feminización del trabajo, entendida como precarización del trabajo
por la subvaloración de lo femenino como significante (Lerussi, 2014),
es el del sector doméstico y de cuidados, y como parte de las nuevas
servidumbres feminizadas (Spivak, 2006).
En este
sentido, a pesar de que la tendencia actual en el sector doméstico y de
cuidados es el régimen de trabajo «puertas afuera», sea por jornada
completa (8 horas) o por horas, aún existen un sinnúmero de trabajadoras
–con una fuerte presencia de mujeres migrantes- que laboran bajo la
modalidad «puertas adentro» o «sin retiro». En este caso, la trabajadora
vive donde trabaja, brindando muchas veces un servicio prácticamente
ininterrumpido (lo cual propicia situaciones de explotación laboral),
carente en innumerables casos de una clara separación entre «trabajo» y
«vida personal» (lo cual muchas veces restringe el derecho a la
intimidad de la trabajadora), y en un sector laboral en donde las
inspecciones del trabajo estatales son prácticamente nulas (lo cual
facilita la invisibilización de toda clase de infracciones y de
violencias, muchas de las cuales podrían configurarse en verdaderos
delitos). Situaciones todas que en ocasiones pueden ser precursoras o
constitutivas de ciertas modalidades de servidumbres domésticas,
necesarias de ser reconocidas y denunciadas en las instancias judiciales
así como acompañadas desde las organizaciones feministas y sindicales
del sector, en articulación con otros sindicatos y movimientos sociales
emancipatorios.
c- Estrategias
Por lo dicho,
entendemos que las estrategias relativas al trabajo doméstico remunerado
deberían centrarse en: El reconocimiento de derechos laborales de
máxima para las trabajadoras en casas particulares en todo el mundo, en
su mayoría mujeres trabajadoras en un sector que hemos caracterizado con
anterioridad como infravalorado.
La exigencia de
la garantía y protección por parte del Estado de las condiciones
laborales, sobre todo en lo atinente a la inspección del lugar de
trabajo, donde prime no el derecho a la intimidad de la parte
empleadora, sino los derechos laborales de la parte trabajadora. El
lugar de trabajo considerado espacio de la intimidad y la privacidad
para algunos/as, es para la trabajadora espacio laboral: sus derechos
deben ser garantizados y protegidos.
El total
cumplimiento de las obligaciones de la parte empleadora en condiciones
de máxima. La continua reflexión y el permanente activismo crítico
respecto de la actual organización de nuestras comunidades
predominantemente capitalistas, clasistas, heteropatriarcales, sexistas y
racistas, en donde el trabajo doméstico remunerado anuda de manera
visceral, y a veces hasta brutal, un sinnúmero de marcas de exclusión.
Referencias:
• Lerussi, R.
(2014): La retórica de la domesticidad. Política feminista, derecho y
empleo doméstico en la Argentina. La Plata, EDULP/UNLP, tesis doctoral
en prensa.
• Spivak, G.
(2006): ¿“Porqué los estudios de mujeres?”. En Bastida Rodríguez, P. y
Rodríguez González, C. (eds.) y Carrera Suárez, I. (coord.), 2010,
Nación, diversidad y género: perspectivas críticas. Barcelona,
Anthropos, pp. 15 – 40.
Foto: archivo AmecoPress
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