7/22/2014

De abusos de Mamá Rosa... y apuros de Papá Gobierno

Ricardo Monreal Ávila 
adnpolitico
Operativos para la televisión, presentación de inculpados a los medios antes que a un juez, desfile de víctimas agradecidas por la liberación oportuna, juicios electrónicos sumarios y sentencias de culpabilidad fast-track; es decir, la debida manipulación sobre el debido proceso, toda la gama de prácticas antijurídicas conocidas como “justicia sumaria mediática”, que convirtieron tristemente en una celebridad al secretario de seguridad Pública federal del gobierno anterior, está de regreso en el caso de "Mamá Rosa". Sólo faltaron las recreaciones expost.

La lección no se aprendió. El “monopolio de la violencia legítima” termina deslegitimado por la forma arbitraria de operar. Toda las presuntas violaciones y hechos delictivos que se busca castigar quedan neutralizados y desnaturalizados por el vicio de origen con que se atropellan, invalidan y pisotean las garantías elementales de presunción de inocencia y el debido proceso.

Si el medio es ilegítimo, los fines terminan siéndolo también. ¿Qué se buscaba en realidad con el operativo en contra de un albergue de niños de la calle administrado sin recursos públicos por Rosa Verduzco, una octagenaria que dedico las tres edades de su vida a cuidar y educar infantes abandonados? ¿Qué tipo de presuntas violaciones, abusos sexuales, comida caduca, maltratos infantiles, daños sicológicos y castigos corporales cometidos y encubiertos en La Gran Familia los hace diferentes a los cientos de casos denunciados en escuelas públicas y privadas, casas de cuna, guarderías del IMSS, estancias infantiles del ISSSTE o casas de asistencia para madres trabajadoras del DIF o de la Sedesol?

No sólo la forma evoca el retorno de García Luna. También el entorno. Cada vez que la anterior administración enfrentaba una baja en la popularidad, un bache económico, una crisis de carestía de alimentos (tortilla o huevos), una presión internacional o una medida antipopular, la justicia mediática centrada en la debida manipulación de los hechos llegaba como una cura momentánea, como el debido distractor oportuno, para intentar centrar la atención en otro tema o para acreditar una procuración de justicia hechiza, epidérmica, fraguada a base de golpes telegénicos.

En el caso de "Mamá Rosa", los apuros de "Papá Gobierno" vienen envueltos de una presión internacional por los niños migrantes no acompañados, por las protestas de organizaciones campesinas en contra de las “apropiaciones temporales” de tierras de cultivo contempladas en la reforma energética, por una carestía de alimentos básicos y por un estancamiento de la economía y de la popularidad presidencial.

Si en el primer año de la actual administración la agenda de reformas se antepuso al tema de la inseguridad, el segundo año ha sido a la inversa: la inseguridad cotidiana se ha montado sobre la agenda aspiracional de un presunto México transformado, donde casos como el de "Mamá Rosa" dibujan un México deformado, no reformado. Y donde prácticas como la justicia sumaria mediática de García Luna siguen tan presentes hoy como ayer.

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