7/21/2014

Slim: la movida genial

Sara Sefchovich
Brillante Carlos Slim. Por algo es el gran empresario que es, por algo ha llegado a ser uno de los hombres más ricos del mundo.
Le hicieron leyes específicas para jorobarlo, y él les dio la vuelta. Quisieron hacer ganador a su enemigo y él va a resultar tan ganón como siempre.
Su decisión de vender parte de su empresa de telefonía para dejar de ser preponderante es genial. No hay otra palabra para describirla.
Y además prometió hacerlo ¡en seis meses! a tiempo justo para cuando entre en vigor la ley. ¿Cuándo en México se llevan a cabo de manera tan expedita acciones de naturaleza tan compleja? Pero “Slim es de los que cumple lo que promete”, afirma Lorenzo Meyer.
Con ésta medida, seguirá siendo el rey y además tendrá efectivo en las manos para invertir en lo que quiera, sea aquí o en otros países.
¿Qué puede hacer frente a una decisión como la tomada por el empresario, un gobierno que dice querer terminar con los monopolios pero en lugar de eso, decide acabar con uno solo de ellos y darle todo el apoyo al otro? ¿Y qué puede hacer ese otro monopolio, que desde hace rato quiere entrar en el negocio de la telefonía pero no quiere que nadie le compita en el negocio de la radio y la televisión? No pueden hacer nada. ¡Qué jugada maestra!
Frente a una pedrada del poder televisivo aliado al poder presidencial, y aliado también al poder de los opinadores que no lo soportan por rico, allí donde parecía que no era posible hacer nada que no fuera aguantar, Carlos Slim respondió por donde menos lo imaginaron.
Su reacción causó tal sorpresa, que hasta dijeron que no lo hará, que es una trampa, una mentira y paradójicamente, lo acusaron nada menos que ¡de arrogante!: ¿Cómo se atreve a defenderse? ¿A escoger “el negocio y no el servicio”? ¿Cómo se atreve a no querer regalar la interconexión, a no dejar que utilicen sin pagar aquello en lo que él invirtió? ¿Cómo se atreve a pretender impedir que “se perpetúe el monopolio” de una televisora, como dijo un senador?
Carlos Slim se ha convertido en objeto de iras y envidias para muchos. Y tienen razón: es de envidiar. Porque todo lo que toca lo convierte en oro y eso da mucho coraje.
Es cierto: la oportunidad se la puso en charlola de plata hace años un presidente y eso no debió suceder. Pero ya sucedió. Y ante esto, si de verdad querían cambiar las cosas, debieron trabajar para “resolver la concentración de los medios, la concentración del poder monopólico y el control de la opinión púbica” como pidió otro senador. Es decir, para echar para atrás el privilegio de haberle regalado a un solo hombre un servicio como ese. Pero eso no se hizo.
Lo que se hizo en cambio, fue una ley cuyo único objetivo es jorobar a Slim.
Explicación no pedida, acusación manifiesta: Manlio Fabrio Beltrones repitiendo hasta el cansancio que no es una legislación con dedicatoria y Televisa repitiendo hasta la saciedad, en voz de su comunicador principal, información sesgada a más no poder y manteniéndose calladita sobre lo que les convenía, lo que ellos ganaron.
“Los hombres de gran significación sucitan siempre entre quienes los rodean la envidia de aquellos a los que involuntariamente eclipsan y que no aceptan con gusto el hecho de verse relegados. Puede afirmarse con seguridad que incuban sentimientos cada vez más hondos de envidia que solamente aguardan la oportunidad de manifestarse. En las pasiones que estimulan y alimentan el espíritu de persecusión, se hacen patentes siempre los sentimientos más bajos. Y la envidia es el más bajo de todos ellos”.
Estas palabras fueron escritas en el siglo XVII por un filósofo holandés llamado Baruch Spinoza. Él también por cierto, tuvo la frase adecuada para nuestros legisladores: “No he podido todavía maravillarme suficientemente acerca de sus sinsentidos”. 
sarasef@prodigy.net.mx, www.sarasefchovich.com

Escritora e investigadora en la UNAM

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