Excluidas de educación superior afrontarán desempleo y pobreza
La falta de políticas públicas enfocadas a garantizar el acceso a la educación y disminuir las brechas de género de las mexicanas provocó que en el reciente examen de admisión al nivel superior, nueve de cada 10 aspirantes (entre mujeres y hombres) fueran rechazados de las universidades.
Así, en el caso de las jóvenes, enfrentarán desempleo, bajos salarios, embarazos no deseados, y trabajos del hogar y de cuidados sin remuneración.
Para el ciclo escolar 2014-2, de 200 mil aspirantes a nivel licenciatura sólo 20 mil lograron ingresar a las universidades públicas, por lo que el 90 por ciento quedó fuera; es decir, las universidades de mayor demanda como la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) tienen la capacidad de admitir sólo a uno de cada 10 aspirantes.
Aunque no se sabe con exactitud cuántas de las personas no aceptadas son mujeres, Irma Saucedo González, investigadora de la UNAM, señaló en entrevista que el rechazo de las jóvenes en el nivel superior limita sus posibilidades de desarrollo y las arraiga al trabajo del hogar.
Detalló que desde 1994 académicas e investigadoras en demografía ya habían señalado que en los futuros años el número de jóvenes iba a representar un desafío para los servicios de educación y trabajo, lo que debió derivar en políticas públicas preventivas de los procesos sociales demográficos en México.
Sin embargo, pese a la advertencia de las y los investigadores no surgieron políticas públicas y modelos educativos capaces de cubrir las necesidades de la población, por lo que la experta acusó que esta ausencia se debe a un desconocimiento integral y un descuido de legisladores y funcionarios, como los secretarios de Educación, quienes deberían hacer proyecciones.
Saucedo González explicó que la primera política pública debería ser ampliar la oferta de espacios educativos a nivel bachillerato y universitario. En las licenciaturas –acotó– se deberían plantear otras alternativas educativas de especialización técnica, para que las y los jóvenes compitan en el mercado.
Aclaró que si estas políticas públicas carecen de enfoque de género no beneficiarán a toda la población, ya que la gran cantidad de barreras que enfrentan las mujeres para acceder a la educación y al empleo están vinculadas con factores sociales que las mantienen en condiciones de marginalidad y exclusión.
Irma Saucedo agregó que a lo anterior se suman las brechas de clase y etnia, que también padecen las mujeres.
En ese sentido, la falta de política pública para la oferta educativa y de trabajo impacta de manera más fuerte a las mujeres, porque de por sí ellas ya traían una serie de cargas y factores excluyentes antes de que viniera la “crisis” en la educación por el bono demográfico (crecimiento de la población juvenil en edad productiva pero sin oportunidades), enfatizó.
Así, la perspectiva de género debería acompañar a toda política pública para que al mismo tiempo que se revise el proceso de inserción a los espacios educativos, se trabaje sobre los factores que excluyen a las mujeres de estos ámbitos.
Estas políticas, agregó, deben ser informadas y estar basadas en evidencias –no en la voluntad de los políticos– para que se diseñen recursos y herramientas para que las mujeres y las minorías no sean excluidas de la educación, tanto en los entornos rurales como en las ciudades.
La investigadora de la UNAM enfatizó que es una responsabilidad del Estado dotar a su población de las herramientas para que haya productividad en el país, y no responsabilizar a las jóvenes por “no estar preparadas” para ingresar a la educación.
“No es que haya jóvenes que no quieran ni estudiar ni trabajar, sino que tenemos un Estado que ni provee educación ni trabajo”, reviró.
La académica también señaló que el panorama para quienes no pudieron acceder a la universidad en este ciclo escolar es peor para las mujeres que para los varones, ya que el acceso al empleo digno es casi imposible para ellas, y una vez en él enfrentan desigualdad salarial, flexibilidad e informalidad.
Además, las mujeres que no tienen acceso a la educación, a la información y carecen de movilidad en sus entornos, van a ser mujeres que van a regresar a una forma de pensamiento que limita su desarrollo, lo que podría derivar en matrimonios prematuros, embarazos no deseados y la perpetuación de la pobreza.
Saucedo González alertó que el reto del desarrollo es doble para las mujeres, pero la mayor parte de la responsabilidad la deben asumir las instituciones de gobierno, que deben ofrecer otras alternativas para que ellas tengan más opciones para romper la pobreza y los círculos de violencia.
UNA REALIDAD
“Diana” tiene 22 años y fue una de las aspirantes no aceptadas en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UNAM. Estudió el bachillerato en una escuela privada de poca calidad debido a que no pasó el examen de admisión para ninguna preparatoria de la máxima casa de estudios, esto a pesar de que durante su educación básica en instituciones públicas del Estado de México obtuvo los mejores promedios.
Quiere ser escritora y a pesar de no pasar el examen en su tercer intento, está empeñada en su vocación. De acuerdo con su relato, luego del primer intento sintió que su autoestima y su confianza decayeron, además su madre –quien se dedica al hogar– y su padre –desempleado– nunca consideraron que ella pudiera ser profesionista.
Después de este último rechazo y aunque cada vez le faltan menos puntos para alcanzar la calificación requerida, “Diana” no volverá a presentar el examen.
Está convencida de que “no sirve para el estudio y que en la escuela sólo quedan los más inteligentes”. Sin embargo, hace dos años ella escribió algunas historias que mandó a un concurso de “Avón” (cada una bajo un seudónimo diferente), y un mes después se enteró que obtuvo el primero y el segundo lugares.
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario