Semanas atrás se realizó en la Ciudad de Buenos Aires la 1º marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir.
Centenares llevaron al Congreso de la Nación la voz de las 36 etnias
que habitan el territorio del Estado argentino. Visibilizaron la
situación que viven en particular las mujeres como consecuencia del
avance de las grandes corporaciones extractivistas y la expulsión de
sus territorios ancestrales.
Por Belén Spinetta
COMUNICAR IGUALDAD- Caminando a paso lento y firme
avanzan por las calles de la capital argentina. Visten sus atuendos
originarios, portan sus banderas -entre ellas la wiphala (símbolo de
los pueblos originarios andinos) y la wenufoye (de la nación mapuche)-,
cantan y tocan el kultrum, el cuerno y otros instrumentos pocas veces
escuchados en las movilizaciones. “Dignidad, territorio”, “necesitamos que nos tengan en cuenta, las mineras avanzan y nosotras retrocedemos”,
“la tierra robada será recuperada”, “los pueblos unidos jamás serán
vencidos”, “traemos en nuestras manos la esperanza, la posibilidad de
reconstruirnos como país”; esas son las consignas. Es el 21 de
abril de 2015 y centenares de mujeres caminan haciendo historia,
formando parte de la 1ª Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir.
“A días de que la presidenta dijo que todos venimos de los barcos
estamos demostrando que esa no es una verdad contundente, que hay una
población de diversos colores que conforman este país y que tenemos
propuestas para perpetuar la vida”. La que habla es Moira Millán,
mujer, mapuche y coordinadora de la marcha a metros de llegar al
Congreso de la Nación. Ya en el recinto, el mensaje es contundente: “Esta
marcha no es sólo histórica porque entramos por primera vez al Congreso
de la Nación, es histórica porque a partir de hoy nos desafiamos a
entrar en el corazón y en el imaginario de un país que nos negó”, afirma Moira ante un auditorio repleto de mujeres de las distintas etnias.
“Este proyecto ha sido el resultado de la participación directa de
todas las hermanas de las 36 naciones originarias, el producto del
acuerdo y el consenso. El pueblo argentino conforma una sola
nación y todavía no se ha puesto de acuerdo para poder legislar en
función de la vida. Venimos a decir que el acuerdo y el consenso por el
buen vivir es posible y los invitamos a sumarse”, concluye y cierra al grito de “¡Marici Weu!” (“Diez veces venceremos”).
Desafiando los valores occidentales
“Entiéndase como la filosofía del buen vivir, el
restablecer la cohabitación en reciprocidad y armonía entre los pueblos
y con la naturaleza” afirma el artículo 4 del
anteproyecto de ley que presentaron las mujeres originarias en el
Congreso de la Nación y que propone la creación de un Consejo de
Mujeres Originarias por El Buen vivir, un concepto que en América
Latina ya tiene antecedentes ya que ha sido incorporado a las
constituciones de Bolivia y Ecuador.
COMUNICAR IGUALDAD dialogó con Irma Caupan,
originaria mapuche, y Luisa Batallanos, kolla, quienes integraron el
grupo organizador de la marcha y que explican el diagnóstico que las
llevó a encarar esta iniciativa: en los últimos años hubo un
retroceso en términos de derechos fundamentales ante la avanzada voraz
de las empresas extractivistas y de los grandes latifundios.
¿A que nos referimos cuando hablamos del “buen vivir”?
Irma: Sobre todo nos referimos a la reciprocidad entre los pueblos y la armonía con la naturaleza. No
pensar en una pirámide o algo estratificado, que hay personas o seres
más importantes… sino que estamos todos con mismo nivel de importancia. Nos consideramos parte del territorio y el territorio es la vida, por eso necesitamos la armonía con la naturaleza. Porque es la que nos da la vida, el agua, la identidad, la cultura.
Luisa: Se trata de cuidar la naturaleza y tomar lo que realmente necesitamos, no saquearla.
La tierra es nuestra madre. La Pachamama es la madre nuestra, venimos
de su vientre y vamos a volver a su vientre. Entonces el tiempo que
estamos sobre ella tenemos que amarla, cuidarla, respetarla.
¿Cómo surge la propuesta de realizar una marcha de mujeres originarias?
I: Esto surgió hace dos años en Rosario con un
grupo de mujeres originarias que vieron la necesidad de empezar a
visibilizar las distintas problemáticas de las mujeres. La coordinadora
de la marcha, Moira Millán, estuvo recorriendo distintas comunidades,
realizando talleres, escuchando, para conocer cuáles eran las
necesidades.
L: Y este año realizamos un encuentro de mujeres
originarias por el buen vivir en Epuyen (Chubut) en el que participaron
hermanas de distintas comunidades. Allí se logró elaborar el
anteproyecto de ley que es lo que presentamos el 21 de abril en el
congreso.
¿Cuáles serían los objetivos del Consejo de Mujeres por el Buen Vivir?
I: Como señala el proyecto buscamos que se
pueda llevar adelante la realización de un proceso de consulta,
participación, información y difusión para elaborar y proponer
normativas y políticas que garanticen y efectivicen el Buen Vivir. Se propone que cada pueblo designe dos consejeras, de acuerdo a su filosofía ancestral y a sus modos propios de organización.
Según el registro que pudieron realizar ¿Cuáles son las principales problemáticas que sufren las mujeres originarias?
I: Una de las cosas más importantes que tenemos en este momento es el feminicidio en las comunidades, no
porque se dé dentro de las propias comunidades sino que están
vinculados a los conflictos con las corporaciones extractivistas y los
latifundios. Se infringe violencia y terror en las
comunidades para que se vayan las familias y el lugar quede liberado
para el avance de los megaproyectos. Hay que tener en cuenta
también que muchos hombres salen a trabajar por temporadas, como
trabajadores golondrinas, y las mujeres quedan solas con sus familias.
Este 3 de junio nos sumamos a la iniciativa “NiUnaMenos” porque los femicidios de las mujeres originarias están totalmente invisibilizados.
L: Con el desplazamiento de los territorios se ha
agravado el problema de la salud. Por un lado, poder acceder a los
centros de salud, pero el despojo del territorio también
afecta la salud en las comunidades, porque ya no tienen siquiera donde
sembrar sus semillas, sus plantas medicinales, no tienen agua. En el norte muchas mujeres y niños enferman por la contaminación del agua.
¿Los gobiernos, particularmente el nacional, toman medidas?
I: No hay una medida responsable por parte
del gobierno porque justamente son parte de estas medidas
irresponsables, por ejemplo avalando y fomentando proyectos petroleros
contaminantes sobre tierra mapuche o los mega emprendimientos mineros. Aparte del constante ocultamiento de nuestra realidad. Los territorios están siendo cada vez más devastados y las principales víctimas son las mujeres y los niños
L: se crearon organismos como el Instituto Nacional
de Asuntos Indígenas INAI que están totalmente cooptados y no están
realmente para defender los derechos de los pueblos originarios.
Ustedes hacen mucho hincapié en el silenciamiento ¿a qué creen que se debe esto?
I: Y fíjate tenemos un acampe qom desde hace 110 días en plena 9 de julio y sigue invisibilizado y sin respuestas de las autoridades. Y una presidenta que dijo que todos somos inmigrantes, pero la realidad es que el 60% de los que vivimos en este país tenemos raíces originarias. El tema es que tenemos que asumirnos como originarios, hay mucha gente que no lo hace, no lo sabe… ése trabajo hay que hacerlo: asumir la identidad.
¿Y cómo se hace?
I: Es un proceso por un lado personal y por el otro
colectivo, de ir sumándose a este tipo de movimientos. Reencontrarse
con las raíces. Reconocerse y buscarse en otros pares para poder seguir
construyendo qué es lo que estamos tratando de hacer.
¿Qué balance hacen de la marcha y de los pasos que vienen dando?
L: Fue muy fructífero. Hemos logrado muchas cosas, por empezar poder entregar el anteproyecto de ley. En segundo lugar, el
reconocimiento en muchos órdenes de las mujeres originarias, se nos
mira de otra manera… y muchas mujeres se despertaron con esta marcha y
empezaron a reconocerse ellas como originarias. Se empoderaron.
I: Fundamentalmente que pudimos presentar el
anteproyecto. Y que las hermanas pudieron alzar la voz porque hablaron
desde diferentes comunidades, tuvimos testigos, diputados,
legisladores, pudimos ocupar espacios. El oficialismo no estuvo, en
ningún momento nos apoyó.
Las mujeres originarias hicieron llegar su propuesta nada más y nada
menos que al Congreso de la Nación. Visibilizaron las opresiones que
sufren y la situación de vulnerabilidad que atraviesan. Afirman que son
víctimas de precarización laboral, trata y trabajo en condiciones de
esclavitud. Denuncian prácticas sociales e institucionales que fomentan
la opresión y discriminación colocándolas en las peores condiciones de
vivienda, en los barrios y escuelas, en el trabajo y trato público.
Caminando unidas proponen “el buen vivir”, una filosofía que
desafía los valores occidentales, invitando a todo el pueblo argentino
a redefinir su trato con los recursos de la naturaleza.
Pusieron su propuesta en manos de quienes deben legislar. Resta saber
si tendrán respuestas. El desafío es grande… pero ya alzaron la voz.
Fotos: Belén Spinetta.
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