ALberto Aziz Nassif
Unos días antes del 7 de junio se empezaron a hacer realidad las pesadillas anunciadas, los grupos de la CNTE en Oaxaca, Guerrero, y Chiapas, tomaron el proceso electoral como un rehén de sus demandas. Pero antes los grupos del crimen organizado ya habían dado pruebas de que su ley de violencia y asesinatos estaba vigente. Los partidos y sus intereses habían diseñado el más complicado laberinto de reglas para regresar la incertidumbre a las elecciones. Llegamos al día de los comicios con escenarios dramáticos: asesinatos, violencia, irritación, desencanto, incertidumbre y muchos rumores. ¿Ya se agotó el modelo electoral?
Si hacemos un poco de historia, los procesos electorales hasta los años setenta eran la lucha impotente en contra de un régimen hegemónico que había entrado en crisis y que empezaba a abrir espacios mínimos. El país estaba estrangulado y los derechos ciudadanos y políticos estaban vetados. En los ochenta algunas regiones alzaron la voz y compitieron para ganar en las urnas, pero el fraude expresaba una completa cerrazón del régimen. En 1988 se fracturó el sistema, pero todavía nos tardamos más de una década para llegar a la alternancia presidencial en las urnas. De 2000 a la fecha hemos padecido una clase gobernante muy inepta, tanto en sus versiones panistas y priístas, como en la decadencia de un perredismo que terminó en la corrupción, imitando las muecas del viejo PRI. La colusión de intereses criminales y políticos ha abierto una herida enorme en muchas regiones del país.
En el momento actual hay varias crisis que atenazan a la democracia electoral a la que han vaciado de contenido. Tenemos una partidocracia que cada vez representa menos a la ciudadanía; un modelo electoral muy costoso y complicado para un país con más de la mitad de la población en condiciones de pobreza; una mediatización que ha spotizado por completo las campañas; un árbitro que es burlado con frecuencia por los mismos jugadores, en donde una parte de la autoridad en el INE y en el Tribunal se ha coludido para proteger al Partido Verde y al PRI. Si a ello le agregamos la muy difícil operación de dos sistemas electorales que se tienen que coordinar (local y nacional) con dos leyes diferentes, tenemos graves problemas de desconfianza y desencanto. En suma, la autoridad es burlada o está coludida con el violador de la legalidad. El derecho al voto ha sido vulnerado por una clase política intoxicada de privilegios y poder.
Por fuera del sistema electoral están los grupos violentos que han decidido secuestrar el voto, por eso vemos imágenes de urnas quemadas y espacios militarizados. Ante este panorama millones de ciudadanos queremos castigar a esos políticos y por eso se debatió toda la campaña sobre qué hacer con el voto. Quizá la parte más podrida de estos comicios sea el cinismo de los que violan la legalidad y quedan impunes: el Partido Verde, la CNTE, los cárteles de la droga, grupos del crimen organizado, y esas autoridades que lo permiten. A todos ellos los hemos visto decirle a la ciudadanía: “Sí violo la legalidad y violento las elecciones, ¿y qué?”
Los resultados de la jornada ofrecen escenarios diferentes, pero se pueden apuntar rasgos importantes. Las buenas noticias, el PRD pierde su hegemonía en el DF y Morena gana importantes espacios y tiene un buen despegue para crecer más. Los independientes ganan con El Bronco a la cabeza y Alfaro en Guadalajara. La participación llega a 47% y el voto nulo queda en 4.9%. Dos partidos se van, el PT y el Humanista, se quedan ocho. Varias de las gubernaturas cambian de partido (Sonora, Querétaro, Michoacán, Guerrero). En Nuevo León se abre una nueva historia. La mala noticia es que la coalición PRI-PVEM y Panal pueden formar mayoría, después de un gobierno tan inepto, el voto de castigo se quedó muy muy corto, ¿habrá segunda etapa del Pacto por México?
Una conclusión provisional puede ser: no podemos ir a 2018 con este mismo modelo electoral bicéfalo, basta del gasto millonario y sin transparencia de los partidos; hay que poner un alto a las autoridades coludidas y a la captura del árbitro. ¿Cuánto tiempo más vamos a tolerar la impunidad del Verde?
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