Brecha
Numerosos son los
estudios publicados en los últimos años que hablan de la migración en
tránsito irregular por México a partir de lo que acontece alrededor del
tren de carga “La Bestia”, casi siempre bajo la mirada y las
experiencias de los hombres. Sin embargo, desde hace seis décadas el 50
por ciento de las personas que migran de forma irregular alrededor del
mundo son mujeres.
Quienes deciden hacerlo cuentan con redes y apoyos, tanto en su país de
origen como en el de destino. Las estrategias para migrar de las mujeres
se distinguen por la forma en que se toma la decisión. Aunque las
razones son diversas, destaca la necesidad de mayores ingresos
económicos para brindar a sus hijas e hijos mejores condiciones de vida;
escapar de la violencia (en sus diferentes tipos y modalidades); o como
parte de un acuerdo dentro del grupo familiar (influido, casi siempre,
por las relaciones de poder existentes en la familia).
La ruta de
migración irregular más conocida en México comienza en la región del
Soconusco, en Chiapas, hacia Oaxaca y Veracruz. Las y los migrantes de
Centroamérica suelen viajar en autobús desde su lugar de origen hasta
Tecún Umán (Guatemala), donde cruzan el río Suchiate (Chiapas) en
balsas; y, quienes así lo hacen, posteriormente montan en el tren. De
acuerdo con la Encuesta sobre Migración de la Frontera Sur de México, en
2010 sólo 14 por ciento de las personas deportadas por México y 10 por
ciento de las deportadas por Estados Unidos utilizaron el tren de carga
conocido como La Bestia.
Bestia más, bestia menos
Las migrantes hondureñas suelen viajar más en tren que las de Guatemala
y El Salvador, ya que cuentan con menos recursos económicos y redes de
apoyo. En general, las estrategias de viaje de las mujeres migrantes se
distinguen de las de sus pares hombres porque: viajan de forma más
clandestina; la mayoría contrata los servicios de un traficante, ya sea
para todo el viaje o una parte de éste; portan documentación falsa;
evitan el tren de carga; se alojan en hoteles y casas de huéspedes,
evitando los albergues; se vinculan con transportistas mexicanos para
hacer parte de su recorrido; cuentan con redes trasnacionales para
planear, realizar y costear su viaje, con el objetivo de llegar con
éxito a su destino. Sin embargo las estrategias que siguen no implican
necesariamente un viaje más seguro o libre de violencia. Por el
contrario, durante su experiencia migratoria continúan inmersas en las
estructuras desiguales de poder y violencia estructural de género que
permean la región.
En los últimos años se ha incrementado y
agudizado la violencia contra las personas migrantes en tránsito
irregular por México. Entre los riesgos que corren se encuentra la
extorsión, con la participación de autoridades de distintos niveles de
gobierno, principalmente durante los operativos de revisión y detención
realizados en puntos móviles carreteros; tráfico de personas, resultado
de la falta de posibilidades y/o de programas para que puedan migrar de
forma regular; y diversas modalidades de violencia.
Luego de la
puesta en marcha de la estrategia fallida del presidente Felipe Calderón
para combatir al narcotráfico se colocó el tema de la migración como un
asunto de seguridad nacional, lo que amplió la participación de las
autoridades de seguridad pública y militares en las actividades de
control migratorio; dicha estrategia abrió las puertas a una mayor
corrupción e impunidad.
De acuerdo con el “Informe especial sobre
secuestro de migrantes en México”, de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (Cndh), de los 214 eventos de secuestro documentados entre abril
y setiembre de 2010, que involucraron a más de 10 mil víctimas, 16 por
ciento de los testimonios de víctimas y testigos correspondieron a
mujeres. El mismo informe señala que durante ese año sólo se presentaron
13 denuncias de secuestro ante la Procuraduría General de la República,
y apenas fueron sentenciadas dos personas por el delito de secuestro de
migrantes. Por lo que las violaciones a los derechos de las personas
migrantes son agravadas por la omisión, la inacción, la aquiescencia y
el perjuicio de las prácticas de las autoridades, en todos los niveles.
(Los datos consignados en esta nota fueron fueron obtenidos de:
Gabriela Díaz Prieto y Gretchen Kuhner (2014), Un viaje sin rastros.
Mujeres migrantes que transitan por México en situación irregular.
México, Cámara de Diputados LXII Legislatura, Imumi, 4ª Editores.
Disponible en: unviajesinrastros.imumi.org)
Factores
Entre los factores que contribuyen a la violencia contra las mujeres migrantes en tránsito irregular por México se destacan:
Bajos índices de desarrollo humano, tanto en los países de origen como en el de tránsito.
La militarización de la seguridad pública y el combate al narcotráfico con un Estado de derecho débil.
La securitización de la política migratoria, que descuida los derechos
humanos de las personas migrantes y carece de una perspectiva de género.
Los vacíos de información estadística sobre las mujeres
migrantes que atraviesan México, que impiden explicar las
especificidades de la participación femenina en los eventos de
detención, y la documentación de las violaciones de las que son objeto.
La falta de reconocimiento del papel de las migrantes como trabajadoras
que contribuyen al desarrollo económico y social de sus familias,
comunidades de origen y de destino.
Falta de congruencia entre
la legislación, las políticas migratorias y los instrumentos jurídicos
de protección de los derechos humanos de las mujeres migrantes.
Desconocimiento de los derechos de las migrantes en México por parte de las autoridades, pero también de las propias mujeres.
Discriminación, xenofobia, normalización de la violencia contra las mujeres, desigualdad y exclusión social.
Falta de reconocimiento de la corresponsabilidad de proteger y
garantizar la vida y los derechos de las mujeres migrantes que comparten
los países de origen, tránsito y destino.
La corrupción, la falta de rendición de cuentas y la impunidad.
Las estrategias de migración más clandestinas que siguen las mujeres
durante su tránsito irregular por México pueden contribuir a que lleguen
a su destino con éxito. Sin embargo, las exponen a situaciones que
involucran riesgos, violencia y violaciones a sus derechos humanos, que
difícilmente pueden sortear. De hecho, las extorsiones, la violencia
sexual y las vicisitudes asociadas al tráfico de personas muchas veces
son vistas por las mujeres migrantes como trámites por los que “deben
pasar” a fin de llegar a su destino, normalizando con ello la violencia,
ante la falta de un mecanismo de tránsito regular acorde a las
necesidades de las mujeres en la región.
Ante esta situación es
necesario garantizar la seguridad de las mujeres migrantes y su acceso
al desarrollo humano, reducir la clandestinidad y las consiguientes
situaciones de vulnerabilidad de las mujeres migrantes, y reconocer las
realidades demográficas, de integración económica y del mercado de
trabajo de la región, así como la contribución de las personas migrantes
al desarrollo económico y social de los países de origen, tránsito y
destino. Además de homologar la nueva programación política mexicana,
como el Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018, el Programa Especial de
Migración 2014-2018, y el Programa Nacional para la Igualdad entre
Mujeres y Hombres 2013-2018 con las leyes en la materia.
Fuente original: http://brecha.com.uy/36004-2/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario