La
doctora Isabel Moya Richard, directora de la Editorial de la Mujer de
Cuba, nos cuenta acerca de cómo se entrelazan estos mitos y creencias
con algunas manifestaciones de la violencia de género
Para ellas, si
sus novios las llaman más de siete veces al día, es una señal de amor y
para ellos lo ven como una señal de control
La Habana, 29 nov.
17. AmecoPress/SEMlac.- El tema del amor ha acompañado a la sociedad
desde la misma existencia del ser humano, porque las personas están
creadas para ser queridas de una u otra manera. Pero el amor es una
construcción social y cultural, y cada etapa histórica ha establecido
una concepción diferente acerca su significado y su relación con el
matrimonio, la formación de parejas y las relaciones sexuales.
Acerca del amor romántico, en particular, se han tejido mitos y
creencias que allanan el camino hacia relaciones desiguales de poder y
dependencia. A menudo, adolescentes y jóvenes suelen estar en medio de
historias dolorosas que comenzaron en busca de un soñado “príncipe
azul”. La doctora Isabel Moya Richard, directora de la Editorial de la
Mujer, nos cuenta acerca de cómo se entrelazan estos mitos y creencias
con algunas manifestaciones de la violencia de género.
¿Qué es el mito del amor del amor romántico y cómo se construye?
Cuando hablamos del mito del amor romántico nos referimos a la manera
en que se ha construido un ideal del amor, entendido como la unión de
dos mitades, la complementariedad, el “sin ti me muero”, “sin ti no
puedo vivir”; la exclusividad, la pasión eterna, entre otras creencias.
El amor nace entre dos personas completas que comparten sentimientos,
erotismo, intereses, cariño, pero las mujeres hemos sido entrenadas
para entregar más que para recibir en una relación, lo cual genera
relaciones de dependencia y de poder entre los integrantes de una
pareja.
En el caso de las muchachas más jóvenes, asumen las propuestas de
amor desde un imaginario ideal, construido a partir de los cuentos de
princesas, películas y comedias románticas. Desde niñas sueñan con un
príncipe azul que las va a salvar, del que van a depender.
Además, estos mitos están construidos sobre una heterosexualidad
normativa, lo cual los hace más peligrosos. Nunca ves a dos princesas o a
dos príncipes enamorados. Por tanto, desde la infancia, si eres gay o
lesbiana, te sientes fuera de lugar y creces pensando que no vas a
encontrar el verdadero amor.
Esa es la concepción del amor que se ha construido en Occidente y
puede advertirse desde los muñequitos de Disney, hasta las más exitosas
películas de Hollywood.
¿Por qué se asocia el mito del amor romántico con la violencia de género?
Ese imaginario en torno al amor romántico puede generar violencia,
porque las relaciones que se establecen de esa manera están basadas en
la dependencia y la desigualdad: el hombre siente que, además de querer y
proteger, domina. Y aparecen los celos: “te quiero porque te celo”, “si
no te celo no te quiero”.
Los celos son un comportamiento de control y actualmente no solo se
manifiestan en la forma más tradicional, o sea, queriendo controlar lo
que la pareja viste o cómo se pela; sino que han llegado al mundo de las
tecnologías y se manifiestan con llamadas constantes al celular,
exigencias de control sobre los contenidos y las contraseñas de sus
perfiles en redes sociales, de las páginas en Facebook, etcétera.
Una investigación que realizamos acerca de este tema, a partir de
entrevistas a muchachas y muchachos, reveló que para ellas, si sus
novios las llamaban más de siete veces al día, era una señal de amor.
Ante la misma pregunta, los muchachos respondieron que lo veían como una
señal de control.
El amor romántico, además, conlleva otros elementos: empieza con los
celos, pero puede llegar a niveles de dominación en los cuales quien
controla llega a pensar que tiene derecho a maltratar y hasta decidir si
su pareja vive o muere.
¿Cómo desmontar esas construcciones culturales que llevan años naturalizadas en nuestras sociedades?
Desde la comunicación, creo que es imprescindible presentar
materiales mucho más abiertos y plurales, que muestren parejas de todos
los tipos, de todas las características, en todas las épocas de la vida
y, sobre todo, con naturalidad. No solo noviazgos entre jovencitos y
jovencitas lindos y perfectos.
Los medios de comunicación, además, deben poner a debate la
concepción del amor romántico, develar a las personas esas
construcciones y sus consecuencias.
En otros espacios, creo que hay que tener en cuenta dos escenarios
fundamentales: la familia y la escuela, aunque es un tema que toca por
igual a toda la sociedad.
En el caso de la familia, tiene que estar realmente preparada para
educar en una sexualidad libre y responsable a niñas y niños. Hay que
buscar información, conversar sobre estos temas de una manera más
armónica, más natural. Un taller realizado por el equipo de la Editorial
de la Mujer entre adolescentes de 12 a 15 años confirmó que para este
grupo el tema más difícil para hablar en familia era justamente el de la
sexualidad.
En el caso de la escuela, se necesita abordar el tema de la educación
sexual trascendiendo el uso de anticonceptivos o de las características
del ciclo reproductivo, y entendiendo la sexualidad como una manera
igualitaria, placentera y respetuosa de relacionarse las personas, que
debe ser asumida con responsabilidad.
Foto: SEMlac
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