Antonio Gershenson
Estamos ante unas elecciones complicadas. No podemos limitarnos a los buenos y malos. Hay muchas organizaciones políticas y, aunque se tienden a reducir los números con alianzas, no se ve que puedan llegar a menos de tres.
El PRI hará todo lo posible para seguir en el poder, pero está cada vez peor. Incluso dentro del mismo se está dando una oposición a la candidatura oficialdel secretario de Hacienda, como las expresadas por la ex gobernadora de Yucatán y otros. Pero la oposición entre la población es enorme. Y los del gobierno están tan asustados, que anuncian que el salario mínimo será revisado (no pueden decir directamente aumentado) en abril próximo. Casualmente, tres meses antes de las elecciones.
La oposición tal vez más conocida es la de Morena, y su candidato y líder, Andrés Manuel López Obrador. Pero las cosas no se limitan a un esquema de buenos y malos. Al presentar su programa, omite cosas muy importantes. Por ejemplo, la recuperación, para la nación y el país, de los grandes bienes públicos que fueron entregados y lo siguen siendo, a trasnacionales y, en menor grado, a multimillonarios mexicanos, como lo que fue de Pemex y de la industria eléctrica pública.
La tercera fuerza es algo a lo que muchos no están acostumbrados: una alianza de la derecha, el PAN como fuerza considerada como principal, y lo que fue de izquierda, principalmente el PRD, y su dirección. Pequeños organismos que se han sentido como de izquierda, se han dividido como aliados de una u otra de estas dos últimas organizaciones.
Pero hay otro conjunto en proceso de formación. No tiene registro, pero tiene como uno de sus propósitos principales, el rescate, desarrollo e integración nacional, de los energéticos y en especial del petróleo. Es más, se empieza a hablar de una gran movilización para el 18 de marzo de 2018, 80 aniversario de la Expropiación Petrolera, con Cárdenas. Lo mencionamos porque ninguno de los tres grupos políticos mencionados lo promueve. Sin embargo, este agrupamiento no es incompatible con los anteriores tres, algunos son al mismo tiempo miembros de uno de ellos.
Hemos vivido numerosos movimientos contra la desnacionalización de sectores estratégicos, así como la liquidación de movimientos hacia el gobierno en turno del PRI o del PAN, que les estorbaban y cuestionaban o alquiler de esos sectores de la nación. Y en casos notables, terminaron con la represión masiva. Liquidación o imposición del charrismo en sindicatos del sector, que en un caso concluyeron incluso con el encarcelamiento del líder petrolero conocido como La Quina. Durante el juicio, una de las acusaciones no publicadas por ellos fue el apoyo a los nucleares.
Dirán que por qué estaba en nuestra misma lucha un charro como La Quina. Aunque se usa el término de sindicatos democráticos, el que más se usaba era sindicatos independientes. Y eso era lo que espantaba a la burocracia gobernante, porque de los charros han sacado hasta buena parte de sus votos. Y ahora los pierden a un ritmo acelerado, por muchas razones, incluida la venta y alquiler de las unidades estratégicas.
Menciono esos antecedentes porque es difícil prever el alcance de los actuales defensores de la independencia de las áreas estratégicas, que están todavía, en algunos casos, en sus primeros movimientos.
La defensa y nacionalización del petróleo no son sólo de nuestro país. Las hubo en varios otros países, por diversas razones, en América Latina, África, Asia e incluso Europa.
Antes de la mexicana, se dio otra nacionalización del petróleo como una de las consecuencias de la Revolución Rusa. Pero Rusia ha habido meses recientes en las que tiene la mayor producción petrolera del mundo, no como aquí que hay una continua caída.
Si queremos el cambio, tomemos muy en cuenta que la superación plena de esta etapa entreguista puede ser un objetivo de muchos posibles votantes.
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