De 2012 a 2015 asesinan cada semana a una mujer
Olga
Nayeli Sosa Romero tenía una sonrisa amplia y una cara redonda
enmarcada por su cabello largo, negro y lacio. Su familia la recuerda
como una mujer leal e inteligente, que siempre les impulsaba a conseguir
sus metas.
La vida de Olga Nayeli terminó el 9 de junio de 2014. Su esposo
Moisés la mató a golpes en su casa; luego cercenó el cuerpo en pedazos,
subió los restos de Olga al coche y manejó una hora y media de la ciudad
de Puebla hasta el municipio de Huaquechula, donde finalmente los roció
con gasolina y les prendió fuego.
Los 35 años de logros e ilusiones acumulados en el cuerpo de Olga
quedaron reducidos a huesos calcinados, imposibles de identificar sin
una prueba de ADN.
En el estado de Puebla de 2012 a 2015 fue asesinada una mujer cada
semana, de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Información de
Salud (Sinais), elaborados con los certificados de defunción que emite
la Secretaría de Salud, actas de defunción del registro civil y el
cuaderno de defunciones del Ministerio Público.
Durante 2013 los homicidios de mujeres subieron 66 por ciento en
comparación con el año anterior. Fue en ese año que la entidad dejó los
últimos lugares en asesinatos de mujeres para ubicarse entre los diez
estados con más casos a nivel nacional.
Infografía realizada por Jovana Espinosa Orta, Brenda Sánchez Núñez y Priscila Hernández Flores
En Puebla cuatro de cada diez mujeres fueron asesinadas en sus
propios hogares, como ocurrió con Olga Nayeli. De las que mataron en sus
casas, la mitad estaba casada o en unión libre, como Olga, y una de
cada cuatro tenía de 26 a 40 años al momento de su homicidio.
Olga Nayeli no trabajaba en el momento en que su esposo la mató.
Tampoco lo hacían cuatro de cada diez de las mujeres víctimas de
homicidio en Puebla. Olga estaba estudiando su segunda licenciatura,
mucho tiempo atrás había terminado Estomatología, con un excelente
promedio. Hasta pocos días antes de su muerte estudiaba Enseñanza de
francés en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), porque
quería dar clases a niños y niñas de la edad de su hija Sara.
Para Olga Nayeli Sosa su hija era su principal motivación para seguir
aprendiendo. Desde que supo que estaba embarazada escuchaba música
especial y leía mucho sobre cuestiones relacionadas al parto o la
crianza. Cuando nació Sara se dedicó a buscar libros, música y programas
de televisión que la formaran y resolvieran sus inquietudes.
Olga siempre acompañaba a su hija de 4 años a todas sus actividades,
por eso a su familia se le hizo muy extraño que ese lunes 9 de junio no
llevara a Sara a la clase de ballet. Todo ese día sus padres y sus
hermanos intentaron localizarla, pero su teléfono estaba apagado.
Moisés, con mucha tranquilidad, les dijo que seguro estaba haciendo
cosas. Fue hasta la madrugada del martes que les confirmó su
desaparición.
A partir de ese momento los padres, hermanos, primos y amigos la
empezaron a buscar en hospitales, agencias del Ministerio Público y en
las calles cercanas a su casa. Mientras, Moisés se mantenía en calma y
trataba de hacer su vida con normalidad.
Cuando la familia de Olga lo acompañó a interponer la denuncia por la
desaparición, Moisés les dijo a los agentes ministeriales que seguro
era un berrinche y que quizás se habría ido con algún amante.
Pero quienes conocieron a Olga saben que eso era imposible: ella
siempre fue muy leal y no soportaba las mentiras, el día que descubrió a
Moisés en una mentira le pidió el divorcio.
Después de varios días de búsqueda, los agentes del Ministerio
Público llegaron a revisar la casa de Olga. Había un olor fuertísimo a
cloro, los peritos descubrieron restos de sangre en la casa y, sobre
todo, en el baño. El esposo de Olga iba perdiendo el color de la cara en
tanto las autoridades encontraban más pruebas.
Le pidieron que metiera al coche a la casa y allí encontraron más
rastros de sangre, así como varios de los objetos con que se deshizo del
cuerpo.
Al día siguiente del cateo Moisés acudió a rendir su declaración y
fue en ese momento que confesó el asesinato; dijo que “fue de forma
imprudencial porque al calor de una discusión la empujó y ella se
desnucó”. Los huesos que quedaron de Olga lo desmienten: su cráneo
seguía pegado a su columna, murió por los golpes que él le dio con un
mazo.
Olga Nayeli habría sufrido también violencia familiar previa, pues 15
días antes de su homicidio llegó a casa de su madre con moretones en
los brazos. Las marcas tenían la forma de unos dedos, como si alguien la
hubiera sujetado muy fuerte. Años antes Olga llegó una noche con la
mano lastimada y llorando; le dijo a su familia que sin querer se
machucó con la puerta del coche y no quiso hablar más del incidente.
Moisés, médico de profesión, la obligaba a tomar medicamento porque
supuestamente sufría hipotiroidismo. A partir de entonces Olga Nayeli
tenía crisis de ausencia, no se acordaba de muchas cosas que hacía o
decía.
Según el Sinais en Puebla ocho de cada diez mujeres que fueron
asesinadas y sufrieron violencia familiar previa murieron en sus
hogares.
Infografía realizada por Jovana Espinosa Orta, Brenda Sánchez Núñez y Priscila Hernández Flores
El Código Penal del estado de Puebla señala que una de las hipótesis
para que se acredite el delito de feminicidio es la violencia previa. De
tal forma que los 20 casos donde sí hubo violencia se podrían
considerar no como homicidios, sino como feminicidio.
Aunque para la abogada Karla Micheel Salas Ramírez, del Grupo de
Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social, quien litigó uno
de los casos de Campo Algodonero en la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, la mayoría de homicidios de mujeres en el país serían
feminicidio.
En el caso de Olga Nayeli cumple con cuatro de las nueve causales de
feminicidio vigentes en el estado de Puebla: la violencia previa antes
del homicidio, las lesiones crueles y degradantes que sufrió su cuerpo,
la relación sentimental que tenía con su homicida y que éste la mantuvo
incomunicada antes de muerte.
Sin embargo, la justicia está lejos de llegar para Olga: el asesino
no tiene sentencia porque interpuso varios amparos, porque pide que los
restos de quien era su esposa se sometan a pruebas, porque ni siquiera
muerta la deja descansar.
* Reportaje colaborativo coordinado y elaborado por periodistas de la
Red Nacional de Periodistas de Chiapas, Jalisco, Ciudad de México,
Guanajuato, Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí, Tamaulipas y Tlaxcala con
motivo del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la
Violencia contra las Mujeres
CIMACFoto: Samantha Páez
Por: Samantha Páez*
Cimacnoticias | Puebla, Pue
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