Arturo Alcalde Justiniani
Otra vez las
mineras canadienses, otra vez los líderes sindicales charros de la CTM,
otra vez la complicidad de las autoridades. Hoy son dos trabajadores
asesinados por reclamar condiciones dignas de trabajo y un mínimo de
libertad sindical. ¿Hasta cuando?
El homicidio de los hermanos Víctor y Marcelino Sahuanitla Peña, la
noche del sábado 18 de noviembre pasado, a la entrada de Azcala,
municipio de Cocula, Guerrero, exhibe una vez más un cuadro de impunidad
y atropello que nos agravia a todos. Una empresa abusiva, Torex Gold
Resources de Canadá frente a 600 trabajadores atrapados en un contrato
colectivo de protección patronal, firmado sin su conocimiento, en una
mina dirigida por Fred Stanford Torres. Como siempre, un sindicato
espurio que genera encono a los trabajadores, condiciones laborales de
alta explotación con jornadas extenuantes, ausencia de medidas de
seguridad y salarios de hambre. Una reacción desesperada de los
trabajadores que se resisten a laborar en esas condiciones y una brutal
represión, primero el despido y después el homicidio. Volvemos a la
época porfirista más de 100 años después. Parecería que poco ha cambiado
en nuestro país. Pero no es un caso aislado, no hace mucho se denunció
otro homicidio de cuya autoría se ha señalado a las mineras canadienses
en Chicomuselo Chiapas, en agravio de Mariano Abarca.
Este acto de represión brutal ha generado una gran indignación a
escala nacional e internacional. Crecen los reclamos que exigen
explicaciones y castigo a los responsables, pero sobre todo, una acción
estatal para evitar que se repitan estos actos.
La respuesta exigida al gobierno tiene varias dimensiones. En primer
lugar, en relación a la actividad en nuestro país de las mineras
canadienses, organizaciones de gran prestigio profesional, como la Red
Mexicana de Afectados por la Minería (Rema) en México, la Red Canadiense
de Responsabilidad Corporativa (Mainning Watch Canada) en Canadá y el
grupo de monitoreo de libertades civiles internacionales, han denunciado
los graves problemas provocados como la tala de bosques, contaminación
de tierras y aguas, desplazamiento obligado a poblaciones, despojo a
propietarios legítimos, falsas promesas, evasión fiscal y represión
laboral.
Los informes de estas organizaciones documentan el que las mineras,
básicamente extranjeras, se han apoderado de gran parte del territorio
nacional, cuyo subsuelo es patrimonio de la nación. Además de los abusos
aquí referidos, son inexistentes las ventajas para nuestro país de esta
brutal sustracción de recursos naturales preciosos. Las gigantescas
ganancias de estas compañías se explican por los mecanismos de
corrupción, que obviamente implican a autoridades y gobiernos, y por la
indefensión de los afectados: en el caso de Canadá, los beneficios son
claros, la minería le aporta 54 mil millones de dólares anuales, de los
cuales, 66 por ciento lo recibe de su inversión en el extranjero; en
este rubro nuestro país ocupa el segundo lugar. Por lo que se refiere a
los conflictos laborales, el detonante principal es consecuencia de las
malas condiciones de trabajo que prevalecen en las minas, cuya prueba
más fehaciente está en los numerosos accidentes de trabajo.
En el conflicto de Azcala, los trabajadores no tuvieron otra
opción que estallar una huelga el 2 de noviembre pasado, ante la actitud
de la empresa que pretende a toda costa imponer al sindicato cetemista
rechazado por la gente, cuando su voluntad es ser representados por el
Sindicato Nacional Minero Metalúrgico encabezado por Napoleón Gómez
Urrutia. Once días después, el 13 de noviembre, policías armados
llegaron a las instalaciones de la mina y en lugar de que la autoridad
propiciara una solución al conflicto, hicieron causa común con la
empresa y el sindicato charro. Cinco días más tarde, se produce el
asesinato de los dos trabajadores mineros.
La irritación ha ido subiendo de tono, por el hecho de que conforme a
las declaraciones de los trabajadores, los homicidas están
identificados, e incluso fueron apresados por la patrulla del Ejército
número 0827327; sin embargo, fueron liberados de inmediato,
supuestamente por instrucciones superiores. Este conjunto de agravios ha
calado en las comunidades cercanas que hoy se movilizan ampliando la
dimensión del conflicto.
En cuanto al gobernante estatal de origen priísta, Héctor Astudillo,
se esperaría de ´El una acción inmediata en contra de los responsables.
Es preocupante su reacción, atendiendo a sus declaraciones formuladas a
este diario ( La Jornada, 21/11/17, pág. 12), en donde expresa
su preocupación porque estos hechos “espanten a los inversionistas¨, en
lugar de tomar medidas inmediatas en contra de los agresores y
garantizar que se acate la ley.
Este cuadro de complicidades exhibe un escenario que pretende ocultar
el gobierno mexicano. Difícil hacerlo por su obviedad. Por ello,
debemos hacer causa común a la revisión del comportamiento de las
empresas mineras en nuestro país, suprimir los contratos de protección
patronal, respetar la voluntad de los trabajadores de formar parte del
sindicato minero, fincar responsabilidades a los homicidas y sus
cómplices, cesar el acoso empresarial y gubernamental al Sindicato
Nacional Minero y facilitar un debate nacional sobre las concesiones
otorgadas en este sector a empresas privadas nacionales y extranjeras.
P.D. Aumenta el salario mínimo a 88.36 pesos diarios, una bofetada a
la economía familiar, ya ni porque la mismísima Coparmex, había
declarado estar dispuesta a aceptar un salario de 95.24. Resultaron más
papistas que el Papa.
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