Una oleada de reanimación social
alcanzó ayer a la mayoría de los mexicanos luego de que, contra todos
los pronósticos, la selección de futbol profesional venció a su similar
alemana, cuyo poderío histórico le ha dado campeonatos mundiales como el
más reciente, el de 2014 en Brasil.
En la aplastante secuencia de hechos negativos que vive México ha
sido tonificante la aparición de un triunfo pleno de la escuadra
mexicana, que ha producido una especie de reunificación nacional
positiva, explicable a la luz de que la Virgen de Guadalupe y la citada
selección, el Tri, constituyen puntos básicos de la identificación colectiva de nuestro país.
El resultado futbolero, realmente inesperado, generó una súbita
revaloración del papel del polémico director técnico colombiano Juan
Carlos Osorio, quien sostuvo en ruta hacia el Mundial una peculiar
táctica experimental consistente en la rotación de jugadores en las
alineaciones de juegos preparatorios. Con México dispuesto al
linchamiento mediático contra Osorio si los resultados de este domingo
hubieran sido adversos (aunque las estadísticas y la historia reciente
mostraban la adversidad como destino natural del Tri ante los
alemanes), el osado director técnico hizo o dejó a los jugadores hacer
lo necesario para llevarse una victoria esplendorosa. Los mismos
jugadores pasaron de la sospecha y el prejuicio a una categoría superior
(tal vez momentánea, en función de resultados venideros).
Y, aun cuando ayer mismo en las redes sociales se registraban
diversas exhortaciones a no mezclar lo futbolístico con lo político, el
Mundial de Rusia con lo electoral, resultó imposible disociar campos tan
cercanos en cuanto a espectáculo y circunstancias. En Ecatepec, estado
de México, según nota del corresponsal de La Jornada, Javier Salinas Cesáreo, Andrés Manuel López Obrador dijo:
Es una muestra de lo que están hechos los mexicanos, y así como ganó el día de hoy la selección, va a seguir ganando México.
Más explícito fue José Antonio Meade, en una alegoría a partir de las
letras iniciales de los nombres de las selecciones que jugaron en Moscú
y del apellido y el primer nombre de candidatos presidenciales:
Y el día de hoy queda claro que cuando se enfrentan la M y la A, gana la A, señaló Meade respecto de Andrés. También expresó:
Que nadie se confunda: en las elecciones no hay invencibles, y tuiteó: “¿No que no? ¡Claro que se puede! #MéxicoChingón @miseleccionmx”. Ricardo Anaya, por su parte, declaró que
así vamos a ganar nosotros también, con fuerza, con entusiasmo y con muchísima determinación.
El tren futbolero de la ilusión pareciera ser la última
esperanza de Meade y Anaya para generar la percepción de que pudiera
haber un cambio de última hora en las sostenidas tendencias electorales
favorables a López Obrador. Aun cuando se trata de hechos y condiciones
de futbol que son distantes del proceso electoral mexicano en curso, los
estrategas de quienes pelean por el segundo lugar en la contienda
(Meade y Anaya) pretenden impulsar la hipótesis de que lo sucedido en el
Mundial ruso conlleva la posibilidad de que el puntero demoscópico
(López Obrador) como el favorito balompédico (Alemania) pueden ser
derrotados, y que los antecedentes supuestamente favorables, en ambos
casos, no necesariamente han de convertirse en realidad.
Del otro lado, seguidores de López Obrador empujan una visión
distinta: la caída del campeón, Alemania, es una imagen augural de la
próxima caída del imperio del PRI y el PAN, de la
mafia del poder. El triunfo futbolero mexicano, señalaron por diversas vías, sobre todo las internéticas, sería casi una señal de un cambio de circunstancias, de un hacer historia a partir de decisiones electorales colectivas.
A querer o no, en la densa realidad electoral mexicana, los juegos del Tri, sus fechas y desenlaces, tendrán implicaciones, algunas genuinas, otras manipuladas.
En una entrevista con la reportera
Nacha Cattan, de Bloomberg, Tatiana Clouthier, la coordinadora de la
campaña de AMLO, dijo que lo primero será crear confianza, calmar a los
mercados financieros. López Obrador trabajará para tranquilizar a
inversionistas y líderes empresariales una vez que transcurra la
elección.
Los necesitamos, nos necesitan, dijo Tatiana. Hay una situación particular en esta elección: se
empalmaronvarios sucesos negativos para la economía y tienen su reflejo en la cotización del peso, que se ha disparado a más de 21 unidades por dólar: 1) No se ha concretado un acuerdo sobre el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá; 2) La guerra arancelaria con Trump; 3) El aumento de la tasa de interés decretado por la Reserva Federal de Estados Unidos, que está incentivando la salida de capitales de mercados emergentes. El equipo económico de López Obrador, integrado por Alfonso Romo, Carlos Urzúa, Jesús Seade Kuri y Gerardo Esquivel, está atendiendo el cabildeo con los fondos internacionales y los inversionistas de afuera y dentro del país. Pero lo más importante es la tregua con los empresarios del Consejo Mexicano de Negocios. Detuvieron su campaña anti AMLO.
El caso más importante
La investigación más importante que ha llevado a cabo la
Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) se refiere a una
probable colusión entre bancos y otras instituciones financieras para
manipular las tasas de interés de los Cetes y otros instrumentos de
deuda pública emitidos por el gobierno mexicano. Los resultados están
demorando mucho. La Cofece acaba de anunciar que por tercera ocasión
amplió el plazo para terminar la pesquisa. Comenzó en octubre de 2016.
Se trata de operaciones cuyo valor se estima en miles de millones de
pesos. Carlos Mena Labarthe, quien tenía a su caso el expediente,
renunció y dejó sin concluir la investigación.
La guerra comercial
China permanece como el mayor poseedor de bonos de la
Tesorería, pero en abril se registró una ligera caída. Su inversión en
bonos y notas bajó 5 mil 800 millones, para quedar en un billón 180 mil
millones de dólares. También decreció la tenencia de Japón, por 12 mil
300 millones de dólares, para ubicarse en un billón, la menor desde
2011. El dato es interesante en el contexto de la guerra comercial entre
Estados Unidos y China. Han anunciado castigos a sus respectivas
exportaciones por 50 mil millones de dólares. Si la guerra comercial se
extendiera al plano financiero, las consecuencias serían impredecibles.
Faltando minutos para que empiece
el tercer debate entre los candidatos presidenciales tengo,
evidentemente, una idea de lo que puede suceder y también de lo que me
gustaría que sucediera, pero ya he aprendido: festejar vísperas es lo
más cercano al corte de venas y, lo que es peor, ridículo. Mañana, antes
de leer los diarios u oír los noticiarios, veré la grabación de lo que
está por suceder. Así, sin influencias ni prejuicios, opinaré bajo mi
absoluta res o irresponsabilidad. Lo comentaremos, por supuesto antes
del irremediable primero de julio.
Mientras tal sucede, quisiera aprovechar algunos renglones para
ciertos asuntillos que quedaron pendientes en la anterior columneta. Por
ejemplo: la distribución de los tiempos de los participantes y la idea
de que cuanto más breves y frecuentes sean sus intervenciones, más ágil e
interesante es el acto. El criterio que se privilegia es obvio: hagamos
del debate un programa lo más divertido posible. (Nada más faltaba que
incluyeran algunos gracejos de Comedy Central o del hilarante e
internacional comediante E. Derbez. Me refiero, por supuesto, al señor
E. Derbez, rector de la Universidad de las Américas Puebla).
En un episodio del segundo debate por el gobierno de la Ciudad de
México, de pronto, en un acto espectacular, la bella Alejandra Barrales
echó mano a la cintura (68/72 centímetros) y su celular sacó:
Aquí tienes, (Claudia) Sheinbaum, la voz que te niegas a oír. A continuación se escuchó a un hombre que afirmó ser padre de una víctima del terremoto en el colegio Rébsamen, que reclamaba a Claudia que no les hubiera prestado la debida atención: yo no daba crédito a lo que veía en mi receptor: jamás en ningún acto de esta naturaleza se ha permitido la utilización de un artefacto como éste. Era imposible, en el momento, comprobar al emisor del mensaje. ¿Se trataba en verdad del padre de la niña a la que se mencionaba? ¿Los hechos denunciados eran ciertos y de ellos era responsable la delegada? ¿Bastaba que un padre, explicablemente adolorido, justamente irritado, explotara contra la autoridad más cercana a la que, por lo mismo, él consideraba responsable de la pérdida de su entrañable pequeña, para que su dicho, incomprobable en ese momento, sirviera de ariete contra una candidata a la que desde un principio se procuró inculpar sin razón alguna?
¿Alguien en su sano juicio
puede creer a Donald Trump algo de lo que dice? Una larga cadena de
mentiras y contradicciones son prueba más que suficiente para concluir
que no es posible dar el mínimo crédito a sus afirmaciones y decisiones.
Así, se deben sopesar sus más recientes declaraciones sobre la política
migratoria de su administración. Por la mañana dice apoyar una reforma
que el liderazgo republicano ha diseñado con el concurso de sus
legisladores, conservadores y moderados. Entre otras medidas, la medida
establece una vía para otorgar la ciudadanía a los dreamers,
incrementar las medidas de seguridad en la frontera, terminar con la
política basada en la reunificación familiar y aprobar un presupuesto de
25 billones de dólares para la construcción del muro, que son los
pilares de la política migratoria de Trump. Por la tarde señala que no
firmará la reforma, y con sólo unas palabras da al traste con el acuerdo
entre los legisladores de su propio partido. Sin embargo, unas horas
después dice a la cadena Fox de noticias que su declaración fue mal
entendida porque su intención es apoyar dicha medida.
En otro escenario, por la mañana insinúa que es necesaria una
política humanitaria para proteger a los casi 2 mil menores que han sido
separados de sus padres al cruzar la frontera. Pero por la tarde
también apoya las declaraciones de Jeff Sessions, titular del
Departamento de Justicia, quien afirma que en Estados Unidos está
vigente la política de cero tolerancia con los indocumentados, en clara
refutación a lo señalado esa mañana por su jefe sobre la
política humanitariapara los menores que han sido separado de sus padres.
En el debate del crucial tema
de Economía y Desarrollo, se habló de todo menos del desarrollo. Puntos
aislados y algunas propuestas específicas enunciadas fue lo único
rescatable de un tercer encuentro de candidatos con un formato contra
reloj que a nadie permite al menos un espacio para abordar con seriedad
un tema, y mucho menos seis.
El único candidato que intentó exponer (sin mucho éxito) los
lineamientos de su estrategia para el desarrollo – ya anticipada en su Proyecto de Nación 2018-2024 – fue López Obrador.
Dicho documento establece cuatro ejes básicos para reencauzar al país:
1) Economía y desarrollo
• Impulsar un alto
crecimiento compartido por todos y para todosque recupere el potencial perdido en los últimos 35 años (Gráfico 1).
• El desarrollo será incluyente, sustentable e integral
• Basado en sinergias entre la inversión pública y la privada
• Con énfasis regional para crear empleos en los lugares de origen de la gente.
• Una política macroeconómica será la directriz de políticas
específicas y coherentes para redinamizar los sectores: agropecuario,
industrial y de servicios (Gráfico 2); y dentro de ellos la energía,
infraestructura, y turismo, lo financiero, lo laboral,...); esto es,
adopta un positivo enfoque integral del desarrollo.
• Las finanzas públicas se basarán en el equilibrio fiscal, una
estricta disciplina financiera, y un gasto que no descanse en deuda,
salvo financiamiento sano para inversión (autoliquidable) tanto interno
como externo.
• Finanzas públicas transparentes, austeras y vigiladas; sin fugas
ni robos; y orientadas a menor gasto operativo y mayor inversión social y
productiva.
• En materia petrolera, elevar la extracción, revitalizar a Pemex,
rehabilitar las seis refinerías que ya existen y construir una nueva. El
objetivo es sin duda recuperar la capacidad industrial de procesamiento
y reducir la exposición externa, máxime ante un vecino inconfiable
(Gráfico 3).
Soberbio, como siempre,
y tras hacer pública su intención de imponer aranceles a las
importaciones de acero y aluminio (las mexicanas entre ellas), tres
meses atrás Trump aseguraba que
las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar. Y, ante las reacciones condenatorias de la comunidad internacional, el secretario estadunidense de Comercio, Wilbur Ross, le hizo segunda:
toda esta histeria es mucho ruido y pocas nueces.
A México y Canadá les concedió tres meses de
gracia, pero a partir del primer segundo de junio Trump impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio provenientes de sus
sociosy
amigos, y se le fue al cuello a sus
aliados estratégicosde la Unión Europea y China, objetivo final de su guerra comercial.
Pero a estas alturas al esquizoide de la Casa Blanca se le ha complicado su
guerra buena y fácil de ganar, porque (en reciprocidad y no por
histeria), con una intensidad u otra, todas las naciones afectadas por su política arancelaria han respondido, aunque ninguna como el gigante asiático (el verdadero objetivo de Trump).
Entre lo más reciente destaca que el gobierno estadunidense
anunció aranceles de 25 por ciento sobre productos chinos por un valor de 50 mil millones de dólares a partir del 6 de julio y prometió medidas adicionales si el país asiático contrataca(La Jornada), es decir, el de la Casa Blanca pega y todavía espera que le den las gracias.
Pero, como era de esperarse, China
respondió con tarifas del mismo nivel y potencia y anunció la cancelación de todos los acuerdos económicos alcanzados anteriormente. Pekín anunció aranceles adicionales de 25 por ciento a 659 productos estadunidenses, que incluyen los sectores agropecuario, cárnico y automotor por valor de 50 mil millones de dólares, informó el ministerio de Finanzas. Las sanciones afectan sobre todo a zonas agrícolas de Estados Unidos con gran número de votantes de Trump( ídem).
La guerra comercial desatada por el mandatario estadunidense
involucra directamente a dos potencias económicas, que detentan
alrededor de 45 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial; el
resto de las naciones, hasta ahora, prácticamente se mantienen a la
expectativa y responden un tanto tímidas a la agresividad de Trump, para
quien debería quedar claro que las guerras comerciales no tienen nada
de bueno y mucho menos son fáciles de ganar. Cuando menos no frente al
gran dragón.
En el caso de México, de acuerdo con el Instituto para el
Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, el deslinde es lo
conveniente porque la guerra comercial es entre dos potencias y nuestro
país no tiene fichas con qué jugar. Ello, dice, porque
la lógica del libre comercio llegó a su fin, al menos bajo la modalidad que le dio vida durante las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado. Hoy, las principales potencias económicas del orbe avanzan hacia una regulación del intercambio comercial. Los mecanismos difieren, pero el objetivo es el mismo: anteponer su interés nacional.
México debe asumir que
terminó el sueño del libre comercio desregulado que subordinó la legislación nacional a los ordenamientos de los organismos multinacionales. No es casualidad. China, Estados Unidos y Gran Bretaña buscan reorientar los flujos de inversión productiva, de financiamiento y el comercio internacional. Su meta es que ello contribuya a mantener y elevar su papel preponderante en el nuevo ordenmundial que se construye.
Miles de niños, en su
mayoría mexicanos y centroamericanos, han sido secuestrados en Estados
Unidos y colocados en jaulas y centros de detención. Muchos padres no
saben dónde están. No son víctimas del crimen organizado, sino del
gobierno de Estados Unidos.
El régimen de Donald Trump ha decidido criminalizar a todo inmigrante
que intente cruzar la frontera sin visa, aun a los que se presentan
ante autoridades en la frontera para solicitar asilo –derecho protegido
por las leyes nacionales e internacionales– y arrancar de sus brazos a
sus hijos. Por lo menos 4 mil menores de edad han sido separados por
esta política durante el ultimo año y medio, unos 2 mil de ellos sólo en
semanas recientes.
Las historias diarias son inaguantables (mejor dicho, deberían
serlo). Una foto que ha dado la vuelta al país, de una niña hondureña de
2 años llorando mientras agentes de la Patrulla Fronteriza esculcan a
su madre, revela la brutalidad que se está permitiendo. Mientras los
padres son criminalmente procesados, sus hijos son separados y
clasificados ahora como menores de edad
no acompañados, los cuales se suman al total de 11 mil 432 menores de edad inmigrantes (la mayoría ingresaron solos) bajo custodia del gobierno federal.
La cascada de testimonios es constante: padres deportados que no
saben dónde están sus hijos ni cuándo los verán de nuevo después de que
fueron separados; cientos de niños alejados de sus padres que están
alojados en una
serie de jaulas formadas por rejas de metal; una adolescente en uno de estos centros que le enseñaba a otros reos cómo cambiar los pañales de una pequeña que no conocía y que
estaba tan traumatizada que no hablaba, sólo estaba enrollada como una bola, describió Michelle Brane, de la Comisión de Mujeres Refugiadas; la pediatra Colleen Kraft, presidenta de la Academia Americana de Pediatría, quien visitó un centro para niños menores de 12 años separados de sus padres, donde encontró una niña de unos 2 años que estaba gritando y golpeando con sus puños, y aunque una empleada intentó ofrecerle juguetes para tranquilizarla y deseaba consolarla, no podía porque la regla es que no pida tocar, ni abrazar ni levantar a la niña, quien había sido separada de su madre la noche anterior.
Pediatras y sicólogos han alertado del
daño irreparablede estas prácticas para los niños. Más de 4 mil 500 profesionales de salud mental y 90 organizaciones están solicitando al gobierno frenar las separaciones de inmediato.
Pretender que niños separados no crecen con la metralla de esta experiencia traumática en sus mentes es no reconocer todo lo que sabemos del desarrollo de menores de edad, el cerebro y el trauma, afirman en la petición
No hubo manera de que en los tres intentos de debate alguno de los candidatos a la Presidencia de la República mencionara el concepto
calidad de muerte. Con trabajos mencionaron ocasionalmente la palabra muerte en temas como inseguridad o salud. La poca experiencia democrática que nos cargamos también se refleja en el miedo a las palabras, no a todas, ya que la mayoría son manoseadas sin escrúpulo, sino a aquellas que puedan molestar a electores potenciales o herir susceptibilidades de votantes decimonónicos.
Para el gobierno, la ciencia, las instituciones, los medios y la religión la vida sigue siendo, en teoría,
sagrada. Así, de manera conceptual pero muy seria, observadora de lo supuestamente esencial, no de una realidad que hace tiempo nos rebasó;
Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS), no tiene
inconveniente en afirmar que 80 por ciento de las personas moribundas se
beneficiarían de cuidados paliativos para el dolor en sus últimos días.
De nueva cuenta, conceptos y frases hechas intentan maquillar una
realidad más complicada que dar tratamientos que mitiguen el sufrimiento
a los pacientes terminales. Los organismos internacionales, incapaces
de siquiera atenuar la voracidad de la industria farmacéutica, todavía
recomiendan el paliativismo como final aparentemente correcto pero
económicamente inviable.
El transporte de mercancía por rutas
terrestres se ha convertido en un infierno para los choferes y una
alarmante amenaza para las compañías transportistas, así como para
aquéllas que distribuyen sus productos por esta vía. Las cifras son
contundentes: en los 28 meses recientes, fueron denunciados 23 mil 876
asaltos a tráileres en las carreteras del país, 18 mil 631 de los cuales
se efectuaron con violencia, lo que se traduce en 852 transportistas
atracados cada mes, 28 al día. Por si el número no fuera preocupante en
sí mismo, la Policía Federal informa que este ilícito muestra un repunte
sostenido desde 2016, que no da señales de amainar, según las cifras de
enero a abril del año en curso.
El Tri: de ratones a dragones
Los del TRI contra Alemania
dejaron de ser ratones
y mostraron a Germania
que en realidad son dragones.
¿Ysi el ánimo dominante en esta elección fuese “Qué tal si…”?
No es la primera vez que
la ciudad de Guanajuato se inunda. Ni que la presa de La Olla es la
causa. En un documento presentado por Joel Audefroy en el Taller de
Manejo de Riesgos de Inundación celebrado en la Universidad Nacional
Autónoma de México en enero de 2013, ofreció un recuento histórico de
esas inundaciones. El investigador de la Escuela Superior de
Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional señala que
la ciudad se localiza entre ríos, y el cauce de uno está dentro de ella
y
tenía por bordes las paredes mismas de las casas. Por ello hay inundaciones cada que llueve torrencialmente.
Otro zafarrancho mediático entre Andrés Manuel López Obrador y miembros de la
mafia del poderirrumpiría a finales de abril, después de que las ocho columnas de La Jornada (27/4/18) anunciaron:
Sondea IP vía para la declinación de un candidato: INE. La nota recogía las declaraciones del presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, acerca de que a poco más de dos meses de los comicios, en una reunión a puerta cerrada un grupo de 800 empresarios integrantes de los consejos regionales de Citibanamex y directores de los 20 mayores fondos de inversión del mundo le habían planteado sus
preocupacionessobre la posibilidad legal de que un candidato presidencial declinara su postulación o se sumara a otro abanderado.
La desesperada guerra
sucia en contra de destacadas figuras de Morena como Layda Sansores,
Claudia Sheinbaum y Javier Jiménez Espriú demuestra que el régimen
corrupto se ha quedado sin municiones. Todos los misiles contra Andrés
Manuel López Obrador han fallado al blanco. Así que el sistema ahora se
dedica a fabricar supuestas corruptelas o irregularidades de sus
colaboradores más cercanos.
Un acertado compendio de
lo que fue la reunión de hace una semana del Grupo de los Siete (G-7)
en Quebec, Canadá, es la fotografía de los líderes de los países
miembros enfrentando al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Ya estaría yo pateando
el balón con furia a estas alturas del domingo, con ese entusiasmo
dislocado que te entra de niño cuando la fuerza del juego te colma con
una victoria que sientes propia porque si no qué chiste. Importaba más
el empuje pueril de la pelota que salía de mis pies a rebotar contra las
paredes del patio, que la sensación de pertenencia a una tribu
determinada. Pocas veces la escuadra nacional me dio ese gusto. Hoy que
ocurre, la euforia patriotera de rostros pintados a chela batiente queda
realmente lejos de mi experiencia de lo real.
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