OPINIÓN
Zona de Reflexión
Por: Lucía Lagunes Huerta*
Valentina
Rosendo Cantú ha reescrito el significado de su nombre. Tras 16 años de
exigir justicia lo ha logrado. Ha conseguido llevar a tribunales a los
militares que la torturaron sexualmente cuando tenía 17 años. El legado
de su lucha alcanza a todas las mujeres.
Valentina lo tiene claro. Por ello conmina a las otras a alzar la voz
y a estar unidas. Llegó el momento de la justicia -dice en tono suave-
una justicia que le llevó media vida lograr.
En breves minutos, Valentina, indígena Me’pha, nos narra lo que vivió
durante 16 años de búsqueda de justicia. “No es fácil caminar 8 horas
para buscar justicia cargando a una hija pequeña”.
La primera barrera fue el idioma. Valentina aprendió el castellano
por la urgencia de defenderse. Cuando ella acudió a las autoridades de
justicia del estado de Guerrero, pese a no hablar castellano, tuvo que
poner una denuncia sin contar con una persona que le tradujera.
Cuando acudió con la psicóloga que le ofreció el Estado, quien
valoraría la afectación de la agresión sexual, las primeras palabras que
Valentina recibió de ésta fue el cuestionamiento “¿de verdad te pasó lo
que dices?”
¿Cómo iba a creer en las autoridades, si ellas dudaron de su palabra?
Pero no se rindió, no se dio por vencida y siguió adelante. Su arrojo
y valentía tuvo respuestas por parte de toda una institución. Los
militares la fueron a buscar a su casa, a su comunidad para intimidarla,
para que se desistiera de su denuncia. En medio libró varias amenazas y
más agresiones. A su hija mayor la intentaron secuestrar, a Valentina
la amenazaron con desaparecer a sus padres y hermanos.
Nada impidió que Valentina rompiera el silencio. Sus palabras son las
palabras de todas las víctimas de violencia sexual, de tortura sexual
que exigen justicia, su victoria es la de todas las mujeres, porque de
ella aprendemos todas, de ella nos fortalecemos todas.
Valentina también es el ejemplo de logros importantes. En 1994 tres
hermanas tzeltales (las hermanas González) fueron torturadas sexualmente
por militares en un retén militan en Altamirano Chiapas, la justicia
militar enterró su caso. México no era parte del sistema de Justicia
Interamericano.
En 1996 el caso de las Hermanas González se presentó a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y en 1999 fue aceptado por
ésta. El 16 de diciembre de 1998 México reconoció la jurisdicción de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, a través de la entonces
embajadora Rosario Green.
Dos décadas después, esta instancia (la Corte) logró que los
militares que torturaron a Valentina sean llevados ante la justicia.
El tiempo de la impunidad se acabó en el caso de Valentina. Con ello,
cierra un ciclo de abusos y se abre el de la esperanza para muchas
mujeres más, como Inés Fernández Ortega y las mujeres de Atenco.
Cuando una víctima rompe el silencio, en su voz y sus palabras lleva a todas las víctimas.
La reparación para Valentina camina. Seis años después de que el
Estado Mexicano ofreciera disculpas públicas en un abarrotado museo de
Memoria y Tolerancia, Valentina logró que sus agresores enfrenten la
justicia
Los militares del 41 batallón de infantería que torturaron
sexualmente a Valentina en 2002 y que vivieron a la sombra de la
impunidad, tendrán que dar la cara en los tribunales civiles y con ellos
todos aquellos que han violentado a las mujeres.
Las autoridades que dudan de las mujeres que denuncian violencia
tendrán que aprender a abrir los ojos y los oídos para creerles y
garantizarles un proceso de justicia digno.
Esta sentencia alcanza a todos los agresores. ¡Que ellos lo sepan! El
tiempo de la impunidad se acabó porque es el momento de la justicia.
*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.
Twitter: @lagunes28
Especial
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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