6/20/2018

Niñez enjaulada: ¿justificación bíblica?


Carlos Martínez García

Es una atrocidad que defienden sin sonrojarse. Incluso funcionarios del gobierno estadunidense han justificado con textos bíblicos la decisión tomada por Donald Trump que separa a las familias capturadas al cruzar ilegalmente hacia territorio de Estados Unidos.
Al conocerse que menores eran enviados a centros en los cuales son enjaulados, organizaciones defensoras de los derechos humanos, prensa crítica y algunos políticos con sensibilidad, exigieron explicaciones del gobierno. El fiscal general del Departamento de Justicia, Jeff Sessions, salió a dar la cara con el fin de hacer una defensa a ultranza de la tolerancia cero para quienes entran a Estados Unidos sin visa. Respondió a la pregunta de un periodista, quien le cuestionó sobre la política de separar a las familias: Te citaría al apóstol Pablo y su claro y sabio mandamiento, en Romanos 13, de obedecer las leyes del gobierno, porque Dios ha ordenado el gobierno para sus propósitos. Los procesos ordenados y legales son buenos en sí mismos. La aplicación consistente y justa de la ley es una cosa buena y moral que protege a los débiles y protege lo lícito. Nuestras políticas, que pueden resultar en separación de familias en el corto plazo, no son inusuales o injustificadas.
Por el mismo rumbo se fue la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, quien atajó a un reportero que la increpaba por la brutalidad de aislar a niños y niñas de sus familiares: Es muy bíblico aplicar la ley, esto se repite muchas veces a lo largo de la Biblia. Sessions y Sanders forman parte de improvisados hermeneutas que a lo largo de la historia han justificado los excesos del poder en una lectura opresiva de la Biblia.
Con el regreso de los integrismos religiosos/políticos se hace necesario contender en el propio terreno de quienes basan ideas y acciones en sus textos sagrados. ¿En realidad derivan las conductas que acorralan, excluyen, a los demás de un concienzudo estudio, en el caso que nos ocupa, de la Biblia? O más bien, ¿leen los textos bíblicos con lentes de supremacismo y racismo, hallando aquí y allá retazos que interpretan sin contextualizarlos y trasladan mecánicamente a situaciones actuales? ¿Será cierto que la Biblia respalda la inmisericorde política defendida por el fiscal general, encargado de procurar justicia, y la vocera de la Casa Blanca?
El esquematismo bíblico de los funcionarios que han tratado de vestir de sacralidad la insensatez y crueldad perpetrada contra los menores, es confrontada en Estados Unidos desde varios frentes. El domingo pasado, tras recorrer en McAllen, Texas, uno de los centros donde están recluidos niños y niñas, el senador demócrata por Oregon, Jeff Merkley, afirmó que la política de tolerancia cero de Trump para con los inmigrantes indocumentados se singulariza por su cero humanidad.
La conferencia de obispos de Estados Unidos ha sido tajante al considerar que la política de inmigración reforzada por Donald Trump es inmoral. Algunos sectores protestantes/evangélicos están levantando la voz para desmarcarse del reduccionismo bíblico de los funcionarios gubernamentales que hemos mencionado y del evangelicalismo conservador que apoya los despropósitos presidenciales. Por ejemplo, Brandi Miller, quien desarrolla labores en una organización estudiantil evangélica que tiene presencia en casi 700 universidades estadunidenses, desafió la lectura bíblica opresora al escribir: “El gobierno de Estados Unidos históricamente ha usado la Biblia como arma, citándola como herramienta para deshumanizar a los otros o para justificar atrocidades perpetradas en el nombre de Dios, el país y la moralidad […] La instrumentalización de la Biblia siempre ha beneficiado a los poderosos, cuando en realidad toda la narrativa de las Escrituras es de liberación de los oprimidos”. Brandi, teóloga afroestadunidense, es heredera de una tradición que ha tenido la Biblia como base de luchas por la justicia.
El secretario general de las Iglesias Bautistas estadunidenses, Lee B. Spitzer, escribió al fiscal general una misiva en nombre de las 5 mil congregaciones por él representadas. Entre otras cuestiones expresó: Estamos totalmente en desacuerdo con su apropiación errónea del Nuevo Testamento (en particular Romanos capítulo 13) para justificar acciones gubernamentales inhumanas e injustas. Ningún teólogo(a) cristiano(a) responsable aseveraría que Romanos 13, o cualquier otro pasaje de la Biblia, apoya la espantosa separación de niños y niñas de su padre o madre, como estamos presenciando en este momento.
En Mateo 18:1-6, Jesús responde a una pregunta de sus discípulos. Pone de ejemplo a la niñez, y afirma que a quien le hiciera daño más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.

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