Pipas de agua en la delegación iztapalapa. Foto: @Del_Iztapalapa |
La cultura del negocio privado de los bienes públicos, tan aprendida
con Carlos Hank González por la cleptocracia mexiquense, no pudo
consumarse mediante una ley.
De manera subrepticia, en plena campaña presidencial, el presidente
Enrique Peña Nieto decidió que, si no se podía por la vía de una nueva
ley, el gran negocio del agua tenía que hacerse mediante decreto
presidencial. Y así fue que el pasado miércoles 6, en el Diario Oficial
de la Federación, Peña Nieto firmó un decreto que autoriza el
“reordenamiento” de 295 de un total de 757 cuencas hídricas del país,
que representan el 55% de las aguas superficiales.
El decreto permite modificar las “vedas existentes” para la
explotación de estas cuencas hídricas y abre prácticamente la
modificación para las concesiones de la explotación del agua en estos
lugares. Según la coalición Agua Para Todos, se trata de una
privatización de facto porque al levantar la veda se abren las puertas
para comercializar el 55% del agua existente, a través de organismos y
operadores empresariales que pueden operar a nivel municipal (el espacio
político que pretenden defender los priistas en las elecciones del 1 de
julio) y entregarlas a empresas mineras, de hidrocarburos, turísticas
y, sobre todo, inmobiliarias.
La misma coalición Agua Para Todos advirtió que el decretazo del 6 de
junio de Peña Nieto “va a permitir a la Comisión Nacional del Agua
(Conagua) garantizar volúmenes de agua que tengan las empresas mineras,
petroleras y privatizadoras de los sistemas urbanos de agua, a costa de
los derechos de los pueblos indígenas, núcleos agrarios, comunidades
rurales y sectores urbano populares”. Estarían afectando a cerca de 50
mil concesiones sin título actualizado o vigente que está en manos de
comunidades indígenas.
Académicos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), como Pedro
Moctezuma Barragán, consultado por el portal Sin Embargo, aclaró que
“la figura de la veda protege a los acuíferos de la sobrexplotación. Nos
quieren dorar la píldora como si fuera algo favorable a la ecología,
cuando más bien lo que hace es dejar vulnerable al país a una dinámica
de privatización que ya se ha venido dando”.
La privatización es evidente y se aceleró durante la administración
de Korenfeld en la Conagua, y de su sucesor. También es claro lo que ha
sucedido en algunas zonas del país como en Mexicali, donde emergió un
movimiento social en defensa del agua, precisamente por la política
explícita del gobierno panista local y del gobierno priista federal para
beneficiar a la cervecera Consetellation Brands a costa de los
agricultores del Valle de Mexicali y de los propios habitantes de la
capital de Baja California.
Sólo hasta que se generó un escándalo en las redes sociales y en
algunos medios impresos, la Conagua emitió el 18 de junio un comunicado
que, en lugar de explicar, deja más confusos los términos del decretazo
de Peña Nieto.
El comunicado de la comisión responsable del manejo de las grandes cuencas hídricas del país tiene “perlas” como las siguientes:
1. “De ninguna manera otorgan beneficios para ningún particular, por
el contrario, permitirán preservar el medio ambiente y garantizar el
agua para el consumo humano de 18 millones de habitantes que aún no
nacen (sic), en una proyección a 50 años”. ¿Y qué va a pasar con los
mexicanos que ya nacieron y que tienen escasez de agua? ¿Cómo se va a
garantizar este suministro para consumo humano en los próximos 50 años?
Eso no lo dice el boletín, pero todos los organismos especializados
señalan que se trata del clásico negocio de asociación público-privado
(APP), que es la nueva modalidad tecnocrática para disfrazar las
privatizaciones.
2. Con las reservas del agua se busca “ayudar a amortiguar el cambio
climático, pues se conservarían lugares emblemáticos que no hay en
ningún lugar del planeta, como la Selva Lacandona, en Chiapas, y no se
afectarían los derechos y concesiones de otros usuarios”. La Conagua se
convirtió en Secretaría de Turismo, pero no dice cómo se preservaría un
lugar “tan emblemático” como la Selva Lacandona que ha sido
sobrexplotada por los mismos grupos empresariales que apoyan esta
decisión.
3. El secretario de Medio Ambiente, Rafael Pacchiano, tuiteó que con
el decretazo México “supera en 12% las recomendaciones internacionales
en cuanto al volumen de agua asociada a caudal ecológico”. Por supuesto,
estas recomendaciones las realizan organizaciones impulsoras del gran
negocio del agua a nivel global, como la propia World Wildlife Fund, una
ONG global financiada para estos propósitos. Nos venden la idea de
“cumplir” con recomendaciones internacionales.
Otros especialistas advierten que no se trata claramente de una
“privatización”, sino de un reordenamiento de los recursos hídricos que
subordinan el manejo del agua a tres procesos: urbanización,
industrialización y creación de reservas naturales. En este sentido, el
decretazo de Peña Nieto afecta los otros usos posibles del agua, como
los derechos originarios y comunitarios. Se privilegia la figura de la
concesión, por encima de la propiedad pública del agua y, peor aún, no
existe una ley que elimine los elementos discrecionales del decreto
presidencial.
En otras palabras, se trata de una medida política, de última hora,
para garantizar la viabilidad del último gran negocio del peñismo que
hacía falta concretar: el agua. En especial, para favorecer concesiones
en el sistema Cutzamala (el que alimenta de agua proveniente del Estado
de México a la Ciudad de México y a toda la zona metropolitana); el
sistema Monterrey VI (es el transvase del Río Pánuco a la zona
industrial de la capital regiomontana), y el sistema El Zapotillo
(transvase del Río Verde de Los Altos de Jalisco al complejo industrial
de El Bajío, en Guanajuato).
El último gran negocio de los peñistas y de sus empresarios asociados
buscaba certeza jurídica. El decretazo pretende dárselos. Mientras,
están dando las últimas grandes concesiones y asignaciones directas que
cuando se sepan las dimensiones será un nuevo escándalo de la corrupción
del actual gobierno.
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