En opinión del especialista Elio Masferrer, Andrés Manuel López
Obrador ha sabido convertir la fe en un activo político. En un país
donde 95% de la población es católica o evangélica, y donde 40% del
electorado prefiere votar por un creyente, las referencias religiosas
del tabasqueño parecen acercarlo al triunfo. No en balde su propuesta de
amnistía empata con la de la Conferencia del Episcopado Mexicano, la de
reconciliación y perdón, que prioriza los problemas de violencia,
inseguridad, pobreza, corrupción e impunidad por sobre los asuntos
relativos a la moral sexual. Según las estadísticas, remata el
investigador, AMLO es “el candidato de Dios”.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Andrés Manuel López Obrador, candidato
presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia, hasta el momento
lleva ventaja en las preferencias del llamado “voto cristiano”, sobre
todo por tener un discurso religioso mejor definido, por conseguir el
apoyo de políticos expanistas ligados a la democracia cristiana y
también el respaldo de un importante sector de la Iglesia católica y de
las iglesias evangélicas.
Además su plan de amnistía para lograr la pacificación del país –al
cual intenta sumar el apoyo del papa– se inspira en el proyecto de
reconciliación y perdón de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM),
que prioriza los problemas de violencia, inseguridad, pobreza,
corrupción e impunidad por sobre los asuntos relativos a la moral
sexual.
Elio Masferrer Kan, especialista en temas religiosos y en las
tendencias del voto creyente, asegura a Proceso: “Sin duda López Obrador
es, hasta el momento, quien mejor ha construido la imagen de lo que
nosotros llamamos el ‘candidato temeroso de Dios’, muy importante en
cualquier elección, y sobre todo en México”.
–¿Quedan entonces muy rebasados los otros aspirantes presidenciales?
–Ricardo Anaya y José Antonio Meade simplemente resultan menos
convincentes para el polo creyente del electorado. Meade, por ejemplo,
le está dando énfasis al tema de la familia, calculando ganarse así a
los votantes católicos, quienes hoy están más preocupados por otros
problemas.
“En cambio, López Obrador lleva años construyendo su imagen de
mesías, tan criticada en el sector laico pero que resulta atractiva para
muchos creyentes. En el libro de Isaías, de la Biblia, hay una
descripción del mesías; es el tipo humilde, desaliñado, nada fastuoso y
por quien nadie da un cinco.
“Es precisamente esa imagen de modestia y honestidad la que López
Obrador viene construyendo para el electorado, que ya está harto de la
traición del político trajeado que llega hablando bonito y prometiendo
un montón de cosas, pero que al final termina robando.
“Pero además López Obrador no sólo se dirige al votante católico,
como se hacía tradicionalmente, sino también al evangélico. De ahí que
en sus discursos, en términos muy generales, se asuma como ‘cristiano’.
Va, pues, por el voto cristiano, que abarca a un sector todavía más
amplio de la sociedad.”
En efecto, en varias ocasiones el político tabasqueño –dado a
utilizar un lenguaje religioso y a mostrar estampitas de santos– ha
dicho: “Cuando me preguntan de qué religión soy, digo que soy cristiano,
en el sentido más amplio de la palabra, porque Cristo es amor y la
justicia es amor”.
Masferrer –quien suele realizar encuestas sobre las tendencias del
voto creyente, apoyado por un equipo de colaboradores– asegura que los
católicos y evangélicos suman alrededor de 95% de la población mexicana.
Y 40% del electorado prefiere votar por un candidato creyente que por
uno no creyente.
Dice sobre el punto: “Nuestras estadísticas señalan que 40% de la
población considera que un candidato creyente es menos ratero y corrupto
porque le teme a la justicia divina. Lo consideran más comprometido con
valores como la justicia y la honestidad. Para el resto de la
población, las creencias religiosas no necesariamente influyen en la
honestidad de los candidatos”.
Voto cristiano
Según la más reciente encuesta de GEA-ISA, dada a conocer el jueves
7, López Obrador lleva ventaja entre los votantes católicos con 44% de
las preferencias; Anaya tiene 30%; Meade, 22% y Jaime Rodríguez Calderón
apenas 4% del voto católico.
Y entre el electorado “protestante o evangélico” López Obrador cuenta
con más ventaja: tiene 61% de las preferencias; Anaya, 17%; Meade, 17% y
Rodríguez Calderón, 5%.
Entre los votantes de “otras” religiones, la ventaja de López Obrador
se amplía más: alcanza 66% mientras que Anaya tiene 14%; Meade, 14% y
Rodríguez Calderón, 6%.
Estadísticas aparte, Masferrer indica que el tabasqueño ya logró
sumar a su campaña a representantes de la corriente democristiana que
antes militaban en el PAN; menciona a los exdirigentes del blanquiazul
Germán Martínez y Manuel Espino así como a Tatiana Clouthier, hija de
Manuel Clouthier, quien fue candidato a la Presidencia por ese partido.
“Todos ellos provienen de la democracia cristiana, que viene a nutrir
todavía más a esa vertiente cristiana de Morena”, afirma Masferrer.
Igual menciona al expanista Ricardo Sheffield, candidato de Morena al
gobierno de Guanajuato; y a José María, Chema, Martínez, un político
católico originario de Los Altos de Jalisco que también dejó las filas
del blanquiazul para sumarse a López Obrador.
Al lado de esta corriente democristiana, Masferrer incluye a las
“bases católicas progresistas” provenientes de la Teología de la
Liberación y que hoy operan para Morena en varios estados.
Explica: “Por un lado, en Morena confluyen cuadros de la vieja
izquierda mexicana que pueden venir de grupos marxistas. Pero ese
partido principalmente se nutre de bases católicas progresistas que
vienen de la Teología de la Liberación, de las comunidades eclesiales de
base, de la teología india y de la antigua pastoral juvenil católica.
“Son redes de laicos católicos comprometidos que operan en varios
estados y organizan al partido. La misma gente que impulsó el Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad, liderado por el poeta católico
Javier Sicilia. Y en esas redes están metidas congregaciones religiosas,
como los jesuitas, y sacerdotes de la llamada opción preferencial por
los pobres, como Alejandro Solalinde, quien afina el tema de la
amnistía”.
Para estas bases católicas, señala, “no son hoy prioritarios los
temas del aborto, la familia y otras cuestiones de moral sexual de la
Iglesia, sino los graves problemas de la inseguridad, la violencia, la
pobreza, la corrupción y la impunidad que se viven en México”.
Indica que estos temas también son prioritarios para los dos máximos
organismos de la jerarquía católica mexicana: la CEM –que aglutina a los
más de cien obispos y arzobispos– y la Conferencia de Superiores
Mayores de Religiosos de México (CIRM), donde están representadas las
400 congregaciones religiosas que operan en el país.
En efecto, en sus pronunciamientos sobre el actual proceso electoral,
ambos organismos ponen énfasis en esos problemas. Por ejemplo, en su
documento “Mensaje de los obispos al pueblo de Dios”, fechado el 12 de
abril, dice la CEM:
“Animamos a los candidatos a la Presidencia de la República,
legislaturas, gubernaturas y presidencias municipales, a conocer la
realidad y escuchar los anhelos de toda la población, a aprovechar el
momento para construir conjuntamente con otros, propuestas de paz y
justicia, con visión a largo plazo. Nos preocupa que en las
intervenciones que han tenido los candidatos en las campañas, han
prevalecido las descalificaciones; se esperarían en cambio propuestas
concretas de acuerdo al cargo al que aspiran en orden a aportar
soluciones, con un sentido de corresponsabilidad, a problemas reales
como la impunidad, la corrupción, la pobreza y la desigualdad social, la
inseguridad y la violencia.”
Agregan los obispos: “Queremos contribuir a un diálogo nacional en el
que se escuchen todas las voces, especialmente de aquellos y aquellas
que sufren violencias e injusticias. Proponemos un diálogo abierto y
propositivo entre los candidatos y la sociedad para lograr una agenda
que se convierta en proyecto de gobierno”.
La CIRM, por su lado, emitió el 29 de abril el documento “Vino nuevo
en odres nuevos”, donde señala que actualmente su “prioridad” está “al
servicio de la justicia, la paz y la integridad de la creación, desde la
cultura del encuentro, para la reconstrucción del tejido social y la
reconciliación”.
Señala que los problemas actuales son “desigualdad e incertidumbre
económica, normalización de la violencia, miedo e indiferencia social,
militarización justificada, crisis de inseguridad e impunidad”.
También lamenta el “establecimiento de situaciones de guerra, la
ausencia de derechos humanos por el narcoestado; elecciones con un
escenario complejo y manipulación mediática. La desaparición y cruel
extinción de tantas vidas humanas”, así como la “concentración de la
riqueza y crecimiento de la pobreza”.
Hace falta un cambio drástico en el país, pues “para vino nuevo,
odres nuevos”, concluyen los superiores de las órdenes religiosas.
Dice Masferrer: “Por el mismo tenor están los posicionamientos de los
distintos obispos en cada una de sus diócesis, o de cada congregación
religiosa. Por ejemplo, los obispos de Veracruz acaban de emitir un
pronunciamiento conjunto donde externan estas mismas preocupaciones.
“Hay obispos y religiosos que ven en López Obrador la única opción de
cambio. ¡Claro! No lo pueden decir. La ley se los impide. Tienen
prohibido externar sus posturas partidistas. Pero uno las puede inferir
analizando sus discursos y pronunciamientos.”
–¿Ve coincidencias entre los proyectos de pacificación de la jerarquía católica y el proyecto de amnistía de López Obrador?
–Por supuesto. Incluso Andrés Manuel le compró su idea de amnistía a
los jesuitas, quienes han encabezado procesos de amnistía en varios
países, como Guatemala y Perú. Tienen mucha experiencia en el asunto. Y
no olvidemos que la esposa de Andrés Manuel, Beatriz Gutiérrez, se
graduó en la Universidad Iberoamericana de Puebla, un reducto de la
Teología de la Liberación jesuita.
El investigador indica que los proyectos de reconciliación y perdón
entre víctimas y victimarios, que el episcopado aplica en Guerrero y
otros estados sumidos en la violencia, han influido en el proyecto de
amnistía de López Obrador, quien además planea invitar a México al Papa
Francisco para participar en la pacificación. “El candidato de Morena ya
se está yendo hasta la cabeza de la Iglesia, Jorge Bergoglio, quien
también es jesuita”, dice.
Una iglesia no priista
Investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y
autor de Pluralidad religiosa en México, cifras y proyecciones y ¿Es del
César o es de Dios?: un modelo antropológico del campo religioso,
Masferrer percibe dentro de la CEM un conflicto entre la vieja corriente
de “obispos del PRI” y una nueva, impulsada por Bergoglio, que hoy le
apuesta a un cambio social y es proclive a López Obrador.
“En la época del nuncio Jerónimo Prigione muchos obispos se
incorporaron a la élite del poder político. El PRI era el partido de
Estado y los obispos representaban una religión de Estado, apoyaban a
los políticos priistas. Se hacían favores mutuos”, apunta.
Recuerda que todavía en el proceso electoral de 2012 los obispos del
Estado de México, encabezados por Carlos Aguiar Retes, actual arzobispo
primado de México, llevaron a Enrique Peña Nieto al Vaticano, para que
le presentara a su prometida, Angélica Rivera, a Benedicto XVI, en una
clara maniobra episcopal a favor del PRI que tuvo amplio despliegue
mediático.
“Hoy eso ya se acabó. Y en parte porque el PRI cayó en desgracia.
¡Caray! por puro pragmatismo político el episcopado hoy tiene la vista
puesta en el candidato puntero, López Obrador. Y de buena o mala gana,
también se ve obligado a apoyar a su base social progresista que
colabora con Morena”, dice.
Las bases de las iglesias evangélicas, asegura, también son más
proclives al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, formada
por Morena, el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social (PES),
éste de línea evangélica y presidido por el creyente cristiano Hugo Éric
Flores.
Afirma Masferrer: “Tengo permanente contacto con grupos evangélicos y
hablo con muchos de sus líderes. Desde 2006 me vienen diciendo que
apoyan a López Obrador. Por ello, al ver que la mayoría de esa
feligresía se inclina por él, la dirigencia del PES se acercó a Morena
para conformar la alianza Juntos Haremos Historia. Hugo Éric se montó en
la ola evangélica de apoyo a Andrés Manuel. No le quedaba de otra” .
Los candidatos presidenciales, resume, siempre intentan ganarse al
electorado creyente mediante discursos y desplantes mediáticos, como lo
hizo muy ostensiblemente Vicente Fox al mostrar un crucifijo y enarbolar
un estandarte de la Guadalupana.
“Ahora, según las estadísticas, Andrés Manuel es el candidato de Dios”, concluye.
Este reportaje se publicó el 10 de junio de 2018 en la edición 2171 de la revista Proceso.
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