7/14/2016

Reformas de EPN profundizaron más la conflictividad social y generaron más violencia en comunidades: expertos


REFORMA ENERGÉTICA, VIOLENCIA
(14 de julio, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO).- La Reforma Energética impulsada por Enrique Peña Nieto se consumó el 21 de diciembre de 2013 y cuando fue publicada en el Diario Oficial de la Federación, se definió ideológicamente por el PRI y sus partidarios como “la transformación del marco regulatorio que actualmente fija las reglas y administra el mercado de la generación y distribución de la energía para beneficio de los mexicanos”.
Para lograr una supuesta mejora en el mercado energético, la reforma impulsó, según sus defensores, la eficiencia económica, la protección al consumidor, la protección del medio ambiente, la justicia social y el desarrollo sustentable, todos y cada uno de los motivos eran de la misma importancia y debían forzosamente incluirse en una reforma energética.
Sin embargo la naturaleza de la Reforma Energética era en grosso modo permitir la  inversión extranjera y eliminar el monopolio de Pemex. Mientras que antes sólo existían contratos por servicios, en los que las compañías eran pagadas por los mismos y no podían contar con parte o ingresos derivados de los hidrocarburos producidos, la nueva reforma permite nuevos modelos de contratación: licencias, producción compartida y ganancias compartidas.
En el nuevo esquema presentado, Pemex se mantiene como propiedad del estado; sin embargo, se le da más autonomía en la parte presupuestaria y administrativa, y a su vez, se vuelve un competidor más por los nuevos proyectos. Asimismo, se abre la inversión privada en el sector eléctrico, por lo que las empresas estarán en posibilidades de generar y suministrar este tipo de energía y competir con CFE.
Crisis social por la tierra
Uno de los temas más polémicos en la Reforma Energética además de la división de la renta petrolera con las empresas particulares fue cuando el poder legislativo determinó que las actividades del sector energético serían de utilidad pública y una prioridad del Estado, por lo que tendrán preferencia sobre cualquier otra. Sin duda, esto tiene repercusiones graves en lo que se refiere a derechos humanos, puesto que se afecta el derecho a la propiedad y la libertad de trabajo.
En este sentido Edmundo del Pozo, investigador del área derechos humanos de la organización Fundar Centro de Análisis, detalló a Revolución TRESPUNTOCERO que la crisis social ya estaba latente en México producto de la proliferación de grandes megaproyectos y obras de inversión en minería, hidroeléctrica, en materia de hidrocarburos que han afectado a diversas comunidades indígenas y campesinas desde la llegada de Enrique Peña Nieto al poder.
“Ya hay un contexto social muy complejo donde numerosos derechos humanos han sido vulnerados. Con esta Reforma Energética violentaron el derecho de estas comunidades a la autodeterminación, al territorio y generaron desplazamientos, contaminación del agua.
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“Esto ya venía de un marco legal propicio para la gran inversión privada que privilegia esos intereses por encima de las comunidades. Hablo de la ley minera y los tratados de libre comercio para América del Norte, la reforma al ejido, todo eso venía sembrándose en México. Cuando llega la Reforma Energética y estas reformas estructurales de aproximadamente 14 instrumentos derivados de esa Reforma, lo que hace es profundizarse y agudizarse ese conflicto social”.
Del Pozo precisó que dentro de la reforma se tomó como bandera una especie de falso interés público, “esta figura la uso Lázaro Cárdenas para expropiar a las petroleras norteamericanas, esa es la figura. Pero ahora se usa para todo lo contrario para entregar los recursos de la nación a las empresas privadas y compartir las utilidades petroleras del Estado con la iniciativa privada.
Por su parte Eduardo Parrilla Álvarez, abogado integrante del Colegio de Biólogos de México y experto en contaminación de suelos apoyó la tesis de que el Estado mexicano en su discurso y legislación se ha comprometido a respetar un marco de derechos humanos, que reconocen el derecho al territorio y de las comunidades a disponer sus recursos naturales… por lo menos en papel, porque en la realidad no es así.
“La constitución Mexicana reconoce el derecho a la autonomía y autodeterminación y eso es norma suprema. Por tanto es una cosa esquizofrénica que luego aprueben reformas que en su contenido son lesivas a los derechos humanos reconocidos en la Constitución y los tratados internacionales que el Estado mexicano se comprometió a respetar.
20160713_130003“Hay información de que los pueblos indígenas y las comunidades quienes han logrado preservar durante siglos los recursos naturales y son justamente los territorios que han permanecido más vírgenes. El estado saqueó los recursos junto a las grandes empresas de lugares donde no había población indígena. Hoy donde quedan intactos algunos de estos recursos naturales es justo donde ellos habitan. Ahora los grandes capitales van y los despojan de su territorio. No son tomados en cuenta en estos proyectos de desarrollo, son ignorados, discriminados y obligados a desplazarse de sus lugares de origen desde hace siglos”, puntualizó Parrilla Álvarez.
Como es evidente nadie es dueño de la verdad ni tiene una bola de cristal para conocer el porvenir, sin embargo para estos dos abogados y activistas, “el futuro es sumamente incierto” y “pinta desfavorable con estas grandes reformas estructurales con las que se ve la profundización de un modelo neo extractivista en México que consume vorazmente los recursos naturales y en aras de obtener grandes ganancias pasan por encima de lo que sea.
“Estas reformas, sin lugar a duda, profundizan más la  conflictividad social y generan más violencia en las comunidades. El último informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la situación en México, resaltó que en el caso de los pueblos y comunidades, la mayor violencia se ejerce con la implementación de grandes proyectos de desarrollo y por la vulneración de derechos”, opina Edmundo del Pozo.
Por su parte Parrilla Álvarez, augura, “aunque se eliminó la palabra ‘expropiación’, los dueños de la tierra no podrán evitar que su terreno sea para la industria, pues se aprobó el término ‘ocupación temporal’ cuando no se llegue a un acuerdo de compra-venta. Por lo anterior los dueños de la tierra quedan obligados a negociar un acuerdo con aquellos que deseen explotar los recursos energéticos de su terreno.
“El Estado ordenará los pagos que le corresponden a cada propietario. Se está hablando de una negociación forzada, en la que ineludiblemente el propietario tendrá que aceptar la ocupación temporal y aceptar una contraprestación por su tierra. La negación no está contemplada en la ley. Sus casos irían a tribunales agrarios en donde actualmente, el rezago de atención es del 85%”.
La conclusión de estos dos expertos es que la prioridad del sector energético pone en riesgo el resto de las actividades productivas, entre las cuales se encuentran la agricultura, la ganadería, el manejo forestal comunitario, los esquemas de pago por servicios ambientales e hidrológicos, así como la conservación de los ecosistemas en distintas zonas del país. A su vez, se arriesgan distintos hábitats y ecosistemas, así como los modos de vida de comunidades y pueblos indígenas que las habitan.

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