Juan Danell Sánchez
La
Mixteca huele a despojo, a saqueo perpetrado desde las altas esferas
del poder. Por cañadas y serranías la incertidumbre se hospeda en cada
hogar de los pueblos que ahí habitan desde tiempos inmemoriales. Está
latente lo que se inició en Nochixtlán: la incursión de la Policía
Federal y el Ejército mexicanos que ya están listos para entrar a todos
esos rincones de Oaxaca para “apaciguarlos”, y que aunque nada se dice
son dueños de grandes riquezas naturales que aún no han sido explotadas,
pero que representan un filón de oro para la minería.
Un ejemplo
de esto es que desde hace más de 40 años se encontraron manifestaciones
uraníferas en Santa Catarina Tayata y San Juan Mixtepec, del municipio
del mismo nombre, con reservas insitu de 696 toneladas U3O8.
Otros lugares de la Mixteca con presencia de uranio son Tezoatlán-El
Pipi, Boca de Perro, Magdalena Peñasco y Ocotlán Taviche.
Pero la
riqueza mineral de la Mixteca se extiende por 81 de los 155 municipios
que la conforman, en los que hay reservas probadas de oro, plata, plomo,
cobre, zinc, barita, mercurio, cuarzo, hierro y materiales pétreos.
En
una investigación geológica de la Universidad de la Cañada, de
Teotitlán de Flores Magón, Oaxaca, se dan cifras de los recursos
minerales encontrados en esa región y citan que en Huajuapan de León
existen al menos 14 mil toneladas de oro, plata, cobre, zinc y plomo.
Otro
ejemplo es Santiago Tamazola, municipio en el que existen 780 mil
toneladas de barita y 22 millones de toneladas de cuarzo. Asimismo, en
Coixtlahuaca se detectaron dos millones de metros cúbicos de mármol.
Y
el temor de que incursionen las fuerzas federales en esas lejanías
tiene fundamento. En los últimos días de enero del presente año 48
comunidades, 30 organizaciones y dos centros de investigación se
reunieron en Cerro de las Huertas, municipio de Ejutla de Crespo, para
celebrar el Encuentro Estatal de Comunidades y Organizaciones contra la
Minería, en el que acordaron la expulsión de todas las mineras de
territorio oaxaqueño.
Se trata de 400 concesiones mineras que
comprenden 35 proyectos en las ocho regiones de aquella entidad. Ninguna
de las empresas cuenta con la aprobación de las comunidades ni de los
pueblos originarios, y, dato interesante, todas son extranjeras de
banderas canadiense y australiana.
El rechazo a la minería, por
parte de las comunidades indígenas, se debe a que esos proyectos
representan una grave amenaza hacia sus formas de vida y medio ambiente,
ya que producen la contaminación irreversible del territorio, mismo que
es la base de la economía y alimentación comunitaria.
Y la
respuesta que han recibido los comuneros a sus demandas en defensa de
sus territorios, es que los empresarios y el Gobierno han promovido la
división y confrontación de las comunidades, además del impulso de
modificaciones legislativas en favor de las compañías mineras.
También
han denunciado castigos, persecución, hostigamiento y encarcelamiento
de las personas de las comunidades que se han destacado en la defensa de
sus territorios.
Estas razones explican una parte importante del
porque el Gobierno se ha empecinado, con encono, en hostigar,
desprestigiar y amenazar con utilizar la fuerza federal, “con todo el
rigor de la Ley” y eso se puede leer como con las armas, para
desmantelar el movimiento social en Oaxaca, que ya no se remite a las
manifestaciones de la CNTE, porque esas están por la mayor parte de los
estados del país.
Pero, además, la oposición de los pueblos
mixtecos a la explotación de sus riquezas naturales por empresas
nacionales y extranjeras, es un tema histórico. Sin embargo, esto es
algo que no se ve o no se quiere ver y el tema de Nochixtlán se reduce
al conflicto de la CNTE con el Gobierno federal.
Y es,
precisamente con este escenario, que hoy emerge el México que no
queremos, pero tal parece que esperamos con ansia insana. La sociedad
mexicana se encuentra extrapolada en bandos aparentemente
irreconciliables, y esto por pertenecer a la misma clase social. Los
odios transitan impunes, sucios y locos, por todo tipo de medios de
comunicación y redes sociales. Los grupos antagónicos se desgarran las
vestiduras; sentencian y pontifican infundios. Unos con el poder de
gobernar, los otros con la razón de sus reclamos y anhelos de justicia.
Ahí
los ha llevado la desinformación, el rumor y la simulación del poder.
Dan por hecho verídico el primer destello que alguien pone en los
espacios de difusión, y sin preguntarse o medianamente comprobar la
autenticidad sobre ese acontecimiento lo analizan sin sustento
cognitivo, critican con acidez, descalifican, amenazan, insultan,
sentencian y condenan.
Alimentan con ello el encono y odio
sembrado históricamente en la inconciencia de la sociedad con
estrategias diseñadas por el Estado para dividirla: un pueblo dividido
siempre será más fácilmente controlado y manipulado.
La historia
de nuestro país demuestra con sencillez la insatisfacción de las
necesidades fundamentales de la sociedad y ve transitar con toda
impunidad el aumento permanente de la pobreza, mayor concentración de la
riqueza, desempleo, analfabetismo, desnutrición, carencias permanentes
en salud pública, desgobierno, inseguridad, persecución, hostigamiento,
inequidad de género.
Todos estos males tienen una estadística que
en estos momentos resultaría por demás ocioso citarla, el mismo Gobierno
y las instituciones encargadas de medirlas entran con frecuencia en
contradicciones al referirlas. Lo cierto es que ahí están y las podemos
ver todo el tiempo.
La eficacia de la estrategia del Estado para
dividir a la sociedad la podemos palpar a cada momento de nuestra vida
cotidiana, aparece aun en las conversaciones familiares. Unos a favor,
los otros en contra. Todos con un coraje y odio acumulado contra sí
mismos, por no tener el valor y la capacidad de elevar la voz para
reclamar justicia y respeto a sus derechos fundamentales. Quizás por esa
razón arremeten con tanta dureza e inconciencia contra quienes salen a
las calles a hacer esos reclamos. La patria está dividida y la sabiduría
del decir popular se cumple a pie juntillas: “a río revuelto, ganancia
de pescadores”.
Juan Danell Sánchez
Reportero freelance mexicano, y director del portal sostenible.com.mx
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