Entrega
del silbato en estaciones del metro como parte de la “Estrategia 30-100
contra la violencia hacia las mujeres en el transporte y espacios
públicos”
Por lo menos así quedó demostrado esta semana durante el arranque de la
entrega de 15 mil silbatos en las estaciones más transitadas de las
líneas del Sistema de Transporte Colectivo, metro, donde algunas
usuarias entrevistadas por Cimacnoticias durante la entrega del silbato,
expresaron confusión en torno a la medida, no sabían si tenía un costo y
para qué servía.
Conjuntamente con el silbato, se distribuyó un folleto donde se explica
que “al sonar el silbato estás inhibiendo al agresor, comunicando a
otras personas que necesitas ayuda y alertando a la policía para que
acuda a brindarte atención inmediata”.
Pese a que se anunció que los silbatos se entregarían exclusivamente a
las mujeres, algunos hombres también se acercaron a solicitarlos. Por
ejemplo, en el metro Chapultepec se observó en la fila a hombres,
adultos mayores en su mayoría, que se formaron para recibir el silbato
pues expresaron que éste les ayudará en las “emergencias”, por ejemplo
si se sienten mal.
Incluso, el Director Ejecutivo de Justicia Cívica, Mario Fernando Torres
Morales, -encargado de coordinar los juzgados cívicos de la capital-
explicó al personal encargado de repartir los silbatos en la estación
del metro Pantitlán, que esta herramienta también podría servir para
alertar cuando alguien se está sintiendo mal en el metro.
UNA MEDIDA BASADA EN UN DIAGNÓSTICO
La titular del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal
Inmujeres-DF, Teresa Incháustegui Romero, explicó que toda la política
de género en este tema está basada en un diagnóstico y que la idea fue
discutida entre funcionarias y funcionarios en conjunto con ONU Mujeres,
quien presentó un estudio sobre las mejores prácticas en otros países.
Sin embargo, los países donde se ha utilizado el silbato como medida de
seguridad, como Estados Unidos, Canadá y Sudáfrica, no cuentan con
estadísticas que demuestren su eficacia, además de que su aplicación se
hizo en universidades, donde también se impartieron talleres.
En la Ciudad de México, ya se habían utilizado en la delegación Tlalpan,
con el fin de reducir la incidencia de agresiones sexuales, pero dejó
de utilizarse hace varios meses y no se tiene información sobre su
efectividad.
En este caso, una de las funcionarias que operó la estrategia en Tlalpan
dijo a Cimacnoticias que el silbato fue efectivo pero para otras cosas y
no propiamente para lo que originalmente se pensó porque los grupos de
vecinos empezaron a usarlo para evitar que una persona joven fuera
golpeada por un policía y para ayudar a las y los adultos mayores.
Según el diagnóstico elaborado para tal fin por Inmujeres-DF, seis de
cada 10 usuarias del transporte público capitalino no se siente segura
en el primer tramo de su recorrido, mientras que ocho de cada10 mujeres
no denuncian la agresión sexual que viven en estos espacios porque
consideran “que es natural”, no se sienten apoyadas cuando quieren hacer
valer sus derechos o tienen temor a represalias.
Si bien por un lado prevalece la falta de información sobre la medida
entre las capitalinas, la otra cara de la moneda demuestra la misoginia
prevaleciente entre los funcionarios encargados de implementarla quienes
siguen culpabilizando y responsabilizando a las mujeres de las
agresiones que padecen.
Como muestra, un botón. En días pasados un policía capitalino declaró a
esta agencia que las miradas lascivas no son una forma de acoso sexual
ya que son “naturales” en el hombre.
Días después, una joven de la capital relató a esta agencia que fue
acosada sexualmente al salir de la Línea 1 del Metrobús pero que los dos
policías a quienes pidió ayuda la instaron a no denunciar y además la
culparon por su forma de vestir y salir de noche.
Como si esto no bastara, el mismo día que arrancó la entrega de silbatos
en el Sistema de Transporte Colectivo Metro el pasado 5 de julio, el
Director Ejecutivo de Justicia Cívica, Torres Morales, declaró que la
violencia sexual es “conciliable”, aunque implique que la víctima tenga
que pactar con su agresor para –dijo- evitar que ella “tome revancha”.
El funcionario aseguró que la agresión es un tema de “percepción” que no
necesariamente implica que la víctima en realidad fue agredida y
justificó la violencia al señalar que quienes agreden a las mujeres,
probablemente “tengan problemas psicológicos” o un “trastorno” el cual
debe ser tratado.
Para el funcionario, las miradas lascivas, no están descritas en el
Código Penal capitalino ni en la Ley de Cultura Cívica, y reconocerlas
en estas normativas, implicaría que “todos (los hombres) vamos a estar
de lentes oscuros” para evitar extorsiones por parte de las mujeres.
De acuerdo con el diagnóstico del Inmujeres DF –en el que se basa esta
política- las miradas lascivas constituyen la agresión sexual más
frecuente en el transporte público, ya que 97 por ciento de las usuarias
la han padecido.
La postura de este funcionario y la información que está distribuyendo
el gobierno local demuestra que persiste desinformación sobre qué
constituye violencia sexual, ya que el folleto que acompaña el silbato
dice que “si la agresión fue verbal o intimidatoria, la remisión es a un
Juzgado Cívico”.
Pero según el Código Penal local, se sanciona por acoso sexual a quien
solicite favores sexuales para sí o para una tercera persona o realice
una conducta de naturaleza sexual indeseable para quien la recibe, que
le cause un daño o sufrimiento psicoemocional que lesione su dignidad.
| CIMACFoto: César Martínez López
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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