Además, traza una hoja de ruta para las deudas en materia de género que todavía tienen América Latina y el resto del mundo.
Así lo determinó la segunda sesión del Panel de Alto Nivel del
Secretario General de las Naciones Unidas para el Empoderamiento de las
Mujeres, que reunió en la capital de Costa Rica entre el miércoles 13 y
este viernes 15 a lideresas de varios continentes, con el objetivo de
intercambiar experiencias positivas para una mayor autonomía económica
de la población femenina.
“El ritmo
para alcanzar esta meta (cinco de los objetivos de desarrollo
sostenible) en 2030 es demasiado lento y por eso necesitamos acelerar y
tomar acciones...Si mantenemos este paso tomará 100 años”: Simona
Scarpaleggia.
“Si las mujeres se hubieran mantenido en la condición de los años 90,
la pobreza extrema estaría hoy alrededor de 30 por ciento y no 12 por
ciento como tenemos ahora”, apuntó Luiza Carvalho, directora regional de
ONU Mujeres para las Américas y el Caribe.
Carvalho se refirió así a indicadores regionales de empoderamiento económico como
el aumento de mujeres en el mercado laboral, que pasó de una
participación de 40 por ciento de las mujeres en 1990 a 55 por ciento en
la actualidad, el mayor incremento entre las regiones del mundo.
A su juicio, es una estadística esperanzadora para enfrentar los muchos retos pendientes en materia de equidad de género.
“Vemos estos avances solamente como un piso a partir del cual
debemos avanzar. Todavía no estamos donde queremos”, aportó la directora
regional, de nacionalidad brasileña.
La segunda sesión del Panel de Alto Nivel, un foro creado en marzo por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, puso énfasis especial en la región latinoamericana, aunque su mirada fue mundial.
El Panel está integrado por influyentes líderes de gobierno, sector
privado, academia y sociedad civil, es copresidido por Simona
Scarpaleggia, presidenta ejecutiva de la empresa IKEA Suiza, y por el
mandatario de Costa Rica, Luis Guillermo Solís. Este mismo año
presentará sus recomendaciones a Ban.
Carvalho recordó que las mujeres en la región todavía están
subrepresentadas en sectores científicos y tecnológicos y que la
violencia contra la mujer en América Latina sigue siendo la más alta del
mundo.
A nivel mundial, los salarios de las mujeres son 24 por ciento
inferiores a los de sus pares varones, ellas hacen dos veces y media más
trabajo de cuidados y doméstico no remunerado que ellos y tienen una
presencia desproporcionada en los puestos de oficina y apoyo (63 por
ciento), en comparación con las ocupaciones de gestión (33 por ciento).
Durante el Panel, la directora ejecutiva de ONU Mujeres,
Phumzile Mlambo-Ngcuka, pidió que sean las propias mujeres las que
indiquen las áreas en que la economía las impacta más y en las que se
sienten limitadas.
“Que sean las mujeres quienes nos digan cómo creen que los gobiernos
podrían facilitarles estos procesos”, dijo la también secretaria general
adjunta de la ONU, de nacionalidad sudafricana.
A pesar de pequeños triunfos en materia de participación de la mujer,
la región latinoamericana todavía “tiene su buena cuota de retos”,
planteó.
“Podemos aprender tanto de desafíos como de éxitos”, insistió Mlambo-Ngcuka.
En general, el empoderamiento económico es un requisito necesario
para alcanzar una verdadera equidad de género a nivel global, y las
persistentes brechas en materia de participación laboral, igual salario y
retribución por trabajos en el ámbito privado dificultan ese avance,
insistieron las participantes en el Panel.
Lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas es el quinto de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), establecidos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Pero las lideresas congregadas en San José subrayaron que se trata de un objetivo que permea en todos demás.
“El empoderamiento económico de las mujeres es condición sine qua non
para lograr los objetivos de esta agenda”, apuntó Carvalho.
Sin embargo, los mecanismos para alcanzar estos objetivos todavía
distan de ser los deseados y por esto fue necesaria la creación del
Panel de Alto Nivel, explicó Simona Scarpaleggia, la presidenta
ejecutiva de IKEA Suiza.
“El ritmo para alcanzar esta meta (cinco) en 2030 es demasiado lento y
por eso necesitamos acelerar y tomar acciones”, apuntó Scarpaleggia.
“Si mantenemos este paso tomará 100 años”, sentenció la alta ejecutiva
de IKEA, un grupo multinacional de fabricación y venta de muebles y objetos para el hogar.
Para la copresidenta del Panel, de nacionalidad italiana, sobran los
argumentos económicos para incluir a las mujeres y lograr la paridad
50-50.
“Las compañías pueden hacer mucho para alcanzar esto. IKEA, por
ejemplo, tiene un objetivo de lograr una composición de 50-50 en
posiciones de liderazgo para el 2020. En IKEA Suiza ya llegamos a esa
meta”, apuntó la alta ejecutiva.
De hecho, un estudio publicado en 2015
por la firma consultora McKinsey señaló que una mayor incorporación de
la mujer en el mercado laboral puede aumentar anualmente el producto
interno bruto global entre 12 y 26 por ciento anual a partir del 2025.
Esto significaría entre 12 y 28 billones (millones de millones) de
dólares adicionales.
El amplio rango del incremento se debe a dos opciones que plantea el
estudio: el aumento menor ocurriría si cada región alcanzara al país más
avanzado en equidad de género, mientras que el escenario superior
plantea que el mismo porcentaje de mujeres estén en el mercado laboral
que el porcentaje de hombres.
A escala mundial, 75 por ciento hombres en edad de trabajar son parte
de la población activa, frente a 50 por ciento en el caso de las
mujeres en edad de trabajar, según reveló el informe “El Progreso de las Mujeres en el Mundo 2015-2016: Transformar las economías para realizar los derechos”, presentado en el encuentro.
“Nuestras economías, más allá de si están en estancamiento, tienen un
problema de inclusión Eso significa que nuestros países están
desperdiciando cerca de 50 por ciento del talento de las mujeres”,
apuntó Alejandra Mora, ministra de la Condición de la Mujer de Costa Rica.
Mora explicó que un empoderamiento económico inmediatamente influye
en otros ámbitos de la vida de las mujeres, y eso es lo que este campo
tan estratégico.
“Una mujer con capital que le permite satisfacer sus necesidades
básicas puede poner fin a agresiones abusivas de violencia, a falta de
control del cuerpo”, señaló la costarricense.
En América Latina, 29 por ciento de las mujeres no tenían acceso a
ingresos propios en 2013, comparado con 13 por ciento de los hombres.
Las especialistas fueron claras en que el empleo por sí mismo no
basta, sino que necesita ser trabajo remunerado y de calidad. Destacaron
que 59 por ciento de los empleos de las mujeres en la región son
informales, sin legislación laboral ni protección social.
Para garantizar esto es crítico el campo del trabajo doméstico
remunerado, que representa 17 por ciento del empleo femenino en América
Latina.
De los 22 países que han ratificado el Convenio 189 de la Organización Internacional de Trabajo, que regula los derechos de estas trabajadoras, 12 son países son de la región.
Editado por Estrella Gutiérrez
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