La principal característica
del sistema educativo nacional sigue siendo la desigualdad que impera en
la mayoría de sus procesos, infraestructura y operación. Es estructural
precisamente porque su propio sistema opera y refleja nítidamente la
desigualdad. Es la propia configuración la que produce y reproduce dicha
desigualdad. Esto es, en el funcionamiento de la estructura es donde se
perpetúa esta condición. No hablo de diferencia (entendida como género,
edad, etnia, etcétera, que también pesa), desemejanza o disconformidad,
sinónimos que señala el diccionario, sino de diferencia, entendida como
desposesión y carencia de los elementos materiales y simbólicos
necesarios para garantizar la equidad educativa en las condiciones
sociales concretas de las comunidades escolares. El propio Mario Rueda
señaló al presentar el
panorama educativo de 2012del INEE, que el mayor reto que enfrentan las autoridades es empezar a revertir la desigualdad educativa.
La desigualdad estructural educativa es bien visible:
1. Existe aún gran número de escuelas multigrado, incompletas, unidocentes o, en el mejor de los casos, bidocentes. Estas
escuelitasregadas por toda la geografía de la pobreza están centralmente en el medio rural e indígena. Operan en pequeños espacios con techo de lámina, palma o sin techo, con piso de tierra, a veces con algunos bancos y pizarrón. Un solo maestro se empeña sin mayores recursos y apoyos didácticos que su voluntad, en llevar a niños de seis a 14 años, todos juntos, por los diferentes grados de una primaria inexistente. De acuerdo con todas las estadísticas 43 por ciento de las escuelas es de este tipo, ¡43 por ciento! Un buen número opera bajo el Conafe con
promotores educativos, capacitados en cuatro meses y contratados prácticamente a salario mínimo. Duermen en las escuelas generalmente, y las condiciones son tan precarias que desertan con gran frecuencia. Sin embargo, han llevado a las normales rurales a la extinción prácticamente y dicen que no tienen plazas para estos maestros formados específicamente para trabajar en los medios rurales. La aberrante propuesta peñista consistía en crear escuelas de concentración. Sin embargo, en Francia y España también existen, pero son precisamente las que cuentan con mayores y mejores recursos.
2. La mayoría de los profesores de secundaria (y bachilleres) están
contratados por horas en sus respectivas materias. Para poder juntar un
salario de sobrevivencia, tienen que conseguir tres o cuatro
contrataciones, lo cual implica generalmente correr de una secundaria a
otra a lo largo del día. De acuerdo con el informe del INEE en 2015, Los docentes en México:
sólo 10 por ciento de los maestros de secundaria cuentan con tiempo
completo. Dar clases en secundaria es uno de los ejercicios pedagógicos
más complejos por múltiples factores, pero mucho más complejo es
realizarlo corriendo de una secundaria a otra, con grupos saturados de
adolescentes en resistencia. No existe teoría pedagógica que permita
sortear estas condiciones. Irónicamente, el mismo informe señala que los
profesores de telesecundaria están mucho mejor, pues la mayoría tiene
tiempos completos, lo que no dice es que generalmente son el único
personal en la teles: son intendentes, director, profe, secretaria,
etcétera. ¿Quién, en su sano juicio, después de formarse como
profesional docente, aspira a optar por una lucha frontal, presentándose
a cuanto concurso se abre para conseguir una, dos, tres plazas y
cuatro, seis u ocho horas en las secundarias y, además, sentirse
agradecido y lleno de propuestas novedosas y creativas? Es una pregunta
que puede parecer ofensiva, pero es lo que el discursito de la calidad,
la evaluación y la competitividad en educación ha planteado en realidad.
Es el mercado laboral docente.
3. La mayoría de las escuelas primarias tiene doble turno, son dos
escuelas en una: matutina y vespertina. De igual modo muchos maestros
tienen dos plazas y dos turnos. Este fue un invento de Echeverría para
lograr mayor cobertura con ahorro sustancial de recursos. Dos escuelas
en una, dos maestros en uno. Ello implicó desaparecer el sistema bajo el
cual muchos de nosotros aún nos formamos y que permitía a los niños
permanecer en la escuela por la tarde, realizando múltiples tareas,
aprendizajes, juegos, en vez de estar sentados frente al televisor en
casa de sus abuelos o padres. La carga laboral del maestro con doble
turno es abrumadora, no tiene tiempo real para dedicarle y atender a los
estudiantes de manera específica, abrir espacios diferentes y realmente
autónomos, la carga burocrática sigue en pie, el acoso de supervisores y
directores ante las innovaciones es constante. Sin embargo, es el único
recurso de los maestros para juntar un salario medio decente.
Ante esto, es muy mala noticia que la OCDE participará con el nuevo gobierno en el proyecto educativo (Laura Poy, La Jornada,
14/1/19). Miles de páginas se han escrito al respecto, a riesgo de
parecer esquemática, diría en resumen que la OCDE es precisamente la que
ha impulsado la noción dominante de concentrar recursos en las
escuelas de calidad, estandarizar y medir para reforzar el supuesto rendimiento educativo y abrir al mercado meritocrático la profesión docente. ¿Será posible entonces revertir la desigualdad estructural educativa? Se requiere para ello un cambio total de lógica y ciertamente no provendrá de la OCDE.
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