El robo de gasolina y otros combustibles, o huachicol,
que ha empantanado de forma estridente a México durante varios días, no
es un asunto catastrófico para el gobierno que empieza, como quieren
calificar los opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador. No
es la debacle total que pintan en sus insolentes lucubraciones los
opositores, pero sí constituye una prueba de fuego particularmente aguda
para el núcleo gobernante. De cómo se resuelva el problema la nación
sabrá qué podrá esperar de otras soluciones en asuntos no menos álgidos
que le tocará capotear al mandatario y a su administración y, por ende,
llevar a buen término.
Por su fondo, el huachicol refleja otra dimensión: la
tremenda falla de los cinco gobiernos anteriores que permitieron que el
conflicto escalara, suponiendo que sólo lo hicieron factible, cuando en
rigor lo impulsaron y así le dieron la razón a López Obrador, que los
calificó duramente como perversos facilitadores de esa corrupción
violenta en la que algunos de sus personeros tomaron parte de manera
significativa hasta que AMLO vio
colmado el platode esa complicidad, ante lo cual los jefes de esas administraciones sólo han podido guardar un silencio vergonzoso.
Pero lanzados a resistir al juicio de la historia, que es muy duro, ahora le quieren atribuir todas las culpas del huachicol
a López Obrador y a los morenistas por sus acciones y decisiones, pero
en rigor por destapar el sistema de robos y a los mafiosos, verdaderos
culpables por este saqueo y, sobre todo, del desabasto de combustible en
diversas zonas del país. Intensifican sus ataques en los medios al
acusarlo de ser la causa del huachicolazo, o al menos critican
su capacidad para resolverlo, cuando ellos y nadie más que ellos son los
creadores de este problema en el que la corrupción ha caminado de la
mano con una impunidad rampante.
Ya hay averiguaciones sobre muchos culpables del saqueo de
combustibles a la nación, lo cual tiende a destrabar el conflicto que
los comentaristas ingenuos e ignorantes de mala fe no dudan en denominar
guerra, como si se tratara de una nueva edición de la desastrosa acción bélica de Felipe Calderón contra los narcotraficantes al principio de su sexenio, pero que no se le parece absolutamente en nada. Más bien, es la segunda expropiación de los recursos energéticos de México, hoy en manos de intermediarios, prestanombres y sujetos sin escrúpulos para saquear al país.
Una vez que las investigaciones den frutos, quedará claro que son
integrantes de las clases sociales con prebendas quienes empujan las
acciones delictivas que llevan por consigna, además, el enfrentamiento
con el actual gobierno del cambio lopezobradorista, o sea, un objetivo
político deliberado. Capas de privilegiados que no dudan en lanzar a la
pelea a los desorientados del pueblo que han atraído con el señuelo de
la ganancia fácil y de la impunidad que ellos, para su desgracia, ya no
les pueden garantizar, pues tienen al frente a un duro luchador que no
se va a dejar arrastrar a esa debacle, al grito de
me canso gansoque los venceré, y con ello ganarán el pueblo de México y su gobierno.
La
estrategiade los enemigos de AMLO, si así se les puede llamar, es inculparlo de todo lo que ocurre, cuando son ellos los únicos causantes de esta nueva crisis. Una vez fijada esa falsa imagen en los medios de comunicación, hacerlo ver como incapaz de serenar o resolver el problema, lo cual parece ser una continuación de la otra
estrategiade aceptar que, está bien,
ya ganó la Presidencia y ahora es el momento de que gobiernes, pero como nosotros los reaccionarios y conservadores queremos que lo hagas, no como los votos populares que ganaste a plena ley te lo indican. Todavía le remarcan:
Ya eres Presidente de los mexicanos, ahora tienes que serlo de todos ellos, no sólo de quienes votaron por ti, sino principalmente de los que votaron en tu contra. Graciosa y absurda forma de pretender dar un golpe de Estado mental y atribuirse un triunfo que jamás obtuvieron en las urnas.
Por todo eso, las encuestas muestran que AMLO va a la cabeza de las preferencias populares en este conflicto contra los huachicoleros,
o sea los ladrones de combustibles de la nación, como gasolina,
petróleo, diésel y gas. Hurtadores de cuello blanco en supuesta alianza
con los humildes y abandonados a cual más. El gobierno de AMLO da
muestras de una gran reciedumbre en las maniobras contra los huachicoleros
de arriba y de abajo, los sondeos así lo indican, incluso las que
habitualmente le han sido contrarios. El petróleo es de los mexicanos,
pero no de los huachicoleros.
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