1/16/2019

Astillero de Julio Hernández López


Acusaciones recurrentes contra Peña
No sólo desde Brooklyn
Narco, elecciones y poder
Menosprecio al Legislativo
Son, desde luego, cartas marcadas. Declaraciones de delincuentes bajo control como testigos protegidos o con promesas de mejoría en su situación si ya están formalmente sentenciados. Por ello, dar como válidos algunos de los señalamientos que hacen esos personajes, porque dañan la reputación de alguno de los villanos favoritos de cada cual, equivaldría a luego tener que aceptar otras postulaciones que afectasen al favorito de cada quien. Sería como el rejuego de las encuestas de opinión: enaltecer las que convienen y repudiar las adversas.
Sin embargo, los señalamientos del narcotraficante colombiano Alex Cifuentes en el prolongado concierto de Los Capos Cantores de Brooklyn, referidos a un pago de cuando menos 100 millones de dólares al ex presidente Enrique Peña Nieto, aterrizan en un suelo propicio, largamente abonado por anteriores acusaciones (inclusive del mismo Cifuentes) y de evidencias de protección al extremo, por parte del político mexiquense, de otros señalados como recaudadores de fondos de origen oscuro para la campaña presidencial del citado Peña Nieto y, ya con él en ejercicio del poder, para beneficio directo del grupo que se apropió de Los Pinos (recuérdese el caso Odebrecht y su vertiente mexicana con Emilio Lozoya).
La narrativa desarrollada por el delincuente colombiano antes mencionado toca aristas claras de la operación electoral de 2012: habla del especialista en campañas electorales utilizado con frecuencia por los priístas, J.J. Rendón, ave de permanentes turbulencias. Millones de pesos en maletas para el proceso de virtual compra de la Presidencia de México por parte de grupos criminales convertidos en financistas, luego retribuidos con protección específica a los cárteles preferidos de la temporada y en contratos, negocios y todo tipo de enjuagues que convirtieron el sexenio 2012-2018 en el más escandalosamente corrupto de la historia moderna del país.
Las delaciones pronunciadas ayer en Nueva York, algunas de las cuales ya se habían expresado en años anteriores en diligencias judiciales bajo control del gobierno estadunidense, permiten entender el apocamiento y servilismo de Peña Nieto y su camarilla ante los intereses generales y las instrucciones particulares del aparato del poder del país vecino. No sería la primera ocasión en que los servicios de inteligencia y las actas judiciales sirvieran de irresistible mecanismo de convencimiento para políticos mexicanos metidos en esos negocios viscosos.
Cierto es que el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha hablado con insistencia de la necesidad de otorgar una amnistía hacia el pasado corrupto, para no atorarse en ello y menguar las fuerzas para construir el futuro. Pero se privará de una buena dosis de aliento el movimiento denominado Cuarta Transformación si no es capaz de llevar a tribunales casos como el de estos presuntos financiamientos criminales de campañas electorales, el de los Cantores de Brooklyn y también el de Odebrecht, la maquinación delictiva internacional que en México fue sistemáticamente blindada desde Los Pinos, con su último ocupante como esmerado supresor de pruebas, indicios y procesos.
No puede considerar decoroso el Poder Legislativo federal que otro poder, el Ejecutivo federal, haya decidido dejar plantada a la Comisión Permanente, que había citado a cuatro altos funcionarios del obradorismo para que les explicaran lo que está sucediendo y lo que están haciendo en cuanto al combate al huachicol y al desabasto de combustible.
Bajo el argumento de que las graves tareas a revisar justamente no les permitían desatenderlas, los secretarios de Hacienda (Carlos Urzúa) y Energía (Rocío Nahle), el director de Petróleos Mexicanos (Octavio Romero) y el procurador para la defensa del consumidor (Ricardo Sheffield) faltaron a la cita, lo cual causó enojo en la oposición a Morena y encendidas discusiones en las que hasta Porfirio Muñoz Ledo le entró al jaleo.
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