La Jornada
Separados –o unidos,
según se mire– por el territorio de la primera potencia mundial, México
y Canadá son auténticos vecinos distantes. Ambos comparten la misma
región geográfica y una extensa contigüidad con Estados Unidos; pero en
materia de intercambios (comercial, económico, cultural) las
posibilidades por explorar siguen siendo mucho mayores que los nexos que
han logrado establecer.
En ese sentido va la afirmación del nuevo embajador de nuestro país
en suelo canadiense, Juan José Gómez Camacho, cuando dice que la
prioridad en el desempeño de su cargo será fortalecer todos los lados
del triángulo Estados Unidos-Canadá-México, poniendo especial énfasis en
la relación entre estas dos últimas naciones. Si bien ese suele ser el
tono de todos los representantes de un país en el exterior, (porque el
estrechamiento de lazos es inherente a la diplomacia) en este caso hay
un elemento que juega en favor del acercamiento entre los dos socios
minoritarios del acuerdo trilateral que remplaza al Tratado de Libre
Comercio de América del Norte: el hecho de que los mandatarios de
México, Andrés Manuel López Obrador, y de Canadá, Justin Trudeau, tienen
parecidas visiones en torno a los temas sociales, laborales y de
diversidad e inclusión.
El argumento es muy atendible, porque aunque en el fondo se trata de
conseguir inversiones, prerrogativas y ventajas recíprocas de orden
industrial, comercial y financiero, ello aumenta, en paralelo, las
posibilidades de conocimiento mutuo y movilidad interpersonal. El año
pasado alrededor de dos millones 200 mil canadienses visitaron México
(contra menos de 400 mil compatriotas que viajaron a Canadá), cifras
bastante modestas si se considera que los dos países se ubican en la
misma zona del mundo.
Lo anterior probablemente se deba, como apunta el embajador Gómez
Camacho, a la fuerza de gravedad que EU ejerce como polo de atracción,
pese a que, según la Asociación Global de Viajes de Negocios, desde la
asunción al poder de Donald Trump las visitas de extranjeros a ese país
muestran un persistente declive.
Desde una óptica puramente económica, la actual coyuntura parece
favorable para intensificar los vínculos entre México y Canadá. El
intercambio bilateral de bienes tiende a ascender, complementando las
actividades que tienen lugar en el contexto del acuerdo trilateral, y
los inversores canadienses se ven atraídos por el tamaño del mercado
mexicano y las perspectivas de ampliar la red de tratados comerciales de
nuestro país. Pero de explorarse más a fondo las presuntas
coincidencias de ambos gobiernos en lo social y sociocultural, la
relación podría ampliarse en estos terrenos y los dos países dejar de
ser desconocidos que comparten un mismo subcontinente.
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