Raúl Hinojosa Ojeda*
México pagará de
una manera u otra el gran muro, insisten Trump y sus aliados, y visto de
cierta manera podrían tener razón: los mexicanos ya pagan mucho a las
arcas de Estados Unidos (EU) –múltiples veces más del gasto para una
muralla, o lo que se gasta en centros de detención y en miles de
oficiales de control de migración– mientras que contribuyen con billones
a la economía más rica del mundo.
Durante décadas, México ha enviado a Estados Unidos su recurso más
importante: personas jóvenes deseosas de trabajar luego de haber sido
criados y educados por su propio país. En los 25 años de vigencia del
TLCAN la contribución de los mexicanos al PIB de Estados Unidos ha sido
cerca de 5 billones de dólares1. Las contribuciones tributarias a
Estados Unidos por los mexicanos que llegaron a ese país sumaron más de
un billón de dólares. Sólo los trabajadores indocumentados han
contribuido más de 2 billones en PIB y 600 mil millones de dólares en
impuestos.
Los impuestos de los migrantes mexicanos suman más que 300 por ciento
de todos los gastos del Departamento de Seguridad Interna (donde están
las agencias de control migratorio y seguridad fronteriza, ICE y CBP)
desde la implementación del TLCAN (sumando cerca de 300 mil millones de
dólares en 25 años).
Al mismo tiempo, el flujo de inmigrantes indocumentados a EU se ha
desplomado desde su punto más alto en 2001 al más bajo en dos décadas.
Eso, visto sólo en términos de contabilidad, ha multiplicado el costo
por inmigrante detenido, el cual se ha incrementado de mil 159 dólares
en 1992 a 45 mil 389 en 2015. Poner más dinero en muros que son cada vez
menos requeridos dado que la migración está disminuyendo resultaría en
incrementar más el costo por captura.
Resulta que en lugar de construir un muro, lo que más beneficiaría a
Estados Unidos es construir puentes promoviendo una reforma migratoria
integral parecida a la última que se logró bajo otro presidente
republicano, Ronald Reagan. Con ello se incrementaría el PIB
estadunidense en cerca de 1.5 billones de dólares a lo largo de 10 años,
según cálculos de la Oficina de Presupuesto del Congreso –agencia
legislativa de investigaciones (CBO, por sus siglas en inglés)–, lo cual
genera alzas en salarios y consumo en EU junto con un incremento
potencial de la recaudación fiscal de más de 300 mil millones de
dólares. Sólo con la implementación del programa de legalización de
inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos como menores de
edad, conocida como DACA, se generarían beneficios económicos y
fiscales masivos calculados en más de 1.4 billones de dólares durante 40
años2.
Vale recordar que la reforma migratoria de Ronald Reagan también
resultó en una reducción del flujo migratorio hacia niveles mínimos
históricos, sin la construcción de un muro. Beneficio adicional de una
reforma migratoria es el incremento al acceso bancario y remesas que
podrían ser utilizadas para bonos de ahorro para invertir en comunidades
locales y con ello abordar las causas raíz de la inmigración
proveniente de México y América Central.
Desde el TLCAN, el total de remesas a la región superan 500 mil
millones de dólares, más del doble de las inversiones extranjeras
directas. Los gobiernos de México y Estados Unidos deberían de
contemplar esto para su propuesta de destinar 30 mil millones de dólares
al desarrollo de América Central.
El enfoque obsesivo de Trump sobre el comercio y migración mexicanas
abre sin querer las puer-tas a una transformación histórica en las
relaciones de Estados Unidos con México, realizando un servicio
invaluable al forzar un debate a fondo sobre el futuro de la relación
bilateral. Ahora el desafío es lograr que las contribuciones a las arcas
y economía de los inmigrantes no se invierta en un muro, sino en
construir puentes que beneficien a las mayorías de ambos lados de la
frontera.
———
1 Fuente: estimaciones del UCLA NAID Center con base en datos del
Bureau of Economic Analysis, US Census Bureau y los World Development
Indicators, Banco Mundial.
2 Raúl Hinojosa Ojeda, y Paule Cruz Takash,
No DREAMers left behind: The economic potential of DREAM Act beneficiaries.
*Director fundador del Centro para la Integración y el Desarrollo de Norteamérica, en la Universidad de California, Los Ángeles
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