Jazz
Antonio Malacara
Por fortuna, el jazz no ha
sido ni será música de masas. Muy probablemente éste sea uno más de sus
atractivos, permitiéndole ser y estar al margen de la dictadura del
mercado (y de los vericuetos políticos que tanto hieden en estos
tiempos). Aunque el hecho de no flotar entre las masas no quiere decir
que el jazz en México no haya crecido exponencialmente en las décadas
recientes.
Digámoslo una vez más: no hay un solo estado en este país donde no
haya músicos y públicos alrededor del jazz (y de todo lo que pudiera
entenderse como tal). El Valle de México es donde más se concentra la
banda, ni hablar; pero hay regiones que nos siguen sorprendiendo por la
cantidad y por la calidad de sus propuestas. En Chiapas, por ejemplo, se
hace buen jazz en San Cristóbal de las Casas, Comitán, Tapachula y
Tuxtla Gutiérrez; mientras en Guanajuato extienden las síncopas por San
Miguel de Allende, Celaya, Irapuato, Salvatierra, León y Guanajuato,
capital, por supuesto.
Generación tras generación, los jazzistas mexicanos han ido trazando
una historia ininterrumpida de talento y terquedad (y virtuosismo en no
pocas ocasiones) a lo largo de setenta años. Hay una protohistoria en la
primera mitad del siglo XX que merecería (merece) ser investigada en
todas sus aristas, pero… bueno, los investigadores no abundan, los días
se aferran a terminar cada 24 horas y los presupuestos nomás no
alcanzan. Pero ya cantaba (y bien) la sabiduría precristiana de Yuri
que:
siempre vendrán tiempos mejores.
Entretanto, para documentar los pasados setenta años del jazz en
México en lo que a discos (y caséts) se refiere, se prepara ya una
Enciclopedia fonográfica que será editada en dos tomos (muy
probablemente tres); cada uno con cuatrocientas páginas impresas a todo
color en papel cuché. Una edición de lujo que, más allá de sus
implicaciones historiográficas, rinde un merecido homenaje al quehacer
jazzístico y a la entereza de tres generaciones.
En estas páginas se publicarán, una a una, las portadas de todos los
discos editados alrededor de nuestro jazz, se incluirán fichas técnicas
que detallen los nombres de los músicos, instrumentos, temas musicales y
compositores; anexando comentarios y entrevistas que puedan
contextualizar histórica y estéticamente cada uno de estos fonogramas.
Sólo hay un
problemaeditorial: después de que investigadores y jazzófilos de los treintaidós estados del país recopilaron los títulos jazzísticos a través de sendas investigaciones documentales y de campo, en cada una de sus entidades, la cantidad de información ha rebasado todas las expectativas, y los espacios previstos en dos tomos físicos han sido rebasados.
Luego entonces, como la anterior legislatura cultural de la Cámara de
Diputados fue la que dio el visto bueno para iniciar este proyecto, la
nueva Comisión de Cultura está viendo la posibilidad de implementar la
edición de un tomo extra, a fin de que todos los discos y todos los
testimonios recabados puedan tener cabida en esta enciclopedia.
El punto de partida bien puede ser el álbum Jazz en México, tres
elepés grabados en 1954, editados por el sello Orfeón, donde aparece el
Cuarteto de Mario Patrón, el Trío de Héctor Hallal El Árabe y la así
llamada Orquesta de Estrellas, donde figuran Patrón y Hallal (piano y
saxofones alto y tenor), además de Tomás Rodríguez (sax tenor), Román
López (sax barítono), Pepe Solís (corno), Tino Contreras (batería) y
Víctor Ruiz Pazos (contrabajo), leyendas todos del jazz nacional.
Pero las cosas van mucho más allá, a más de dos mil títulos donde
todos los estilos, todos los colores y todos los aromas del jazz se dan
cita, incluyendo propuestas donde las diferentes músicas étnicas y
mestizas de los muchos Méxicos que es México se enlazan con los códigos
del jazz, para dar vida a nuevas e intensas formas de la belleza.
Salud
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