León Bendesky
La Jornada
Dos cuestiones de orden
general están abiertas hoy en torno a la evolución de la economía
mexicana. Una comprende las acciones para enfrentar una posible recesión
económica basada en Estados Unidos y Europa. La otra tiene que ver con
las perspectivas del crecimiento y el desarrollo en el sexenio del
actual gobierno.
Con respecto a la primera, no puede haber certeza de que la recesión
ocurra en los plazos y en la magnitud en que ahora se le sitúan. Lo que
hay, son indicios que anticipan que suceda. Uno de los indicadores que
se señalan al respecto es la mayor demanda por la deuda pública en los
principales mercados, lo que usualmente indica que se busca más
seguridad aun a expensas de menores rendimientos.
En todo caso, el panorama recesivo tiene muchos vericuetos, como
pueden ser los valores relativos de distintos activos; la secuencia de
las decisiones de política pública y la intervención de los bancos
centrales para afectar los niveles de las tasas de interés en una manera
similar, aunque no con el mismo impacto, que lo hicieron tras la crisis
de 2008.
Un factor relevante en el escenario es que la economía de Estados
Unidos está en el periodo de expansión más largo desde mediados del
siglo XIX. De acuerdo con la definición vigente (NBER), la actual fase
expansiva se inició en junio de 2009.
Hay, por supuesto, diversas causas por las que esa fase del ciclo
económico puede detenerse y revertirse. Entre ellas están las medidas
económicas de los gobiernos, como la disputa comercial y monetaria
emprendida entre Estados Unidos y China.
En todo caso, el escenario es hoy confuso y se requerirían ajustes y
acciones concertadas para prevenir una fuerte recesión internacional
(véase al respecto el documento del World Economic Forum Por qué una recesión global no es inevitable, del 22/08/19).
El diario británico The Guardian propuso (edición del
25/08/19) una lista de advertencias sobre una posible recesión que es
útil para fijar un punto de mira sobre los hechos que ocurren casi a
diario y los efectos que se producen. Entre los señalamientos están:
guerra de tarifas entre Estados Unidos y China; menor crecimiento de la
economía estadunidense; inminente recesión en Alemania; crisis de
endeudamiento en China; Brexit;
nerviosismoen los mercados financieros, y frágil situación financiera de Argentina y Turquía.
En un escenario como este, el Banco de México deberá actuar con tino y
a tiempo para atemperar las consecuencias adversas del movimiento de
los capitales, las variaciones del tipo de cambio y el comportamiento de
la inflación. Los instrumentos para intervenir son las tasas de interés
y las transacciones en el mercado de divisas.
Del lado fiscal, la situación aparece muy restrictiva, pues no hay
fondos para aplicar un programa anticíclico robusto. Y esto lleva a la
segunda cuestión planteada al principio de este texto. La dinámica del
crecimiento y el desarrollo del sexenio están ahora marcados por un
pobre desempeño de la producción y el empleo. Las cosas se complicarían
con el impacto negativo en las exportaciones y las remesas.
El gasto en inversión ha decrecido en los meses recientes y el de
consumo se debilita. La inflación cede básicamente por la caída de la
demanda agregada y ahí debería centrarse la atención sobre la dinámica
económica general.
La austeridad se ha impuesto, pero no puede ser la base para superar
la tasa de crecimiento promedio de los últimos 30 años, mejorar
significativamente las condiciones del bienestar de la población y
reducir la desigualdad.
Según se desprende de las recientes declaraciones del secretario
Herrera, de Hacienda, el presupuesto para el año entrante tratará de
allegarse más recursos combatiendo la evasión y la elusión fiscal,
fortaleciendo el sector financiero y generando confianza.
Admitió que los recursos para invertir son escasos y esta es una
restricción severa en materia de impulso por el gobierno a la economía.
Por ello se requiere, como también señalo, de un gran complemento por el
sector privado. De ahí su mención sobre el estado de la confianza.
Parte del proyecto económico debe ser dejar obras relevantes de
infraestructura para sostener el crecimiento.
En el asunto recaudatorio, no hay que olvidar que más de la mitad de
la economía opera en la informalidad. Las principales fuentes de
ingresos tributarios son los impuestos al valor agregado y a la renta.
Una propuesta de reforma fiscal, luego de 2014, deberá plantearse con
cautela política, en función de la aceptación popular de este gobierno.
Arthur Lewis usó una metáfora, sin duda controvertida hasta hoy, con
respecto al proceso de desarrollo de una sociedad. Pensó en tal proceso
como si fuese un elevador que transporta a los países y sus habitantes a
niveles de producto per cápita cada vez más altos. De ahí que veía el
movimiento ascendente de quienes ya se encuentran en el ascensor como un
medio para atraer a más gente al grupo que asciende.
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