Silvia Ribeiro *
Cerca de 79 mil incendios
en la Amazonia, principalmente en Brasil, Bolivia e importantes áreas
de Paraguay, han avanzado por semanas, quemando más de un millón de
hectáreas de bosque tropical y arrasando territorios indígenas, muchos
de los cuales habían sido invadidos legal o ilegalmente por la
ganadería, la agricultura industrial y la minería. Hay un millón 500 mil
habitantes de comunidades indígenas que están amenazados o ya sufriendo
los impactos de esta grave crisis que está devastando amplias regiones
amazónicas, su fauna, flora y diversidad biológica única.
El fuego se expande siguiendo la ruta de las trasnacionales de
ganadería y agronegocios. Se talan y queman bosques para abrir espacio a
la soya transgénica de Bayer-Monsanto y a la cría de ganado para JBS,
la mayor trasnacional de producción industrial de carnes a escala
global, que tiene una negra trayectoria de diversas violaciones legales,
entre otras, por comerciar ganado criado con la deforestación del
Amazonas.
La Vía Campesina Brasil declaró que esta serie de incendios están
directamente ligados al avance del agronegocio, y por los enormes daños
que provoca a comunidades y naturaleza debe considerarse un crimen
contra la humanidad. Entre el 10 y 11 de agosto, que fue declarado
Día del fuegopor los hacendados de la región que queman el bosque para sembrar soya transgénica y pastura, los incendios aumentaron 300 por ciento. Denunció también que imágenes satelitales muestran un avance no visto desde la década de 1980 de la minería ilegal en territorios indígenas, que ha sido estimulada por el gobierno. (https://tinyurl.com/y3rq9d4j)
En efecto, no se trata de factores climáticos o
mala suerte: hay causas y actores concretos. El principal motor de la tragedia es la siembra de monocultivos y de pasturas para ganadería a gran escala y la deforestación que causan. Brasil es el primer exportador mundial de soya transgénica, con extensas zonas en las áreas incendiadas y aledañas, en su amplia mayoría su destino es para forraje de cerdos, pollos y vacas en confinamiento, principalmente en Europa y China.
Pero ni los monocultivos de soya (u otros) ni la ganadería industrial son necesarias para alimentar a la población mundial (https://tinyurl.com/yxv3dz8s).
Son solamente negocio de trasnacionales con grupos económicos que se
han asegurado políticas muy favorables de producción y exportación desde
el Sur global, acompañadas de diversos estímulos para aumentar adrede
el consumo de cárnicos en muchas partes del mundo. Esto, pese a que
tanto los monocultivos agroindustriales como la ganadería intensiva
están entre los factores más altos de emisiones de gases que producen el
cambio climático. Y eso, sin contar el aumento de emisiones de carbono
que significan los incendios ahora en curso.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien llegó al gobierno apoyado por la llamada
bancada ruralistade ese país (latifundistas, sembradores de monocultivos de caña, soya, maíz y grandes ganaderos), ha manifestado repetidamente que conservar la Amazonia es un desperdicio de recursos que pueden ser aprovechados por esas y otras industrias, como mineras, hidroeléctricas y petroleras. A todas ha facilitado avanzar en esa región, con una mezcla de legalización de despojos, desmantelamiento de medidas de protección y saboteo de la fiscalización ambiental.
Para ocultar los síntomas del desastre que se avizoraba, a principios
de agosto de este año, Bolsonaro despidió de su cargo a Ricardo Galvão,
director del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), por
informar que la deforestación en la Amazonaa aumentó a un ritmo
alarmante y mucho mayor que el año anterior. Bolsonaro negó que esto
fuera verdad y poco después, cuando ya no pudo negar la crisis de
incendios en la Amazonia, lanzó burdas mentiras, como que el fuego era
causado por organizaciones ambientalistas para acosarlo. Como si los
incendios no fueran causados por la misma gente que alentó y cobija.
Si el fuego sigue propagándose –advirtió la Coordinadora de
Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica–, no solamente están en
peligro los habitantes de 350 pueblos indígenas que habitan el Amazonas,
también serían afectados 6.7 millones de kilómetros cuadrados de
bosques, 44 mil especies de plantas, 2 mil 200 especies de animales, 2
mil 500 especies de peces de agua dulce y de 17 a 20 por ciento del
total del agua dulce del planeta, además de que la pérdida de follaje de
este ecosistema representa hasta 10 por ciento de las emisiones de
carbono global. (https://tinyurl.com/yxasfvd4)
Una investigación de la organización Trase, con The Guardian y
Repórter Brasil (2 de julio 2019), evidenció que JBS vende, a sabiendas,
ganado criado en áreas devastadas de la Amazonia (https://tinyurl.com/y4yxtfhn).
Seguramente alimenta otras instalaciones de ganado con soya que también
viene de la Amazonia. Bayer-Monsanto enfrenta más de 18 mil juicios en
Estados Unidos por causar cáncer a ese número de víctimas, a sabiendas
de los efectos cancerígenos del glifosato, agrotóxico usado para la
siembra de transgénicos. Tal como plantea La Vía Campesina, se trata de
crímenes contra la humanidad, en Amazonia y más allá.
* Investigadora del Grupo ETC
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