Bajo la lupa
Según Le Monde, “después del éxito ( sic) del G-7 Macron sacudió a los diplomáticos (http://bit.ly/2MPxxOs)”.
No existió tal
éxitocuando Macron se lució tres días antes de la cumbre del G-7 en Biarritz, al recibir en Brégançon a su homólogo ruso Vlady Putin, con quien acordó, más allá de la fachada de Ucrania, reconciliarse y lubricar la reincorporación de Rusia al formato del G-8, a petición expresa de Trump (http://bit.ly/2NM1AWL). Otro lucimiento de Macron fue su coup de théâtre persa: la recepción del canciller Javad Zarif en Biarritz, al margen del G-7.
En el seno del disfuncional G-7 no se resolvió nada. Ni siquiera la
apremiante contribución al megaincendio del Amazonas. Quizá ayudó a
lubricar la voltereta de Trump, para no perder la compostura, sobre la
reanudación de las negociaciones de su guerra comercial contra China.
Macron lució enormidades un día después del G-7 –con su discurso que
(en)marca el canto de cisne de Occidente– ante 200 diplomáticos (http://bit.ly/2NJC8kG): ¡un genial diagnóstico del zeitgeist geoestratégico! En un clásico estilo neo-gaullista, Macron definió el papel de Francia como una
potencia de equilibrio.
Le Monde recupera la
opción estratégicade Macron:
evitar el desvanecimiento de Europa frente a la prominencia de China y EU, que pasa necesariamente por la reconciliación de la Unión Europea
con su vecino rusocuando hoy
Europa es el teatro de una lucha estratégica entre EU y Rusiaque tendrá
consecuencias de la guerra fríaen el suelo de Europa que corre el riesgo de desaparecer.
Macron abogó por una
estrategia de la audaciacon el fin de “colocar al hombre ( sic) en el centro de la civilización europea desde el Renacimiento” –tesis añeja de Bajo la Lupa.Diagnostica
el fin de la hegemonía occidentaly apela a “una transformación ( sic) y a una recomposición geopolítica y estratégica”.
Las
cosas cambiaron: feneció
el orden internacional de la hegemonía occidental desde el siglo XVIII: que fue primero francés con el siglo de la Ilustración; luego británico en el siglo XIX con la Revolución Industrial; y estadunidense en el siglo XX
gracias a dos grandes conflictos y a su dominación económica y política.
Hoy el mundo vive la multipolaridad con
la emergencia de nuevas potenciascuyo
impacto ha sido subestimado. Coloca a China en primer lugar, luego a la
estrategia rusaque ha sido muy
exitosa, además del resurgimiento de India.
Las tres superpotencias emergentes
se piensan como verdaderos Estados civilizatoriosque son muy atractivos por la inspiración que emanan:
India, Rusia y China poseen una inspiración política mucho más poderosa que la europea. Y eso que Macron no abordó la portentosa Ruta de la Seda de China que asocia a Rusia en su trayecto y a Europa como su terminal geoeconómica.
Reconoce que la “economía de mercado se financiarizó profundamente”, lo cual desembocó en un
capitalismo de acumulaciónsin una clase media que constituía
el pedestal de la democraciay alteró el orden político. Fustiga con justa razón a EU que “se encuentra en el campo occidental, pero que no comporta el mismo humanismo ( sic)”, a diferencia de la “sensibilidad ( sic)” de los europeos.
Luego de alardear que Francia representa hoy el
primer ejército europeo, amén de constituir una
superpotencia diplomática, advierte que
empujar a Rusia lejos de Europa es un profundo error estratégico, ya que el aislamiento de Moscú
incrementa las tensionesy lo empuja a
aliarse con otras superpotencias cono China, lo cual no es del interés de Europa.
Lanza su seducción a Rusia, a quien invita a formar parte de su entorno civilizatorio europeo, en lugar de
ser el aliado minoritario de China. ¿Rusia como primum inter pares en Europa?
El supremo geoestratega que resultó ser el zar Vlady Putin
es hoy motivo de la seducción simultánea de China, Trump y ahora de
Francia/Europa. Sobra recalcar que quien lleva la mano de la definición
geoestratégica euroasiática y global es Rusia, en la fase de su parusía
con el zar Vlady Putin.
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