1er. Informe de gobierno
No son buenos los resultados en seguridad, reconoce AMLO
Terminó la guerra de exterminio, no habrá más razias, masacres ni desapariciones
in que suene a ofensa, afirma:
los conservadores están derrotados
La guerra de exterminio contra el crimen organizado
terminó: no habrá más razias, masacres ni desaparición de personas,
afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien reconoció, en
paralelo, que con la nueva estrategia aún
no son buenos los resultados en cuanto a la disminución de la incidencia delictiva. Día oficialmente destinado a la presentación del Informe de gobierno en el que proclamó: los conservadores
están moralmente derrotados.
Carlos Slim bromea con asistentes al primer Informe de gobierno
del presidente Andrés Manuel López Obrador, en Palacio Nacional.
Foto Marco Peléez
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Mensaje político durante el cual confió en que el respaldo del sector empresarial lo
mantiene optimista, pero sin aflojar el paso, porque el poder es humildad, deber y no tengo derecho a fallar.
Empero, también fue de contrastes, porque consideró que sus adversarios
no han tenido oportunidad de establecer un paralelo entre la nueva realidad y el último periodo neoliberal, caracterizado por la prostitución y el oprobio, que se ha convertido en una de las épocas más vergonzosas en la historia de México.
Con un estilo que rompió con las formas legales de presentar un
reporte del estado que guarda la administración pública –que legalmente
constituye el primer Informe, pero para la Presidencia de la República
fue el
tercer informe al pueblo de México–, resaltó los avances en el cambio de régimen que impulsa, a pesar de que
los conservadores que se oponen a cualquier cambio verdadero están nerviosos o incluso fuera de quicio.
Presentes en las primeras filas, los 32 gobernadores –morenistas y de
la oposición– escucharon las aseveraciones presidenciales, incluido el
matiz para intentar cuidar las formas:
Lo digo con respeto, no quiero que se entienda como un acto de prepotencia o una burla, es lo que estoy percibiendo: están moralmente derrotados, para rubricar con que –
toco madera– no han podido constituir una facción
con la fuerza de los reaccionarios de otros tiempos.
La mayoría está feliz, feliz
Al emitir un mensaje con motivo de su primer Informe
de gobierno en Palacio Nacional, el presidente Andrés
Manuel López Obrador proclamó la derrota moral
de sus adversarios políticos.
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Ante sus invitados –entre ellos los empresarios Carlos Slim, Germán
Larrea, Emilio Azcárraga con su suegro, Marcos Fastlicht; Miguel Rincón
(compadre del Presidente); gobernadores de todos los partidos,
dirigentes sociales, sindicales, legisladores e integrantes del gabinete
legal y ampliado, así como los titulares de los órganos autónomos,
entre otros, López Obrador resaltó que, afortunadamente, mientras los
que se oponen al cambio viven aturdidos y desconcertados,
la mayoría de los mexicanos apoya la transformación, y están contentos, feliz, feliz, feliz.
En el patio de honor de Palacio Nacional, donde había sillas vacías, a
pesar de que un gran número de militares ocuparon parte de los asientos
dispuestos –no acudieron, entre otros, los dirigentes de la mayoría de
los partidos políticos–, combinó la condena a los conservadores con la
exaltación a
los empresarios (que) están cooperando con mayor compromiso social; invierten, crean empleos, aceptan utilidades razonables y pagan sus contribuciones.
Celebró el acuerdo migratorio alcanzado con Estados Unidos, el cual
impidió que se desatara una crisis política y económica. Se trata de una
relación bilateral intensa para avanzar en la solución negociada de
problemas comunes,
entre los cuales los más significativos son, sin duda, los fenómenos migratorios de sur a norte, las situaciones adversas que enfrentan millones de mexicanos que viven en el país vecino y las expresiones de la delincuencia trasnacional, es decir, el tráfico de personas y el trasiego de armas, drogas ilícitas y divisas.
Sin embargo, reconoció que se trata de
un acuerdo migratorio que nos obliga a ser más estrictos en la aplicación de la ley en la materia, sin violar derechos humanos y rescatando a nuestro favor el reconocimiento de que se atenderá este asunto sin usar la fuerza y la coerción.
Además, reiteró su condena por la masacre en El Paso, Texas, y
la exigencia de que se aplique el más severo castigo al responsable de este abominable suceso.
Casi 90 minutos de discurso en el que sostuvo que en los nueve meses
de su gobierno han soplado buenos tiempos para llevar a la práctica una
transformación profunda, con
poca confrontación y sin violencia política, (aunque) no dejan de existir, ni queremos que desaparezcan, las protestas legítimas de los ciudadanos ni los reclamos de nuestros adversarios.
El voluminoso documento –que horas después entregó la titular de la
Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, al Congreso de la
Unión– recoge en la portada las formas legales con el título 1 Informe. Claro contraste con la mampara dispuesta para la ceremonia en Palacio Nacional:
tercer informe al pueblo de México.
Al abundar en materia de seguridad, informó que ya se desplegaron 58
mil 600 elementos de la Guardia Nacional, que actúan en 150
coordinaciones territoriales del país, aunque la meta es llegar a 140
mil elementos en 266 coordinaciones en todas las regiones de México.
Calificó de
catastróficoel saldo de la política aplicada en el pasado, con un
saldo pavoroso de muertos, desaparecidos, una crisis de derechos humanos, descomposición institucional y un gravísimo daño al tejido social. Todavía padecemos de inseguridad y violencia. Ahora, manifestó, se pretende cambiar las medidas de guerra por una política integral de justicia y paz; un mando único coordinado; colaboración con los gobiernos estatales.
La nueva estrategia de seguridad pública ha consistido también en no tolerar la tortura ni ninguna otra violación a derechos humanos. Estamos dedicando tiempo y recursos a la búsqueda de desaparecidos por la violencia. No descansaremos, estamos haciendo todo lo que humanamente es posible hasta saber el paradero de los jóvenes de Ayotzinapa.
Foto Marco Peláez
Alma E. Muñoz y Alonso Urrutia
Periódico La Jornada
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