La Otra Ruta Migratoria
Mantienen esperanza de hallar a hijos desaparecidos en México
CIMACFoto | César Martínez López
Por: Guadalupe Cruz Jaimes
Cimacnoticias | México, DF.-El “ir y venir” de Emeteria Martínez desde Centroamérica a México comenzó hace ocho años, con la primera Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos. Ella llegó desde el municipio hondureño de Progreso Yoro a buscar a su hija, Marlene Ortiz.
En la lucha por encontrar a Marlene, de quien no tuvo noticia en más de dos décadas, la hondureña recuerda que en este camino “una conoce tantas cosas, con decirle que yo no sabía hablar en público, pero esto me ha enseñado mucho: a hablar, a entender, a analizar la situación de nuestros migrantes”.
Después de atestiguar por primera vez “las injusticias” que padecen las y los migrantes en su tránsito por México, la mujer de 74 años no pudo permanecer indiferente y junto otras madres de personas desaparecidas se organizó para venir cada año en caravana a nuestro país.
Doña Emeteria narra a Cimacnoticias que la primera búsqueda emprendida por las hondureñas sólo llegó a Tecún Umán, en Guatemala. Durante la segunda y tercera caravana llegaron hasta Tapachula, Chiapas.
En los años siguientes, organizadas, avanzaron a otros estados. En 2011 buscaron a sus familiares en 10 entidades federativas y este año con la “Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos en Tránsito por México-Liberando la Esperanza” recorrieron cuatro más, apoyadas por el Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM).
El esfuerzo de las centroamericanas inició en 1999, y desde entonces “cada día íbamos preparando más gente, ahora son bastantes madres (decenas)”, pero no todas han podido incorporarse a la caravana por falta de recursos económicos.
Para la hondureña, quien encontró a su hija en el Estado de México en 2007, la búsqueda de migrantes desaparecidos se convirtió en una causa justa por la que “vale la pena” trabajar.
“Cuando encontré a Marlene mis compañeras me preguntaron ‘¿y ahora que va hacer doña Emeteria?’. Yo les respondí que esta era mi lucha y que las iba acompañar mientras tuviera fuerzas”.
En las ocho caravanas, las madres y familiares de migrantes desaparecidos han encontrado a 67 personas con vida, según el registro del MMM. Durante este año, en un recorrido que duró 19 días, cinco mujeres pudieron reencontrarse con sus hijos.
PACIENCIA Y TESÓN
La integrante y fundadora del Comité de Familiares de Migrantes de Progreso Yoro (Cofamipro) menciona que durante las caravanas se han reunido sin éxito con autoridades mexicanas y de Honduras, ya que ambos gobiernos permanecen indiferentes a la alarmante problemática.
Tan sólo en el Cofamipro las hondureñas tienen documentados 600 mil casos de personas desaparecidas en su tránsito por México.
“El trabajo que andamos haciendo lo tienen que hacer ellos, es su responsabilidad y tienen las facilidades. Nosotras sin recursos lo hemos hecho”, denuncia Emeteria, quien infunde esperanza en las madres de migrantes no localizados. “Yo les digo a mis compañeras que no es de la noche a la mañana que vamos a triunfar”, indica.
Nolvia Navarro, una de las 38 integrantes de la octava caravana, que comenzó el 14 de octubre y culminó el pasado 3 de noviembre, sigue el consejo de doña Emeteria y persiste en la búsqueda de su hijo Pedro Hernández, quien salió rumbo a Estados Unidos en 1994.
La ama de casa originaria de Tegucigalpa, capital de Honduras, refiere que en “estos años he vivido con la angustia de no saber cómo está, si le hicieron daño, si está vivo”. Desde 2003 la incertidumbre en la vida de Nolvia se encauzó en la búsqueda de Pedro y de otras personas desaparecidas.
Desde hace nueve años, Nolvia sumó a sus tareas cotidianas la de coordinar el Comité de Migrantes Desaparecidos de su ciudad, organización conformada por madres en la misma situación que la centroamericana.
Conocer a otras mujeres que comparten su dolor la fortaleció: “Fue un bálsamo para seguir adelante”. Esa fortaleza las mantiene en pie para exigir a las autoridades mexicanas que investiguen la desaparición de sus hijas e hijos, y también para demandar al gobierno hondureño que ofrezca oportunidades de empleo digno que eviten la expulsión de las y los jóvenes de su país natal.
Francisca Rodríguez, de 67 años, coincide con Nolvia en que el gobierno de Honduras también es responsable de los riesgos que enfrentan las personas migrantes al no atender las necesidades de su población.
Este año, Francisca vino por primera vez a México en busca de su hijo, Santos Quiroz, desaparecido desde hace 12 años. “Tengo la esperanza de que lo voy hallar, porque mire cuántos han aparecido en la caravana. Tengo la fe en que está vivo”.
Para la integrante de Asociación Red de Comités de Migrantes y Familiares de Honduras (Red Comifah), la organización de estas mujeres es una “oportunidad para buscar a nuestros migrantes, y para pedir que nos ayuden a encontrarlos. Por eso me vine con ellas, yo sola no hubiera podido porque el pasaje es caro y mi familia es muy pobre”.
Francisca, quien además de dedicarse al cuidado de sus nietos, elabora y vende conservas de coco en su país, se va satisfecha con los resultados de la octava caravana, pues le informaron que han visto a su hijo en Puebla. Y confiada en que Santos está vivo, volverá en 2013 con la esperanza de encontrarlo.
Las madres provenientes de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, estuvieron en Tabasco, Veracruz, Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro, Tlaxcala, Puebla, Estado de México, Distrito Federal, Oaxaca y Chiapas.
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