11/05/2012

Mis fotos desnuda


Lydia Cacho
 


Arturo de 15 años extraña a su novia Vero de 14. Manda un pin diciendo que la extraña mirando chicas topless en la playa, le pide una foto. Vero se toma una sin top. Le pide reciprocidad y él se fotografía desnudo. Los chicos se ríen y excitan con lo que consideran un acto consensual. Si él me ve desnuda en persona, dice Vero ¿qué tiene de malo que lo vea en su teléfono?. Millones de jóvenes se preguntan eso, hasta que algo sucede con las fotos cuyo intercambio es considerado un acto delictivo.

El sexting es el acto de enviar fotografías sexualmente explícitas vía teléfono móvil, y cuando esas fotografías son de menores de 18 años es considerado pornografía infantil. Las leyes contra este delito fueron creadas para detectar y detener a adultos pedófilos que, además de abusar de niños y niñas, comparten archivos con otros abusadores. El problema es que la producción masiva de pornografía, tanto juvenil como adulta, que circula en el ciberespacio ha sido un factor de normalización de la pérdida de privacidad al llevar la vida sexual al espacio público.

La mayoría de personas, incluso adultas, creen que su teléfono o su correo electrónico, o su página de red social están bajo su control y son una extensión de su vida privada. Millones de personas ignoran la enorme vulnerabilidad de la comunicación celular y cibernética. Por un lado casi cualquiera con un mínimo de experiencia puede accesar a archivos de redes sociales y por otro lado una vez que se termina la relación, miles de jóvenes en venganza hacen públicas las fotografías, hay incluso casos de extorsión de exnovios que amenazan con publicar fotos o videos explícitos si las chicas no aceptan volver a ellos. Otros simplemente descargan sus fotos telefónicas en Facebook sin filtrar los desnudos y causan serios problemas, desde depresión hasta el suicido de chicas incapaces de manejar la humillación pública.

El fenómeno del sexting es muy complejo; de acuerdo a las nuevas leyes niños, niñas y adolescentes pueden ser acusadas de poseer pornografía infantil y cometer crímenes cibernéticos, de comunicarse con menores con el propósito de un acto lascivo, o de enviar datos dañinos con fines de seducción.

A partir de que en México se aprobaron las leyes anti pornografía infantil, en varios estados las autoridades intentaron perseguir penalmente a chicos y chicas de menos de 15 años por sexting, como sucede en Estados Unidos. Lo cierto es que toda la sociedad está metida en un embrollo muy complejo. Por un lado resulta indispensable detener al creciente número de pederastas, considerando que México se encuentra entre los tres países de mayor producción de pornografía infantil en el mundo y el primero en producción de sexting. Según la ONU México ocupa el tercer lugar regional en trata de personas con fines sexuales, así como el primero en el Latinoamérica en turismo sexual infantil. La promoción de la pornografía adolescente no es casualidad sino una estrategia de normalización. Entre un juego de jóvenes ingenuas se entretejen las redes delictivas que les atrapan.

No cabe duda que enfrentamos un problema de grandes proporciones. La encuesta de la Asociación Alianza por la Seguridad en Internet (ASI) reveló que 90 por ciento de las personas que envían sexting autofotografiándose en poses eróticas son mujeres.

La senadora María Luisa Calderón, sub-coordinadora de Política Social del senado pidió al instituto Mexicano de la Juventud y la SEP que implementen programas contra el Sexting; si bien tiene razón no podemos olvidar que la solución integral debe incluir que los padres y madres que entregan un celular a sus hijas e hijos sepan hablarles sobre el sexting, no amenazando con quitar el aparato (nunca funciona) sino educando sobre sexualidad erotismo e intimidad. La mayoría de personas que se autograban o fotografían en actos sexualmente explícitos, sin importar la edad, no entienden cabalmente que los medios electrónicos carecen de privacidad real. Ignoran también la voluntad de terceros para usar la sexualidad como elemento de extorsión y humillación pública en ausencia del vínculo afectivo.

El delito debe perseguirse pues es indispensable detener a los depredadores sexuales. Además no hay forma de que las ciberpolicías distingan cuando una foto es consensuada, incitación o producto de un abuso, por tanto el sexting es parte del delito de pornografía infantil. No cabe duda de que lo más urgente es desarrollar un manual para padres y madres y un modelo educativo sobre intimidad y vida privada, porque castigar o negar la sexualidad entre jóvenes es hacerles más vulnerables.

www.lydiacacho.net
@Lydiacachosi

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