Alejandro Encinas Rodríguez
La denuncia de Humberto Moreira respecto a la participación de
narcoempresarios vinculados a la explotación de minas de carbón en el
asesinato de su hijo, descubre con crudeza la punta de un enorme
iceberg de lo que representa la presencia de la delincuencia organizada
en la economía nacional.
A nadie escapa la creciente diversificación de las actividades
delictivas que, teniendo como origen el narcotráfico, pasaron en un
primer momento de la comisión de diversos delitos —robo de vehículos,
trata y tráfico de personas, extorsión, derecho de piso, piratería—
hacía otras actividades con las que buscaban afianzar el control de
amplias zonas del territorio nacional y acrecentar sus ganancias en
otras ramas de la economía formal, como la inmobiliaria, la comercial y
el sistema financiero.
Es un tema tabú, pero la expansión y presencia del crimen organizado, o
de los que se ha denominado la “organización empresarial delictiva”, es
un fenómeno que, como señala Felipe Zermeño, se ha fortalecido y
extendido su influencia económica y social en el modelo de
globalización. No se trata, dice, sólo de narcotráfico: la actividad de
la delincuencia organizada participa directamente en el comercio
mundial de bienes y servicios, lícitos e ilícitos y, de manera
especial, en el sistema financiero.
Dentro de este fenómeno, las empresas legales y las organizaciones
empresariales delictivas establecen vínculos cada vez más frecuentes,
donde la conjunción de intereses y objetivos encuentran identidad en la
justificación ética de los grandes empresarios ante los capos del
crimen organizado, que no es otra que la acumulación de capital y
poder, donde la producción y comercialización de estupefacientes
constituye una especie de acumulación originaria de capital de la
organización delictiva.
Ello concuerda con lo señalado en el Mapa Akal de criminalidad
financiera, elaborado en 2002 por Jean Maillard y otros autores y en el
cual se señala que “una masa gigantesca de capitales pasa cada día de
mano en mano en los mercados de cambio, situándose en unos 1.3 billones
de dólares al día: cinco veces el presupuesto anual del Estado francés.
Cifra que está totalmente desconectada de la economía real, puesto que
las exportaciones mundiales de bienes y servicios sólo alcanzan los 18
mil millones de dólares al día, es decir, siete veces menos”.
Según la ONU, el dinero sucio utiliza los mismos circuitos que las
finanzas especulativas; la economía de la droga representa el 8% del
comercio mundial y se estima que el dinero proveniente de actividades
ilícitas alcanza al menos 800 mil millones de dólares. Ello encuentra
un caldo de cultivo adicional en la exclusión social que se deriva de
la desmedida concentración del ingreso, que genera mayores niveles de
pobreza y permite que la población marginada sea la base social que
recluta el crimen organizado. Estamos ante un fenómeno racional y ante
negocios bien estructurados donde la organización y modo de actuar de
las empresas delictivas diluye las fronteras con las empresas de la
economía lícita.
La denuncia de Moreira no trata de narcos que sobreexplotan a
trabajadores inermes en los tiros de las minas de carbón, sino de un
asunto de la mayor trascendencia que emplaza a la autoridad hacendaria,
a la Asociación de Bancos de México, a la Comisión Bancaria y de
Valores, al sector inmobiliario, entre otros, a reconocer, aclarar y
enfrentar el enorme peso que el dinero ilícito tiene en la economía
nacional.
Senador por el PRD
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