Breve Caracterización de la educación superior neoliberal (en México)
En un texto historiográfico el académico David Baltazar1
hace un recorrido revelador y documentado de la manera en que se fueron
implementando los mecanismos de la reestructuración neoliberal de las
políticas públicas gubernamentales del Estado Mexicano (de José López
Portillo a Carlos Salinas) hacia la educación superior desde finales de
los años setenta hasta finales del siglo XX; periodo en el cual se dio
el viraje que respondió a la necesidad del capital mundial en crisis,
por imponer directrices estandarizadas de racionalización y
tecnificación. Así, los gobiernos tecnocráticos de México mediante
planes, leyes, programas, organismos, etc., ad hoc ensayaron y
finalmente adaptaron al dedillo esos ejes con los objetivos de
controlar institucionalmente las maneras de operar de las escuelas,
centros e institutos de educación superior, y de esta manera someterlos
a presiones presupuestales y a procesos de evaluación, medición y
acreditación definidos desde criterios eficientistas y pro
privatizadores; que en esencia –en el caso mexicano–, para este autor
han implicado “la reducción progresiva de la responsabilidad estatal de
procurar y sostener el desarrollo” de dichas instituciones mediante los
decrementos sustanciales de los presupuestos estatales.
Por su parte Pedro Rodríguez Ruiz2
se refiere a los lineamientos diseñados desde las instituciones y
tratados capitalistas internacionales que repercuten en las políticas
públicas en México y en la vida diaria de las universidades. Siguiendo
al especialista Hugo Aboites, señala la conversión de los “servicios y
productos educativos” (cursos, talleres, diplomados, posgrados,
intercambios, evaluaciones, planes, programas, etc.) en
comercializables, o sea en mercancías. Así enfatiza que la educación
(especialmente la superior) es concebida cada vez más en el
neoliberalismo como una “mina de oro con posibilidades de inversión por
la gran cantidad de servicios en los que se desdobla y los mecanismos
que protegen el capital invertido en el conocimiento”.
Patrick
Cuninghame en su texto “La doble crisis de la Universidad: capitalismo
cognitivo, precariedad laboral, producción del conocimiento y
conflictos sociales”3;
plantea el cambio del capitalismo industrial al capitalismo
“cognitivo”, en donde se desarrolla un aumento del valor del trabajo
inmaterial intelectual en relación con el trabajo manual material que
para el caso de la educación se traduce en “precarización” creciente de
las condiciones de trabajadores universitarios, restricción de
ingresos, menos recursos, más exclusión y más conflictos. Es por eso
que el autor postula una doble crisis de la Universidad pública: de
función-estructura (institucional) y de financiamiento (económica) en
conversión a universidad-empresa de producción, transmisión y consumo
de conocimientos. Específicamente por ello en México la Universidad
pública está empantanada hacia su gradual privatización (lo que implica
intromisión de agencias privadas, control, inspección y certificación,
entre otros).
Modernización tecnolectrónica de la educación neoliberalizada (y sus consecuencias)
La
llegada de la tecnología electrónica en los procesos de
enseñanza-aprendizaje ocurre en los tiempos actuales y se retroalimenta
capitalistamente con los procesos mercantiles de los productos y
servicios educativos arriba señalados. Para cuestionar realmente estos
alcances tecnológicos en instituciones superiores, y reconocer la
inserción del mercado del conocimiento, tendremos que anotar aquí los
mecanismos “modernizadores” que han adoptado cada vez más las
instituciones superiores para competir de manera efectiva con los
abastecedores tecno-comerciales del saber en el siglo XXI, que dicen:
“tendrán que hacer tecnológicamente cosas totalmente nuevas o
enfrentarse a la extinción”. Según dictan las reglas del “capital
cibercultural”4.
El
modelo neoliberalizado de educación vigente, al menos en América Latina
y en educación media superior y superior, ha sido dictado por las
reglas de organismos internacionales, en la medida que el campo laboral
“lo requiere”, por lo tanto un número importante de estas instituciones
se suman a una lista cada vez mayor de adoptadoras del modelo y de las
nuevas reglas, esto al tiempo de que miles de jóvenes buscan cursar sus
estudios superiores en universidades que les garanticen un nivel
académico significativo. Del “éxito” o “fracaso” en su sobrevivencia de
estas instituciones (principalmente públicas) depende que muchos de
esos jóvenes puedan sumarse a iniciativas de modelos educativos que
tienden –ante la demanda en aumento y la saturación por falta de
recursos– a convertirse en «asistencialistas», sumándose por lo tanto a
una transición de educación presencial a→ educación no presencial o a
distancia (on-line, abierta, virtual, etc.).
Habría que
considerar que una “intrucción a la libre” que ofrece la educación a
distancia amenaza la hegemonía de las universidades y la capacidad de
éstas de ser las proveedoras exclusivas del saber. Ya que si bien estas
formas tecnoelectrónicas de estudio a distancia pueden supuestamente
ayudar a resolver la problemática de la saturación de espacios por
falta de crecimiento (falta de recursos, infraestructura, presupuesto,
inversión material) para que un mayor número de jóvenes o adultos
ingresen a estas instituciones de educación media superior y superior:
así se pone en juego/riesgo el propio sentido presencial de las
universidades.
Existe otra realidad inminente de los modelos
modernizadores derivados del neoliberalismo de instituciones de
educación superior que también ha jugado un papel importante para el
cambio del campo laboral a corto plazo, y que igualmente responde a las
necesidades de los mercados de los conocimientos educativos, se trata
de que está apareciendo cada vez más el fenómeno de la poca
profesionalización de los educadores en dichas instituciones. Así ante
el hecho de que la demanda de educación media superior y superior crece
de la misma manera crece la mano de obra barata “tecnificada”;
pues ahora se están requiriendo trabajadores jóvenes que utilizan
básicamente conocimientos aplicados bajo el esquema de un bajo perfil
laboral y con pocas posibilidades para continuar desarrollando
conocimientos de profesionalización y de preparación especializada
(posgrados, por ejemplo); todo esto repercute en el campo laboral,
específicamente en mayor inestabilidad e inseguridad, falta de
prestaciones y bajos salarios.
La neoliberalización y
tecnificación de la enseñanza superior, ya ha presentado consecuencias,
en tanto que se ha visto en la necesidad de: estandarizar sus
curriculas, adecuar perfiles de ingreso-egreso, responder parcialmente
a necesidades de ampliación de cobertura de matrículas, insertarse en
la lógica de responder a las presiones externas e internas, de los
mercados laborales, de las instituciones internacionales (FMI, BM, BID,
OCDE, OMC, etc.) o nacionales (Secretaría de Educación Pública SEP,
Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación
Superior ANUIES, Centro Nacional de Evaluación para la Educación
Superior A. C. CENEVAL, Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación INEE, etc.) de los sectores socioeconómicos a los que se
pertenece o quiere pertenecer.
Así pues, el mercado neoliberal del conocimiento,
va señalando las pautas que las instituciones y universidades tienen
que seguir en tanto nuevas productoras o elaboradoras de conocimientos ad hoc;
muchas de ellas que tienen que hacer un esfuerzo por “no quedarse
rezagadas” o “condenadas” a/o solo a aceptar o reproducir los
lineamientos. Así, en el caso de los trabajadores de las academias, se
incrementa el número de intelectuales-profesores-académicos que están
trabajando para mejorar técnicas de actualización cibernética. Tal
pareciera que el modelo de las universidades actualmente y desde el
ámbito tecnológico respondieran al propio mercado de la Microsoft/Apple
y otras empresas tecnoelectrónicas.
A partir de estos
condicionamientos a los que se enfrentan las escuelas de educación
media superior y superior, nos preguntamos: ¿Cuál modelo será el mejor:
el maestro que domina la tecnología o el tecnólogo que vierte
conocimientos dentro de su maquinaria para transmitirlos mediante el
internet y otros cibermedios?; ¿será la enseñanza en un futuro cuestión
de empaquetar y distribuir cursos, programas, tutorías, etc.?; ¿cuál
será la relación que se plantea entre los académicos profesionales y
los tecnólogos en funciones de enseñanza?
Cuestionamientos al trans-modelo neoliberal tecnocibernético
Esto
nos lleva creer que bajo ese trans-modelo neoliberal/tecnocibernético
tarde que temprano la gente profesional que produce los conocimientos
–el investigador y el académico especializado– será menos importante en
el futuro de lo que serán las personas técnicos, expertos o
semiprofesionales que empaquetan y transmiten esos conocimientos a
través del ciberespacio. Estamos, por lo tanto, ante premisas poco
alentadoras; si bien el futuro de las universidades no sólo está en el
trabajo que realicen sus académicos, investigadores, y profesores, sino
que está en la totalidad de la comunidad. Nos referimos a los propios
estudiantes, administradores y servidores que prestan sus servicios en
las escuelas y universidades públicas y privadas, y que en lo inmediato
o en lo próximo tendrán que hacer frente a este transmodelo de orden
neoliberal internacional y nacional que continua con políticas de
desestabilización y de control (desde los gobiernos) en todos sus
niveles de la educación pública, especialmente las de niveles
superiores.
Un resultado de esta dinámica podría ser que las
escuelas de educación media superior y las universidades opten por
dividir a su profesorado, por un lado, los que divulgan conocimientos
empaquetados y, por otro, los creadores y transmisores de conocimiento
no empaquetado, sino con tendencias de saberes que enseñen a pensar.
Todo esto en tanto los estudiantes que son la base fundamental de las
instituciones, puedan darse cuenta y asumir compromisos conscientes y
plenos con su formación y con la sociedad, en el sentido en que
–creemos– las deudas con su historia y su país continúan vigentes.
Igualmente,
y no menos importante, es el trabajo administrativo en las
universidades que ha llenado de trabas burocráticas y ha permeado de
ineficiencia la vida escolar, la cultural y las dinámicas sociales.
Pareciera que la tecnoelectrónica no ha resuelto lo administrativo sino
lo ha complicado en las escuelas latinoamericanas.
Hay que tener
siempre en consideración que los siguiente pasos van –según este
“transmodelo”– que algunas universidades tradicionales o “rezagadas”
harán todo lo posible por “modernizarse” adaptando características muy
parecidas o complementarias a las antes descritas
Así, lo que
finalmente hay que considerar como preocupante es que ¿¡tendremos que
esperar a ver universidades sin aulas, laboratorios y bibliotecas
reales!? ¿Sólo la virtualidad? Pues habrá los compradores y
consumidores de esas mercancías/kits que formarían parte de un
“estudiantado” disperso por el mundo al cual los profesores nunca
llegarían a conocer en persona, y entre ellos ni siquiera se conocerían
en el «ciberespacio»
En el futuro próximo estas “universidades” serían supermercados del saber, accesibles por un módem, un ordenador (y otros gadgets), sin campus
reales y con poca necesidad de profesores y catedráticos. Creemos
importante que ha llegado el momento de confrontar estos monstruos al
mismo tiempo reales, virtuales e imaginarios, y que en los procesos de
la globalización y la comercialización de la enseñanza media superior y
superior, todo es posible bajo ese transmodelo neoliberal, tecnológico
y globalizador.
La competencias académico-laborales traerán
consigo la necesidad/posibilidad de que algunos de nosotros como
profesores nos convirtamos a final de cuentas no en educadores en el
sentido amplio y profundo de ese concepto sino en «proveedores de
paquetes» a niveles que rebasen lo local y presencial. ¿Seremos
académicos ciberespaciales?, ¿tecnotransmisores?, ¿diseñadores de
software académico?
La avalancha de la Modalidad On-line (caso México)
Aunque toda esta avalancha de las aulas on-line
no es –por el momento– lo que predomina en universidades
(principalmente públicas) bien establecidas y con historia y cierta
cultura académica en México y en América Latina, conforme las presiones
de todo tipo crezcan (económicas, políticas, laborales, tecnológicas)
se hará más difícil no “adaptarse” al nuevo ambiente electrónico
comercializador.
Lo que seguramente es cada vez más sabido es
que para ciertas instituciones de E.S.–por ejemplo para el Instituto
Tecnológico de Monterrey, en México–, esta “adaptación” o “conversión”
ha sido un gran éxito económico y laboral. El “mérito” del Tecnológico
de Monterrey, se debe a que es una universidad privada económicamente
exitosa. Pretexto tecnoprestigioso para dar cabida on-line (a
distancia) a un mayor número de estudiantes con poder adquisitivo
notable. Así, muchas otras universidades de este tipo han seguido este
camino de relativo éxito matriculador (y ¡económico!) y otras más ya se
encarrilan decididamente hacia allá.
Existen otros procesos
mercantilizadores complementarios actuales y promisorios que funcionan
y funcionarán dentro de las dinámicas de las instituciones de educación
media superior y superior (fundamentalmente a nivel de las privadas
pero también ya de la públicas), y son que éstas se están transformando
y se transformarán en consumidoras (o copiadoras) que sólo comprarán (o
imitarán) lo que otras más “adelantadas” ingenierilmente producen,
específicamente: planes de estudio, paquetes pedagógicos, software
didáctico, material hardware de uso digital, etc., etc.
En
México ya existen en todas las Universidades públicas y privadas
importantes áreas o “campus” virtuales que ofrecen cursos, diplomados,
especializaciones, grados y posgrados de modalidades semipresenciales,
interactivas, en línea, abiertas, o a distancia; por ejemplo a nivel de
escuelas de educación superior: Universidad Abierta y a Distancia de
México (UNAD) (SEP), Sistema Universidad Abierta y Educación a
Distancia SUAyED (UNAM), Polivirtual (IPN), Universidad de Guadalajara
(UDG Virtual), Universidad Interactiva y a Distancia del Estado de
Guanajuato (UNIDEG), Universidad Virtual del Estado de Michoacán
(UNIVIM), entre otras5. La mayoría de estas ofertas educativas y de conocimientos se inclinan por disciplinas que tienen rating y marketing
en los mercados laborales de mano de obra semicalificada o calificada.
Destacan las ofertas de técnicos superiores universitarios, de
ingenierías y de licenciaturas. De éstas predominan carreras como
administración (de empresas, de negocios), diseño, contaduría,
informática (y tecnologías de información y digitales), turismo,
desarrollo (industrial, agroindustrial, sostenible, de proyectos),
mercadotecnia y derecho; pero también licenciaturas en áreas como
psicología, pedagogía, sociología y filosofía; llama la atención un
doctorado en tecnologías educativas y de aprendizaje.
Ante la
carencia de recursos estatales y gubernamentales para hacer crecer la
educación superior presencial-integral y ante la falta de marcos
regulatorios del «boom» que ya está aquí y que se avecina de este tipo
de comercialización del conocimiento on-line. La Secretaría de
educación Pública en México (SEP) creará el Sistema de Educación
Abierta y a Distancia para, por un lado, tratar de alcanzar coberturas
territoriales mayores en la propuesta de estudios universitarios (pues
detectó que sólo 681 municipios de un total de 2 mil 445 cuentan con
una oferta de educación superior presencial real), principalmente
mediante concesiones tipo “reconocimiento” o “certificación”. Y, por
otro lado, para tratar de establecer un mecanismo de control de esta
modalidad. Pues, por ejemplo, la propia SEP a través de la Universidad
Abierta y a Distancia de México (UNAD) detectó comportamientos “poco
éticos” o “inmorales” (pero no ilegales) de instituciones y empresas
particulares (de las que ni siquiera se saben sus nombres reales) que
cobran sus cuotas dinerarias y que usan “materiales, diseños
pedagógicos, planes de estudio, perfiles de ingreso y egreso”, o sea
prácticamente “todos los contenidos y diseños” de las universidades
públicas (y no públicas) que cuentan con “campus virtuales” (como la
propia UNAD, la UNAM y la Universidad de Guadalajara), para montar su
propio negocio de “Universidad”. Se trata pues, de piratería
comercializadora para hacer de los conocimientos académicos on-line, todo un “nicho” mercantil6 .
Las opciones: a manera de conclusión general
De
todo lo mencionado anteriormente, podríamos hacer consideraciones muy
generales, que nos darán cuentan de la trascendencia y el futuro a
corto plazo que tendrán las escuelas y universidades en nuestra América
Latina. Qué tanto éstas –pensando sobre todo en las públicas con
historia y compromiso– están dispuestas a sacrificar, modificar, o
descartar para continuar con tan loable labor y no perder rumbo ante
las imposiciones y tendencias globales, neoliberales y
tecnoelectrónicas.
Y no perder rumbo implica mantener y
acrecentar la cobertura presencial de las curriculas y las matrículas,
implica sostener una educación laica, pública, gratuita, crítica, de
calidad y comprometida social y culturalmente; en las que ante las
tecnologías ciber en los procesos de enseñanza-aprendizaje no disminuya
la relación directa entre profesorado-alumnado (profesor-estudiante) y se sustituya por cualquier tecno-intermediación
y esto se relaciona, por ejemplo, directamente con las técnicas
didácticas de horas-clase, de tutorías, asesorías, etc.; en donde las
tecnologías digitales, informáticas y on-line, sólo tendrían que ser coadyuvantes y complementarias, y no sustitutas, y menos concebidas como business to business.
Como
podemos apreciar las modalidades del conocimiento y la educación
virtuales que se pretenden “universales” y/o“universalizadoras” tienen
poco que ver con lo que podríamos entender con una verdadera
universalización de la educación. Y si mucho con tecnocracias,
tecnicismos y tecnologías parcializadoras, unilateralizadoras y
desarticuladoras de la investigación, la docencia, la
enseñanza-aprendizaje, la conivencia cara a cara y la difusión de
conocimientos educativos-formativos, alternativos y críticos.
Observamos
que como países de América Latina que cuentan con Universidades y
escuelas de educación media superior compartimos las presiones y
dominios del mundo imperialista global que se impone como mercado en el
panorama estandarizador, tecnologizador y desarticulador de los
conocimientos educativos, es cierto. Pero, que por otro lado, también
es más que cierto que compartimos historias de resistencia, de
conocimientos y experiencias creativas comunes, del presente y de
luchas por un futuro mejor para nuestros países. El escenario de lo
educativo aunque desalentador, también es esperanzador en un mundo en
donde cada vez se ve más la necesidad de replantear formas alternativas
de producción/consumo social-económico-político y cultural, que estén a
la medida de sus ciudadanos y de las formas diversas de apropiación de
su propias necesidades culturales; en ese sentido las instituciones
superiores de educación pública de nuestros países con sus actores y
protagonistas presenciales y en interacción de propuestas, pueden
generar esa conciencia (a partir de sus propias memorias históricas)
para sus propios procesos democráticos de conocimientos: educativos,
pedagógicos, profesionales y éticos.
Notas:
1
“La ¿reorientación? de la educación superior mexicana en el
neoliberalismo. Una revisión histórica (1978-2000)” en Miguel Angel
Adame (Coord.), La Educación superior en México en el contexto neoliberal, Edit. Navarra 2015.
2 “La mercantilización de la educación superior en México”, Idem.
4 Vgr. Miguel Ángel Adame: “Internet, redes urbanas y capitalismo tecnoglobal”, en Mundo Siglo XXI, revista del CIECAS-IPN ISSN 1870-2872, Núm. 28, Vol. VIII, 2012, pp. 41-54.
6 Véase Laura Poy Solano: “Creará la SEP el Instituto Nacional de Educación Superior Abierta y a Distancia”, en La Jornada, 29 de julio de 2015, p. 32.
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