CRISTAL DE ROCA
Por: Cecilia Lavalle*
Yo
soy una ciudadana mexicana. Tengo mayoría de edad y tengo un modo
honesto de vivir. Eso dice en nuestra Constitución qué se necesita para
ser ciudadana. Pero al parecer eso no basta en Nuevo León.
Desde hace algunos años se ha utilizado la categoría de “ciudadana o ciudadano” como un antónimo de militante partidista.
Ya se ha explicado, por si hiciera falta, que una persona que milita en
un partido no pierde la ciudadanía por ese hecho. Sin embargo, se hace
alusión a la diferencia como una dicotomía de blanco y negro, donde
ciudadanía equivale a cierta pureza química, y militante partidista
equivale a cierto desprestigio histórico.
En ese contexto, las candidaturas independientes o ciudadanas
encontraron una veta por la cual tuvo cauce la inconformidad de una
ciudadanía que, en los hechos, tiene muy pocos canales para expresar su
hartazgo hacia los partidos políticos.
Con esa figura ganaron elecciones seis señores.
La dicotomía ensanchó el cauce. Ciudadanos versus militantes partidistas.
Pero en nuestro país nada es tan simple. Muchos de los ganadores habían
sido militantes activos de distintos partidos políticos. Es el caso del
señor Jaime Rodríguez Calderón, gobernador electo de Nuevo León, quien
militó 33 años en el PRI.
Con su partido ganó tres cargos de elección popular, el más reciente de
2009 a 2012, y se separó de ese instituto político para contender como
candidato independiente por la gubernatura.
Y ahora resulta que su equipo de trabajo enarbola el discurso del “gobierno ciudadano” versus militantes partidistas.
En el diario El Norte, en una nota fechada el 28 de julio, Carlos
Pacheco, líder del equipo de transición en materia de Desarrollo
Social, habla sobre la persona que dirigirá el Instituto de las Mujeres
de Nuevo León.
“El gobierno debe ser de los ciudadanos; no sé quién vaya a estar aquí,
pues depende del gobernador electo, pero tiene que ser una ciudadana”.
Y eso me parece un insulto para María Elena Chapa, una ciudadana ejemplar que fundó y dirige actualmente ese instituto.
María Elena es una ciudadana que milita en el PRI hace muchos años. Y
con el PRI o a pesar del PRI ha defendido los derechos de las mujeres.
Los ha defendido más que muchas militantes de izquierda o de derecha, y
más, sin duda, que muchas “ciudadanas” a secas.
En la década de 1990 fue una de las legisladoras que impulsó las cuotas
de género en la ley y contribuyó a su reforma más importante en 2002.
Fue figura clave en el juicio que dio lugar a la sentencia 12624 del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, sin la cual hoy
no estaríamos hablando de paridad.
Ha sido pilar en las estrategias por alcanzar la paridad a nivel
nacional y en su entidad, donde ha encabezado al menos ocho juicios por
la paridad en el actual Congreso.
Congruente hasta la médula, ha sido implacable contra la violencia hacia las mujeres, venga de donde venga.
Pero todo eso lo debe saber muy bien el gobernador electo, un ciudadano
priista hasta hace dos años, que compartió curul con María Elena en
1997, y que fuera señalado por su ex esposa por violencia intrafamiliar.
Entonces, vamos entendiéndonos. Porque me parece que el tema aquí no es ciudadanía versus militancia.
Así que sólo quiero dejar constancia de que María Elena Chapa es una
ciudadana, por si hacía falta aclararlo. Y no cualquier ciudadana. Es
una ciudadana ejemplar, ante la cual muchas mujeres de todo el país nos
ponemos de pie.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
CIMACFoto: Yunuhen Rangel Medina
Cimacnoticias | México, DF.-
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