MÉXICO, 5 mar 2017 (IPS) -
El 8 de marzo no es un día para regalarles flores a las mujeres, ni
felicitarlas ni que todo se pinte de rosa. En esta fecha se pretende que
se reconozca la discriminación histórica que han vivido y viven las
mujeres en el mundo entero. El objetivo no es colocar a las mujeres en
la categoría de víctimas ni condenarlas a generar pena, lástima o
empatía.
Sin duda, muchas mujeres
han sufrido violaciones graves a sus derechos humanos, han perdido
empleos, han visto morir a sus recién nacidos, han sido violadas
sexualmente, han muerto en el parto, reciben sueldos menores que sus
colegas hombres o son condenadas a embarazos que no desean.
Pero
ninguna quiere que la sociedad sienta lástima, sino que se sumen en la
exigencia al Estado de políticas públicas, legislación y presupuesto,
que ayuden a prevenir estas injusticias o a encontrar justicia por
haberlas sufrido.
La incapacidad social de reconocer la
desigualdad entre hombres y mujeres, aunada a la ineficiencia de las
autoridades estatales, coloca a las mujeres en una situación compleja
pues, en efecto, se han ganado batallas, pero los retos siguen siendo
muchos.
Los
altos índices de pobreza, la inequidad en la distribución de la
riqueza, las disparidades en el acceso a la educación y la salud, son
algunos de los factores, que afectan de manera diferenciada a las
mujeres. De ahí la importancia de hacer un alto este 8 de marzo y
analizar la situación en que viven las mujeres.
Hay quienes
sugieren que los retos y obstáculos ya han sido superados. Que el
panorama no es tan malo y las mujeres exageran. Pero el panorama es
devastador. Sí, hemos avanzado, sobre todo en el reconocimiento de los
derechos en las leyes, pero la implementación de dicha legislación (que
intenta no ser abiertamente discriminatoria como antes) en contextos
opresores y misóginos no afecta en la realidad de las mujeres de carne y
hueso.
Se han creado instituciones, y se ha sofisticado la
discriminación para que no sea tan evidente, pero no sabemos si los
resultados son favorables. El impacto de las leyes y políticas debe
analizarse de manera urgente para no detener el diseño de burocracia que
no ha eliminado la brecha entre mujeres y hombres. Este tema no debe
verse desde una posición de privilegio, sino desde la de la mayoría de
la población que no tiene acceso a información ni recursos, una mayoría
con la cual el Estado está en deuda.
La situación de
discriminación no será superada si no se hacen los cruces entre la
discriminación por motivos de género o sexo, sumada a otras como las que
provienen de orígenes étnicos o nacionales, por condición
socioeconómica, edad o preferencia sexual.
Esta doble o triple
discriminación afecta de manera distinta a las mujeres indígenas,
lesbianas, jóvenes, migrantes o pertenecientes a otros sectores
socialmente marginados, colocándolas en una posición de mayor
vulneración.
Quisiera invitar a la reflexión sobre un tema puntual
que afecta a todas las mujeres que tienen hijos (por elección o no), y
que hoy en día aún afecta la posibilidad de que las mujeres ejerzan sus
derechos de la misma manera que los hombres.
Hoy por hoy persisten
los estereotipos y roles de género en la sociedad, siendo uno de los
más fuertes los roles asignados a las mujeres como responsables del
hogar y como de cuidadoras y responsables de las hijas e hijos.
Este
trabajo no remunerado, sumado al trabajo en el mercado laboral, hace
que las mujeres tengan dobles o triples jornadas. Incluso en los hogares
en donde otros miembros de la familia participan en estas tareas,
existe una carga desequilibrada hacia las mujeres.
Pero la
realidad es que esta desigualdad afecta a todas las personas. Las
estadísticas indican que por cada diez horas que trabaja una mujer, un
hombre trabaja 8,6 (Inmujeres). Es decir que la entrada de las mujeres
al mundo laboral remunerado, no ha significado una reducción en las
tareas que le han sido tradicionalmente asignadas. Esto afecta sin duda
sus posibilidades de crecimiento profesional así como la diferencia
salarial que aún existe en el país.
Las jornadas laborales de sol a
sol discriminan a todas las personas, pero afectan prioritariamente a
las mujeres. Se piensa que el cambio de estructuras y dinámicas
laborales puede ser difícil y muy costoso, pero lo cierto es que estos
cambios radican principalmente en la voluntad del empleador.
Ejemplo
de esto son la adopción de horarios flexibles o escalonados que
permitan la convivencia de los tiempos personales, familiares y
laborales sin reducir la productividad en el trabajo; horarios cortos de
oficina (jornadas de seis horas) o trabajo desde casa, entre otras.
Estas modificaciones deben ser para todo el personal, hombres y mujeres,
con o sin hijos, enfatizando la necesidad de una corresponsabilidad
entre la vida personal y laboral, reconociendo la decisión de
reproducirse o no por igual.
Más allá de la responsabilidad de la o
el empleador, el Estado debe tomar medidas para fomentar esta
corresponsabilidad. En México, la legislación laboral así como la de
seguridad social están lejos de cumplir con los estándares
internacionales respecto a las licencias de maternidad y paternidad; no
se cubre la demanda de estancias infantiles y las reglas para permitir
el acceso a hijos e hijas de padres derechohabientes son
discriminatorias.
Lo positivo hoy en día es que los derechos de
las mujeres tienen más presencia en la sociedad gracias a la suma de
voces de mujeres como Emma Watson y Beyoncé. Es una pena que en México
las mujeres siguen temiendo declararse feministas. ¡Qué ganas de que
mujeres con influencia en las y los jóvenes comprendieran que ser
feminista también significa estar consciente de que existe
discriminación contra las mujeres y debemos actuar en consecuencia!
Los
retos para un mayor reconocimiento y respeto de los derechos de las
mujeres no sólo competen al Estado mexicano, sino a todas y todos
nosotros desde nuestros diferentes espacios.
Todos tenemos un
compromiso con la erradicación de la discriminación hacia las mujeres
para lograr una sociedad igualitaria en donde tanto hombres como mujeres
gocen plenamente de sus derechos. Esta importante tarea deberá
involucrar a diversos sectores gubernamentales y no gubernamentales
incluyendo los medios de comunicación, las familias y las escuelas.
El reto es grande y, aunque hemos avanzado mucho, aún queda un enorme camino por recorrer.
Revisado por Estrella Gutiérrez
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