El Polvorín
Escrito el 5 de marzo de 1914. Nuestra fuente es la magnífica antología de María José Aubet, El pensamiento de Rosa Luxemburg, Barcelona, Del Serbal, 1983.
La fuente digital de la version en castellano: http://elpolvorin.over-blog.es/article-la-proletaria-46283027.html,
con nota preparado por Fernando Moyano publicado el 8 Marzo 2010.
Digitalizacion: Daniel Gaido, 2014 Html: Rodrigo Cisterna, 2014
El día de la Mujer trabajadora inaugura la semana de la
Socialdemocracia. Con el duro trabajo de estas jornadas el partido de
los desposeídos sitúa su columna femenina a la vanguardia para sembrar
la semilla del socialismo en nuevos campos. Y la igualdad de derechos
políticos para la mujer es el primer clamor que lanzan las mujeres con
el fin de reclutar nuevos defensores de las reivindicaciones de toda la
clase obrera.
Así, la moderna proletaria se presenta hoy en la
tribuna pública como la fuerza más avanzada de la clase obrera y al
mismo tiempo de todo el sexo femenino, y emerge como la primera
luchadora de vanguardia desde hace siglos.
La mujer del pueblo ha trabajado muy duramente desde siempre.
En la horda primitiva llevaba pesadas cargas, recogía alimentos; en la
aldea primitiva sembraba cereales, molía, hacía cerámica; en la
antigüedad era la esclava de los patricios y alimentaba a sus retoños
con su propio pecho; en la Edad Media estaba atada a la servidumbre de
las hilanderías del señor feudal. Pero desde que la propiedad privada
existe la mujer del pueblo trabaja casi siempre lejos del gran taller de
la producción social y, por lo tanto, lejos también de la cultura,
quedando confinada a los estrechos límites domésticos de una existencia
familiar miserable. El capitalismo la ha arrojado al yugo de la
producción social, a los campos ajenos, a los talleres, a la
construcción, a las oficinas, a las fábricas y a los almacenes
separándola por primera vez de la familia. La mujer burguesa, en cambio
es un parásito de la sociedad y su única función es la de participar en
el consumo de los frutos de la explotación: la mujer pequeño-burguesa es
el animal de carga de la familia. Sólo en la persona de la actual
proletaria accede la mujer a la categoría de ser humano (Mensch) [1],
pues solo la lucha, solo la participación en el trabajo cultural, en la
historia de la humanidad, nos convierte en seres humanos (Menschen).
Para la mujer burguesa su casa es su mundo.
Para la proletaria su casa es el mundo entero, el mundo con todo su
dolor y su alegría, con su fría crueldad y su ruda grandeza. La
proletaria es esa mujer que migra con los trabajadores de los túneles
desde Italia hasta Suiza, que acampa en barrancas y seca pañales
entonando canciones junto a rocas que, con la dinamita, vuelan
violentamente por los aires. Como obrera del campo, como trabajadora
estacional, descansa durante la primavera sobre su modesto montón de
ropa en medio del ruido, en medio de trenes y estaciones con un pañuelo
en la cabeza y a la espera paciente de que algún tren le lleve de un
lado a otro. Con cada ola de miseria que la crisis europea arroja hacia
América, esa mujer emigra, instalada en el entrepuente de los barcos,
junto con miles de proletarios, junto con miles de proletarios
hambrientos de todo el mundo para que, cuando el reflujo de la ola
produzca a su vez una crisis en América, se vea obligada a regresar a la
miseria de la patria europea, a nuevas esperanzas y desilusiones, a una
nueva búsqueda de pan y trabajo.
La mujer burguesa no está
interesada realmente en los derechos políticos, porque no ejerce
ninguna función económica en la sociedad, porque goza de los frutos
acabados de la dominación de clase. La reivindicación de la igualdad de
derechos para la mujer es, en lo que concierne a las mujeres burguesas,
pura ideología, propia de débiles grupos aislados sin raíces materiales,
es un fantasma del antagonismo entre el hombre y la mujer, un capricho.
De ahí el carácter cómico del movimiento sufragista.
La
proletaria, en cambio, necesita de los derechos políticos porque en la
sociedad ejerce la misma función económica que el proletario, trabajo de
la misma manera para el capital, mantiene igualmente al Estado, y es
también explotada y dominada por éste. Tiene los mismos intereses y
necesita las mismas armas para defenderse. Sus exigencias políticas
están profundamente arraigadas no en el antagonismo entre el hombre y la
mujer, sino en el abismo social que separa a la clase de los explotados
de la clase de los explotadores, es decir, en el antagonismo entre el
capital y el trabajo.
Con la Socialdemocracia podrá
introducirse en el taller de la Historia para así poder conquistar, con
esas poderosas fuerzas, la igualdad real, aunque sobre el papel de una
Constitución burguesa se le niegue este derecho. Aquí, la mujer
trabajadora, junto con el hombre, sacudirá las columnas del orden social
existente y, antes de que ésta le conceda algo parecido a sus derechos,
ayudará a enterrarlo bajo sus propias ruinas.
El taller del futuro necesita de muchas manos y de un aliento cálido. Todo un mundo de dolor femenino espera la salvación.
Nota de traducción
1)
Mensch - Voz del alemán y el yiddish, originalmente "persona" (hijo de
Adán) pero que cobra el significado de "persona íntegra y honorable",
alguien con "carácter, rectitud, sentido del deber, responsabilidad y
decoro". ¡Son esas cosas de Rosa!
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