3/05/2017

Los precios de las gasolinas: la tercera



José Antonio Rojas Nieto
La Jornada 
¿Cuántos refinados produjo en 2016 Pemex Refinación, la empresa agrupada hoy con otras actividades en Pemex Transformación Industrial? Un monto de 933 mil barriles diarios. ¿Cuántos vendió internamente? Un millón 648 mil al día. De ellos, un millón 286 mil barriles diarios corresponden a gasolinas, diésel y turbosinas. Y en ese mismo año, la importación de estos tres refinados le representó 90 por ciento de un total de 804 mil barriles diarios de petrolíferos importados. Esto es expresión de una capacidad utilizada de destilación primaria de apenas 57 por ciento. Ya se refina menos de un millón de barriles diarios.
Los números de años anteriores –por ejemplo 2015 y 2014– no dejan de ser tan dramáticos como éstos. Acaso un poco menos. Pero sólo un poco. Utilización de refinerías de 69 por ciento en 2014. Y de 65 por ciento en 2015. Importación de 41 por ciento de gasolinas, diésel y turbosina de las ventas internas en 2014. Y de 48 por ciento del total de ventas internas de estos productos en 2015. Y –de nuevo– importación de 56 por ciento de gasolinas y diésel comercializados internamente en 2016. Adecuado o inadecuado, lo cierto es que la pérdida neta de Pemex Refinación en 2014 fue de 75 mil 409 millones de pesos. Cinco mil 700 millones de dólares con tipo de cambio fix del Banco de México de ese año. Y 62 mil 711 millones de pesos de pérdida neta en 2015, equivalentes a casi 4 mil millones de dólares, también con el mismo tipo de cambio pero en 2015.
No es fácil señalar los resultados de 2016 por la nueva contabilidad agregada de Pemex Transformación Industrial. Se requiere trabajar más a detalle la contabilidad específica del hoy famoso TRI de Pemex. Específicamente lo que antes era la información por segmentos. ¡Habrá que hacerlo! Pero no hay sorpresas en el cálculo de la diferencia entre los ingresos por ventas totales y costo de lo vendido. Aunque –preciso es decirlo– el costo de lo vendido está evaluado a precios internacionales con los ajustes de calidad y de logística correspondientes.
¿Qué referentes internacionales tenemos? Ante todo los precios de Estados Unidos. Conviene decir, por ejemplo, que el costo de la refinación reconocido en Estados Unidos en estos mismos años 2014 a 2016 ha sido, respectivamente, de 15, 20 y 16 dólares por barril, respectivamente. Un promedio del orden de 17 dólares por barril. Así, de un precio medio de la gasolina regular de 141, 102 y 90 dólares por barril, respectivamente, el costo atribuido a la refinación y al margen de beneficio de esta actividad, equivale a 10, 18 y a 20 por ciento del precio en bomba. En promedio móvil del orden de cinco años cerca de 14 por ciento del precio final. En esos mismos tres años, por cierto, el precio del crudo representó 65, 48 y 45 por ciento del mismo precio final en bomba de la gasolina regular en Estados Unidos. Y para el mismo promedio móvil de cinco años, el crudo representa cerca de 60 por ciento, con 76 dólares por barril.
Allá mismo el peso de los impuestos –federales, estatales y locales– en el precio final fue de 13, 19 y 21 por ciento, respectivamente; en 2014, 2015 y 2016, equivalentes a 18 dólares básicamente. El peso de los impuestos también en un promedio móvil de cinco años, equivale justamente a 18 dólares por barril. Y una proporción del precio final cercana a 15 por ciento. Hagamos una síntesis de esta estructura considerando, precisamente, este promedio móvil de cinco años, es decir, de 2012 a 2016. Precio final de la gasolina regular de 126 dólares por barril en promedio móvil de cinco años. Corresponde a un crudo con un precio de 77 dólares, que representa 60 por ciento del precio final de la gasolina. Los costos específicos de refinación son –en este mismo promedio móvil de cinco años– de 17 dólares y representan 14 por ciento del precio final (el famoso Retail Price de Estados Unidos). Y los de distribución y comercialización llegan a un orden de 15 dólares por barril, con una participación de 12 por ciento. Sumemos crudo, refinación y distribución y comercialización de referencia en Estados Unidos. Alcanzamos 109 dólares por barril, de un precio final de 126. Es decir, estos tres rubros representan –en términos redondos– 86 por ciento del precio final. El 14 por ciento restante, cercano de 18 dólares corresponde a los impuestos. En los hechos esta estructura se impone en lo fundamental a la refinación en México. No sólo por la cada vez menor utilización de la capacidad instalada. Y el creciente volumen de importación de gasolinas, diésel y turbosina. También por la exportación de crudo, que impone precio del crudo de referencia que ingresa a la refinación interna. El famoso costo de oportunidad. El gobierno de México desea que permanezca estable el peso de los impuestos en los petrolíferos comercializados internamente. Es decir, el que llamamos IEPS básico y el impuesto más significativo del precio final. El IEPS de combustibles fósiles, cuya caricatura debe corregirse algún día. Y el IEPS que va a municipios y estado y que –es conveniente mencionarlo una vez más– no ingresa en el cálculo del IVA. Por esa misma razón el IVA del precio en la bomba es un poco inferior a 16 por ciento.
Digámoslo de nuevo. Con la nueva política de precios libres se espera que el volumen de impuestos –además del IVA, los tres tipos de IEPS– se mantenga estable. Y que los precios en las gasolineras varíen –en primer término y en lo fundamental– por la modificación que los cambios en los precios del crudo y en la demanda originen en los precios de referencia de las gasolinas. Y en segundo término, por las variaciones del tipo de cambio. Y eso, precisamente eso, es lo que nos espera en el futuro. Precios finales de gasolinas y diésel dependientes de impuestos básicamente estables. Asimismo de variaciones en las cotizaciones de referencia, en lo fundamental ascendentes en los próximos años. Y, finalmente, de un tipo de cambio que –si la lógica y la racionalidad se impusieran– debiera recuperarse; es decir, no seguir permanentemente subvaluado. Sin duda.


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